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- El 15 de octubre de 2016, el presidente Erdogan anuncia que
Turquía cumplirá el “Juramento Nacional” de Mustafá Kemal Ataturk.
Turquía, que ya ocupa militarmente parte de Chipre y de Irak, reclama
parte de Siria y de Grecia. Su ejército inicia preparativos.
En 2011, Turquía organizó, como se le había solicitado, la migración
de 3 millones de sirios para debilitar la República Árabe Siria.
A partir de ese momento, Turquía apoyó a la Hermandad Musulmana y sus
grupos yihadistas, incluyendo al Emirato Islámico (Daesh), y de paso
saqueó las instalaciones de la ciudad siria de Alepo, cuyas maquinarias
fueron utilizadas para instalar fábricas de imitaciones de artículos
de grandes marcas en los territorios controlados por Daesh.
Entusiasmada por las victorias que obtuvo en Libia y Siria, Turquía
se convirtió en la gran protectora de la Hermandad Musulmana, se acercó
a Irán y desafió a Arabia Saudita. Desplegó bases alrededor del
reino saudita –en Qatar, Kuwait y Sudán– y después contrató oficinas
occidentales de relaciones públicas y destruyó la imagen del heredero
designado del trono saudita –el príncipe Mohamed Ben Salman–,
principalmente orquestando el “caso Kashoggi” [
1].
Poco a poco, Turquía se planteó extender su poderío, ambicionando
incluso convertirse en el 14º imperio mongol. Creyendo erróneamente que
esa evolución se debía sólo a la influencia de Recep Tayyip Erdogan,
la CIA trató varias veces de asesinarlo, llegando a provocar el intento
de golpe de Estado frustrado en julio de 2016. Vinieron después 3 años
de incertitudes, que terminaron en julio de 2019, cuando el presidente
Erdogan decidió hacer prevalecer el nacionalismo sobre el islamismo [
2].
Hoy en día, Turquía, aunque sigue siendo miembro de la OTAN, hace
posible la llegada del gas ruso hasta los países de la Unión Europea y
compra a Moscú los sistemas antiaéreos
S-400 [
3].
También ha optado por proteger a las minorías –incluyendo a los kurdos–
y ya no exige que un turco sea musulmán sunnita sino sólo que sea fiel
a su Patria.
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Durante
el verano, el presidente estadounidense Donald Trump anunció su
intención –ya expresada antes, el 17 de diciembre de 2018– de retirar
las fuerzas militares de Estados Unidos ilegalmente presentes en
suelo sirio, comenzando por las que estaban en los territorios sirios
designados en Occidente como «
Rojava», poniendo como condición
que se cortara la ruta de comunicación terrestre entre Irán y el Líbano
–lo cual es nuevo. Turquía aceptó ese compromiso a cambio de poder
ocupar militarmente la franja de territorio sirio (de 32 kilómetros de
profundidad) a lo largo de la frontera común, espacio desde donde los
artilleros kurdos podían bombardear el territorio turco.
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Rusia
hizo saber que no apoyaba a los grupos armados kurdos (YPG), que han
cometido crímenes contra la humanidad, y que aceptaría una intervención
turca si se permitía el regreso de la población cristiana a
los territorios de donde fue expulsada, compromiso que Turquía aceptó.
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Siria
hizo saber que no rechazaría de inmediato la intervención turca si
sus tropas podían liberar una extensión de territorio equivalente en la
gobernación de Idlib, lo cual aceptó Turquía.
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Irán
hizo saber que, aunque desaprueba toda intervención turca, su presencia
en Siria sólo busca proteger a las poblaciones chiitas y que
no le interesa lo que suceda en «
Rojava», precisión de la cual Turquía tomó nota.
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- El principio del fin de “Rojava” se produjo durante los
encuentros de alto nivel Rusia/Estados Unidos realizados en Tel Aviv y
en Ginebra en junio y agosto de 2019.
Varios encuentros de alto nivel y cumbres fueron organizados para
examinar las consecuencias de esas posiciones y arreglar cuestiones
secundarias –por ejemplo, el ejército turco no explotará el petróleo en
la franja fronteriza de suelo sirio sino que lo hará una compañía
estadounidense. Primeramente se realizaron los encuentros de alto nivel
entre los consejeros de seguridad de Rusia y Estados Unidos y luego
se reuniron los jefes de Estado de Rusia, Turquía e Irán.
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El 22 de julio de 2019, Turquía anuncia la suspensión de su acuerdo migratorio con la Unión Europea [
4].
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El
3 de agosto, el presidente turco Erdogan nombra nuevos oficiales
superiores, entre ellos varios kurdos, y ordena la preparación de la
operación militar en «
Rojava» [
5].
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El
presidente Erdogan ordena también que el ejército turco se retire ante
las fuerzas del Ejército Árabe Sirio (el ejército regular de Siria) en
la gobernación de Idlib, para que Siria pueda liberar allí un
territorio equivalente al que va a ser invadido por Turquía en el
noreste.
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El
23 de agosto, el Pentágono ordena el desmantelamiento de las
fortificaciones de las YPG para que el ejército turco pueda realizar
una ofensiva relámpago [
6].
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El
31 de agosto, en respaldo al ejército del gobierno sirio, el Pentágono
bombardea una reunión de dirigentes de al-Qaeda en la región de Idlib
utilizando datos de inteligencia proporcionados por Turquía [
7].
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El
18 de septiembre, el presidente Trump destituye a su consejero de
seguridad nacional, John Bolton, y nombra en ese cargo a Robert
O’Brien, quien ya se había ocupado de “arreglar” las consecuencias del
golpe de Estado frustrado en Turquía en julio de 2016 [
8].
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El
1º de octubre, el presidente Erdogan anuncia la relocalización
inminente de 2 millones de refugiados sirios en los territorios sirios
designados como «
Rojava» [
9].
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El
5 de octubre, Estados Unidos solicita a los países miembros de la
coalición internacional que “recuperen” a sus ciudadanos yihadistas
detenidos en «
Rojava». El Reino Unido solicita que los yihadistas
británicos sean enviados a Irak mientras que Francia y Alemania
rechazan la petición estadounidense [
10].
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El 6 de octubre, Estados Unidos anuncia que ya no se considera responsable de los yihadistas detenidos en «
Rojava», territorio que va a quedar bajo la responsabilidad de Turquía.
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El 7 de octubre, las fuerzas especiales estadounidenses comienzan a retirarse de «
Rojava».
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El
9 de octubre, tropas turcas –encabezadas específicamente por
oficiales kurdos– y milicias turcomanas que operan bajo la bandera del
llamado «
Ejército Libre Sirio» invaden la franja de territorio
sirio de 32 kilómetros de profundidad a partir de la frontera
turco-siria, territorio que se hallaba bajo control de las YPG kurdas.
La operación “Manantial de Paz” es perfectamente legal en derecho
internacional si se limita a la franja fronteriza de 32 kilómetros y si
no inicia una ocupación turca por tiempo indefinido [
11].
Es por esa razón que el ejército turco utiliza las milicias turcomanas
sirias para perseguir a los kurdos de las YPG en el resto de «
Rojava».
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- Reunión de coordinación de la operación militar turca
“Manantial de Paz” en el bunker del palacio presidencial turco,
en Ankara.
La prensa internacional, que no fue capaz de seguir la secuencia de
acontecimientos en el terreno y se conformó con repetir las
declaraciones oficiales contradictorias de los últimos meses, no sale de
su asombro. Todos los países denuncian a coro la operación militar
turca –al igual que Estados Unidos, Rusia, Israel, Irán y Siria– pero
todos la negociaron y la avalaron. Los que amenazan a Turquía
harían bien en pensar en el posible regreso de “sus” yihadistas,
fogueados durante la larga guerra en Siria, que aún están en Idlib.
El Consejo de Seguridad de la ONU se reúne en sesión urgente,
a solicitud del presidente francés Emmanuel Macron y de la canciller
alemana Angela Merkel. Para que no se vea que nadie se opone realmente a
la intervención turca –ni siquiera Francia– ese encuentro se hará a
puertas cerradas y ni siquiera habrá de emitirse una declaración del
presidente del Consejo.
Es poco probable que Siria, país exangüe, pueda recuperar
de inmediato esa franja de territorio –Irak tampoco ha podido liberar
la ciudad de Bachiqa, a 110 kilómetros de la frontera con Turquía, y la
Unión Europea tampoco ha liberado la tercera parte de Chipre, que
Turquía ocupa desde 1974.
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- El 11 de octubre, Jens Soltenberg otorga a Turquía la bendición de la OTAN.
A pesar de las solicitudes de Francia y Alemania, el Consejo
Atlántico no se ha reunido. El 11 de octubre, el secretario general de
la OTAN, Jens Stoltenberg, llega a Ankara para asegurarse de que la
operación está funcionando. Y celebra la grandeza de Turquía, ignorando
así los llamados de Alemania y Francia [
12].
El 13 de octubre, ya en plena debacle, las YPG introducen cambios en
su dirigencia. Siguiendo los consejos de Rusia, los dirigentes kurdos
–que siempre han mantenido negociaciones con la República Árabe Siria–
llegan a la base aérea rusa de Hmeimim para hacer una declaración de
lealtad a Siria [
13]. Pero algunos miembros de la dirección de las YPG cuestionan la renuncia al proyecto de «
Rojava».
El 14 de octubre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump,
anuncia la adopción de sanciones contra Turquía. Pero son sanciones
puramente simbólicas que permiten a Ankara continuar su operación
militar ignorando las críticas [
14].
El presidente Trump logra así cerrar la cuestión de «
Rojava».
El ejército ruso ha tomado las bases estadounidenses, abandonadas por
las fuerzas de Estados Unidos, como mensaje que confirma el lugar que
Rusia ocupa ahora en la región… en lugar de Estados Unidos. Siria,
denuncia la intervención turca… pero ha liberado una cuarta parte de su
territorio nacional. Turquía resuelve la cuestión del terrorismo kurdo
y se plantea resolver la de los refugiados sirios. Para ella será
grande la tentación de no detenerse ahí.
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