¿El fin de Elba Esther?
Dos importantes acciones se
presentaron el pasado 10 de diciembre: la iniciativa del gobierno actual
para cambiar la educación y darle al Estado su rectoría; y un
diagnóstico que hicieron 76 autores en 29 estados del país, que hace 10
propuestas educativas para un plazo de 10 años, por parte del rector de
la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Narro Robles.
En
ese último se lee: es indispensable “la transformación profunda […] que
permita romper las condiciones de reproducción de la desigualdad social
y afirmar las bases para un desarrollo con justicia y democracia”.
Entre quienes elaboraron el
diagnóstico están dos exsecretarios de Educación Pública: José Ángel
Pescador y Fernando Solana, quien también ocupó el cargo de secretario
general de la UNAM en la época de Javier Barrios Sierra. Para los
autores es necesario abatir el analfabetismo, exaltar los valores
cívicos y laicos. Algo importante ahora que los clérigos están al
acecho, dada la religiosidad de la pareja en Los Pinos: Enrique y
Angélica, conocida como la Gaviota.
Por su parte, la iniciativa peñista
tiene varios rubros, aunque uno inicial: saber cuántas aulas, maestros y
alumnos tenemos en el país. Algo tan elemental que no se conoce, porque
en la nefasta era panista la educación –y otros asuntos del gobierno–
se dejó en manos de Elba Esther Gordillo; el poder, en el Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y en organizaciones que
se presentan como independientes y hasta beligerantes en el contexto
social.
El Estado debe tener la rectoría de la
educación, amén de contar con un sistema profesional docente en el que
las promociones (escalafón) sean para los más aptos y no para los más
cercanos a los líderes o, peor, para quienes se dedican a la política,
sobre todo en tiempos electorales: el SNTE tiene un grupo de miles, que
entre sus variadas labores inducen el voto y cuidan las urnas.
Otro planteamiento es que exista un
sistema de evaluación en todos los órdenes; para esto habrá un organismo
autónomo, con patrimonio propio, integrado por cinco miembros
propuestos por el Poder Ejecutivo y seleccionados por la Cámara de
Senadores, como se hace con algunas instituciones muy conocidas en el
país.
Se busca que haya 40 mil escuelas de tiempo completo, con jornadas estudiantiles de 6 a 8 horas diarias.
Una medida que se votará para
incluirse en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es
que se impedirá la venta de refrescos y productos chatarra en
las escuelas. La propuesta es importante porque los índices de obesidad
en nuestros niños y jóvenes son de los más altos en el mundo. Pero
algunos comentaristas, como Jorge Alcocer, les parece inaceptable
introducirlo en nuestra Carta Magna. Tienen razón: hay cuestiones que no
deben estar en el texto más importante que existe. Lo mejor es que en
las cooperativas escolares haya alimentos sanos y evitar que en los
alrededores de las escuelas prolifere la venta de esos productos chatarra.
Y aquí hay un hueco en las propuestas
conocidas. Ninguna se refiere a un poder que es inmenso en el imaginario
de los niños: la televisión. Ésta ha pervertido los hábitos de consumo
de ellos y de toda la población. Y si bien no se trata de coartar la
libertad de comercio, sí deberían regularse los anuncios que
generalmente incitan a comer y beber una serie de productos que no
nutren y sí llenan la tripa. Muchos realizan campañas en los medios de
difusión diciendo que cambiaron, pero la verdad es que son nocivos en
grado extremo.
Entrevistado en varios noticiarios, el
secretario Emilio Chuayffet recordó que Jesús Reyes Heroles, cuando era
titular de Educación, dijo que la tarea educativa parecía un elefante reumático.
Eso fue hace 27 años. Luego de que la plaza se entregó a una sola
persona, los resultados son evidentes: últimos lugares en lectura,
matemáticas y ciencias. Urge, pues, hacer la tarea para cambiar algo
fundamental en este país si en realidad queremos salir de ese bache.
Al acto peñista no asistió la maestra Elba Esther. El dirigente virtual del SNTE, Juan Díaz de la Torre, estuvo de pisa y corre
y la coordinadora del Partido Nueva Alianza (Panal), Lucila Garfias,
llamó a evaluar también a Emilio. Días antes, el jefe aparente del
Panal, Luis Castro, se había quejado de que su organización no había
sido invitada a firmar el Pacto por México, que signaron los partidos
Revolucionario Institucional, Acción Nacional y de la Revolución
Democrática. Lo que muestra que se hace a un lado a estos personajes que
obtuvieron prebendas al por mayor durante mucho tiempo.
Pero como retrata muy bien el caricaturista Magú en La Jornada
(11 de diciembre de 2012), la chiapaneca no está muerta y tiene muchas
armas todavía para oponerse. La más importante y que muchos no mencionan
es si en verdad el gobierno actual cumplirá su palabra o quedará en
simple pieza ornamental.
Mientras tanto, a la Secretaría de
Educación Pública (SEP) han llegado buenos elementos. En la
Subsecretaría de Educación Básica se nombró a Alba Martínez Olivé,
conocedora del tema e hija de Arnoldo del mismo apellido, líder del
Partido Comunista de México (PCM) durante años. En Planeación se puso a
Enrique del Val, que llega de la UNAM y fue integrante del PCM. En
Educación Superior está Fernando Serrano Migallón, un abogado que fue
director de la Facultad de Derecho de la UNAM, escritor de libros
diversos y conocedor de lo que debe hacerse realmente en tiempos
difíciles. La nota discordante la da Rodolfo Tuirán, el cual
repite y tuvo fama de progresista, aunque en su paso por la SEP dejó
hacer lo que les vino en gana a todos los rectores de universidades chatarra o no. Y fue complaciente con Elba Esther.
*Periodista
Fuente: Contralínea 317 / enero 2013
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