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Conferencia de Munich: el presidente alemán Steinmeier reclama una política de gran potencia gemanoeuropea
Traducido por el equipo de Sott.net en español
La clase dirigente de Alemania está decidida a promover el regreso del militarismo por todos los medios. El Presidente Federal Frank-Walter Steinmeier (Partido Socialdemócrata, SPD) lo subrayó en su discurso de apertura durante la Conferencia de Munich sobre la seguridad de este año.
"Nuestro mundo actual ya no es el mismo que en 2014", advirtió nada más empezar su discurso. "Hace exactamente seis años, comenté aquí que la responsabilidad de la política exterior alemana tenía que probar su validez", dijo. "Muchas cosas han cambiado desde entonces" y por lo tanto quiso "hablar claramente" sobre "la apariencia del mundo actual desde la perspectiva alemana".
El Jefe de Estado alemán no se anduvo con rodeos. Retrató un mundo en el que las potencias imperialistas se preparan abiertamente para la guerra y un nuevo reparto del mundo, como en la víspera de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Estamos siendo testigos de "una dinámica cada vez más destructiva en política internacional". Dijo que "la idea de 'competencia entre grandes potencias' no sólo influye en los documentos estratégicos actuales. También está redefiniendo la realidad en el mundo entero, y sus rastros se remontan a guerras interminables como las de Oriente Medio y Libia con sus cuantiosas pérdidas de vidas".
Setenta y cinco años después del final de la Segunda Guerra Mundial, además de Rusia y China, el imperialismo alemán cuenta una vez más con los Estados Unidos de entre sus adversarios internacionales. "Nuestro aliado más cercano, los Estados Unidos de América, rechaza el concepto mismo de una comunidad internacional. Estima que cada país debe de protegerse a sí mismo y poner sus intereses por encima de los demás. Como si el hecho de pensar cada uno en si mismo implicara que todos fueran a ser tomados en consideración. "Great again" [grande de nuevo]" - incluso a expensas de vecinos y socios, criticó Steinmeier.
Su conclusión: establecer una política militar y de gran potencia independiente entre Alemania y Europa que permita a Berlín desempeñar un papel en futuros conflictos y hacer valer sus intereses económicos y geoestratégicos en todo el mundo.
Lo que se dice es inequívoco: para promover los intereses alemanes en el mundo entero, hay que ensuciarse las manos. "El que quiera hacer la paz en Libia tiene que estrechar muchas manos, y no todas son limpias", dijo Steinmeier de forma provocativa. "Quien quiera luchar contra el terrorismo en la región del Sahel -y tenemos algunos años de experiencia en Malí- no puede contentarse con un simple '¿enviamos tropas, sí o no?', sino que debe ante todo abordar la complejidad de las causas del conflicto sobre el terreno para lograr una estabilidad garantizada. No puede haber resolución de conflictos, y mucho menos comprensión, de otra manera".
En un discurso posterior, el ministro de Relaciones Exteriores Heiko Maas (también SPD) se expresó de manera igualmente beligerante.
Los discursos de Steinmeier y Maas, así como el conjunto del desarrollo político de Alemania, subrayan que la clase dirigente no ha aprendido una sola lección a partir de las catástrofes del siglo XX. Igual que en los años 30, reaccionó a la profunda crisis del capitalismo con el militarismo, la guerra y el fascismo.
La decisión tomada la semana pasada de la Unión Demócrata Cristiana de Turingia (CDU) de elegir un primer ministro de Estado con la Alternativa de extrema derecha para Alemania (AfD) mostró hasta qué punto la burguesía alemana ya depende directamente de las fuerzas de extrema derecha para llevar a cabo su trayectoria militarista y antiobrera, muy a pesar de la resistencia popular. El propio Steinmeier juega un papel central en este contexto.
Poco después de su participación en la Conferencia de Seguridad de Munich en 2014 como ministro de Relaciones Exteriores en aquel momento, Steinmeier expresó abiertamente su solidaridad con las fuerzas fascistas ucraniana. Durante el golpe de Estado apoyado por Berlín, dio la bienvenida en la embajada alemana a Kiev Oleh Tyahnybok, el líder del partido fascista Svoboda, quien hasta entonces había sido principalmente un aliado del Partido Nacional Alemán neonazi (NPD). Tyahnybok es conocido por sus diatribas antisemitas en las que incitaba a la población "contra los cerdos judíos y otras escorias". Sus modelos son los colaboradores nazis como Stepan Bandera y Roman Shukhevych, quienes estuvieron involucrados en la masacre de miles de judíos ucranianos.
Después de que el ADF entrara en el Bundestag (Parlamento Federal) en septiembre de 2017, Steinmeier utilizó su discurso durante el Día de la Unidad Alemana para promover una cooperación más estrecha con las fuerzas de extrema derecha en la propia Alemania. Refiriéndose a los resultados de las elecciones de la AfD, aseguró: "Nuestras diferencias no deben convertirse en enemistades, las diferencias no deben ser irreconciliables". A finales de noviembre de 2017, invitó a los entonces copresidentes de la AfD, Alexander Gauland y Alice Weidel, a las conversaciones políticas en su residencia oficial del Palacio de Bellevue. El rearme de las Bundeswehr (fuerzas armadas) y la ofensiva de guerra, planeada a partir de ahora, no ayudarán a poner un punto final a la cooperación con la AfD, sino que la intensificarán aún más.
La clase dirigente de Alemania está decidida a promover el regreso del militarismo por todos los medios. El Presidente Federal Frank-Walter Steinmeier (Partido Socialdemócrata, SPD) lo subrayó en su discurso de apertura durante la Conferencia de Munich sobre la seguridad de este año.
"Nuestro mundo actual ya no es el mismo que en 2014", advirtió nada más empezar su discurso. "Hace exactamente seis años, comenté aquí que la responsabilidad de la política exterior alemana tenía que probar su validez", dijo. "Muchas cosas han cambiado desde entonces" y por lo tanto quiso "hablar claramente" sobre "la apariencia del mundo actual desde la perspectiva alemana".
El Jefe de Estado alemán no se anduvo con rodeos. Retrató un mundo en el que las potencias imperialistas se preparan abiertamente para la guerra y un nuevo reparto del mundo, como en la víspera de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Estamos siendo testigos de "una dinámica cada vez más destructiva en política internacional". Dijo que "la idea de 'competencia entre grandes potencias' no sólo influye en los documentos estratégicos actuales. También está redefiniendo la realidad en el mundo entero, y sus rastros se remontan a guerras interminables como las de Oriente Medio y Libia con sus cuantiosas pérdidas de vidas".
Setenta y cinco años después del final de la Segunda Guerra Mundial, además de Rusia y China, el imperialismo alemán cuenta una vez más con los Estados Unidos de entre sus adversarios internacionales. "Nuestro aliado más cercano, los Estados Unidos de América, rechaza el concepto mismo de una comunidad internacional. Estima que cada país debe de protegerse a sí mismo y poner sus intereses por encima de los demás. Como si el hecho de pensar cada uno en si mismo implicara que todos fueran a ser tomados en consideración. "Great again" [grande de nuevo]" - incluso a expensas de vecinos y socios, criticó Steinmeier.
Su conclusión: establecer una política militar y de gran potencia independiente entre Alemania y Europa que permita a Berlín desempeñar un papel en futuros conflictos y hacer valer sus intereses económicos y geoestratégicos en todo el mundo.
"Para Alemania, Europa no sólo es algo agradable que se tiene en caso de que otras sociedades se marchitaran", explicó. "No, representa nuestro más fuerte y fundamental interés nacional. Hoy y mañana, Europa es el marco indispensable para afirmarnos en el mundo"Steinmeier no dejó ninguna duda respecto de su intención con esta "autoafirmación", la cual no es otra cosa que la repetición del pasado, el aumento masivo de armamento, guerras y crímenes imperialistas por parte de Alemania. "El instrumento militar es indispensable para nuestra seguridad", recordó Steinmeier a su audiencia en el Hotel Bayrischer Hof. El esfuerzo para alcanzar el objetivo acordado de la OTAN del dos por ciento es "correcto y necesario", dijo. En general, explica, no debemos "sobrecargar nuestra política exterior con la esperanza de atraer la salvación", porque "es más probable que las posiciones moralmente guiadas sean más susceptibles de vendar nuestros ojos en cuanto a la necesidad y posibilidades reales de nuestras acciones".
Lo que se dice es inequívoco: para promover los intereses alemanes en el mundo entero, hay que ensuciarse las manos. "El que quiera hacer la paz en Libia tiene que estrechar muchas manos, y no todas son limpias", dijo Steinmeier de forma provocativa. "Quien quiera luchar contra el terrorismo en la región del Sahel -y tenemos algunos años de experiencia en Malí- no puede contentarse con un simple '¿enviamos tropas, sí o no?', sino que debe ante todo abordar la complejidad de las causas del conflicto sobre el terreno para lograr una estabilidad garantizada. No puede haber resolución de conflictos, y mucho menos comprensión, de otra manera".
En un discurso posterior, el ministro de Relaciones Exteriores Heiko Maas (también SPD) se expresó de manera igualmente beligerante.
"Lo diré sin rodeos: Alemania está dispuesta a asumir un mayor compromiso, incluyendo compromisos militares", aseguró. "Pero este compromiso militar debe inscribirse en una política lógica... El exministro de defensa Peter Struck tenía razón. Un día manifestó que la seguridad alemana también la defendía el Hindu Kush. Y no nos olvidemos que actualmente lo mismo sucede en Irak, Libia y el Sahel, además de la mesa de negociaciones en Nueva York, Ginebra o Bruselas".Steinmeier y Maas trataron cínicamente de vender sus agresivos alegatos a favor de una política global germanoeuropea en estrecha alianza con Bruselas y Francia en respuesta a las "lecciones de la historia alemana" y al retorno de las fuerzas fascistas y de extrema derecha. "Hoy en día los espíritus malignos del pasado - pensamiento etnocéntrico, racismo, antisemitismo - están surgiendo en nuestro país bajo una nueva apariencia. Por lo tanto, solicitan nuestra participación una vez más, pero no en Alemania únicamente", proclamó Steinmeier.
Los discursos de Steinmeier y Maas, así como el conjunto del desarrollo político de Alemania, subrayan que la clase dirigente no ha aprendido una sola lección a partir de las catástrofes del siglo XX. Igual que en los años 30, reaccionó a la profunda crisis del capitalismo con el militarismo, la guerra y el fascismo.
La decisión tomada la semana pasada de la Unión Demócrata Cristiana de Turingia (CDU) de elegir un primer ministro de Estado con la Alternativa de extrema derecha para Alemania (AfD) mostró hasta qué punto la burguesía alemana ya depende directamente de las fuerzas de extrema derecha para llevar a cabo su trayectoria militarista y antiobrera, muy a pesar de la resistencia popular. El propio Steinmeier juega un papel central en este contexto.
Poco después de su participación en la Conferencia de Seguridad de Munich en 2014 como ministro de Relaciones Exteriores en aquel momento, Steinmeier expresó abiertamente su solidaridad con las fuerzas fascistas ucraniana. Durante el golpe de Estado apoyado por Berlín, dio la bienvenida en la embajada alemana a Kiev Oleh Tyahnybok, el líder del partido fascista Svoboda, quien hasta entonces había sido principalmente un aliado del Partido Nacional Alemán neonazi (NPD). Tyahnybok es conocido por sus diatribas antisemitas en las que incitaba a la población "contra los cerdos judíos y otras escorias". Sus modelos son los colaboradores nazis como Stepan Bandera y Roman Shukhevych, quienes estuvieron involucrados en la masacre de miles de judíos ucranianos.
Después de que el ADF entrara en el Bundestag (Parlamento Federal) en septiembre de 2017, Steinmeier utilizó su discurso durante el Día de la Unidad Alemana para promover una cooperación más estrecha con las fuerzas de extrema derecha en la propia Alemania. Refiriéndose a los resultados de las elecciones de la AfD, aseguró: "Nuestras diferencias no deben convertirse en enemistades, las diferencias no deben ser irreconciliables". A finales de noviembre de 2017, invitó a los entonces copresidentes de la AfD, Alexander Gauland y Alice Weidel, a las conversaciones políticas en su residencia oficial del Palacio de Bellevue. El rearme de las Bundeswehr (fuerzas armadas) y la ofensiva de guerra, planeada a partir de ahora, no ayudarán a poner un punto final a la cooperación con la AfD, sino que la intensificarán aún más.
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