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Exhumar a Franco no nos hace más democráticos
Por Álvaro Valiente González
Ganar
el mundial, no nos hizo más españoles, ni la entrada del euro ser más
europeos; y exhumar a Franco no nos hará ser un país más democrático.
Por Álvaro Valiente González
En la retórica de la política posmoderna, todo sirve para convertirse en el amo victorioso del relato. Pero exhumar los restos del genocida y representante del holocausto español, no hace de España un país más democrático. No, no lo hace.
La impunidad con la que ha contado el Franquismo durante los últimos cuarenta años, no se acabará con la salida del dictador de su tumba. Las medidas electoralistas, no son políticas públicas al uso, porque no cumplen otro objetivo que el de ser respondidas desde el plano electoral. Y exhumar a Franco a 18 días de las elecciones no es más que otra de las artimañas del PSOE para afrontar la campaña electoral.
Sacar a Francisco Franco no hará de España un país con mayores valores democráticos; porque seguirán más de 100.000 personas en paradero desconocido. No hará más democrática la memoria, porque el “Carnicero de Sevilla” (Queipo de Llano), seguirá siendo hermano mayor honorario de la Macarena, y sus restos permanecerán a los pies de su imagen.
Trasladar de sitio los restos de Franco, no sirve de nada, si se sigue haciendo caso omiso a las recomendaciones de organismos internacionales tales como la resolución aprobada el 20 de noviembre de 2018 en la Eurocámara para la ilegalización de las entidades y fundaciones que glorifiquen y exalten a regímenes dictatoriales, así como sus acciones delictivas, sobre la Fundación Francisco Franco, ejerciendo una clara apología de los valores nacionalcatólicos.
De nada sirve, si no hay un claro reconocimiento al antifascismo que mantuvo vivos desde la clandestinidad, los valores democráticos. De nada sirve, si no se desarrolla una verdadera Ley de Memoria Democrática, que impulse el conocimiento real e imparcial en los más jóvenes.
No, no tiene sentido la exhumación del genocida, porque ello no acabará con la impunidad de la Iglesia Católica en sus injustas inmatriculaciones, o en sus discursos de odio sobre la “ideología de género” o la “desviación de la conducta sexual”. Nada importa, si Tejero y sus secuaces siguen alentando el recuerdo de quién regó la tierra de sangre.
Tampoco tendrá sentido la exhumación, si no se consigue romper con el principio franquista de “una, grande y libre”. No, lamentablemente sacar a Franco del mausoleo que construyeron quienes defendieron la democracia, no es una victoria. Ganar el mundial, no nos hizo más españoles, ni la entrada del euro ser más europeos; y exhumar a Franco no nos hará ser un país más democrático.
A todo aquel que se preste a ser demócrata, ver salir de la tumba a quien alteró el orden democrático republicano, mediante el terror y la violencia; es como cumplir un sueño de verano. Pero pasarán los inviernos y la historia al igual que las hojas, se pudrirá en el suelo.
Por supuesto que hay que exhumar a Franco, pero, ante todo, hay que exhumar el franquismo sociológico del tuétano de sociedad.
Por Álvaro Valiente González
En la retórica de la política posmoderna, todo sirve para convertirse en el amo victorioso del relato. Pero exhumar los restos del genocida y representante del holocausto español, no hace de España un país más democrático. No, no lo hace.
La impunidad con la que ha contado el Franquismo durante los últimos cuarenta años, no se acabará con la salida del dictador de su tumba. Las medidas electoralistas, no son políticas públicas al uso, porque no cumplen otro objetivo que el de ser respondidas desde el plano electoral. Y exhumar a Franco a 18 días de las elecciones no es más que otra de las artimañas del PSOE para afrontar la campaña electoral.
Sacar a Francisco Franco no hará de España un país con mayores valores democráticos; porque seguirán más de 100.000 personas en paradero desconocido. No hará más democrática la memoria, porque el “Carnicero de Sevilla” (Queipo de Llano), seguirá siendo hermano mayor honorario de la Macarena, y sus restos permanecerán a los pies de su imagen.
Trasladar de sitio los restos de Franco, no sirve de nada, si se sigue haciendo caso omiso a las recomendaciones de organismos internacionales tales como la resolución aprobada el 20 de noviembre de 2018 en la Eurocámara para la ilegalización de las entidades y fundaciones que glorifiquen y exalten a regímenes dictatoriales, así como sus acciones delictivas, sobre la Fundación Francisco Franco, ejerciendo una clara apología de los valores nacionalcatólicos.
De nada sirve, si no hay un claro reconocimiento al antifascismo que mantuvo vivos desde la clandestinidad, los valores democráticos. De nada sirve, si no se desarrolla una verdadera Ley de Memoria Democrática, que impulse el conocimiento real e imparcial en los más jóvenes.
No, no tiene sentido la exhumación del genocida, porque ello no acabará con la impunidad de la Iglesia Católica en sus injustas inmatriculaciones, o en sus discursos de odio sobre la “ideología de género” o la “desviación de la conducta sexual”. Nada importa, si Tejero y sus secuaces siguen alentando el recuerdo de quién regó la tierra de sangre.
Tampoco tendrá sentido la exhumación, si no se consigue romper con el principio franquista de “una, grande y libre”. No, lamentablemente sacar a Franco del mausoleo que construyeron quienes defendieron la democracia, no es una victoria. Ganar el mundial, no nos hizo más españoles, ni la entrada del euro ser más europeos; y exhumar a Franco no nos hará ser un país más democrático.
A todo aquel que se preste a ser demócrata, ver salir de la tumba a quien alteró el orden democrático republicano, mediante el terror y la violencia; es como cumplir un sueño de verano. Pero pasarán los inviernos y la historia al igual que las hojas, se pudrirá en el suelo.
Por supuesto que hay que exhumar a Franco, pero, ante todo, hay que exhumar el franquismo sociológico del tuétano de sociedad.
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