Retrato hablado: Judas Iscariote, el postol ahorcado por la historia
Para algunos, su nombre es sinónimo de traición y maldad; para otros es el hombre que tuvo un papel fundamental en la salvación de la humanidad
Juan Pablo Reyes
31/03/2013 02:19
El que el nombre de Judas se haya convertido desde los inicios de la comunidad cristiana en sinónimo de traición, mentira, maldad y latrocinio se debe a que los cuatro evangelios canónicos de Juan, Mateo, Lucas y Marcos, los cuales fueron aprobados por el cristianismo primitivo, coinciden en señalar al apóstol Judas como el traidor que entregó a Jesús la noche del Jueves Santo, en el Monte de los Olivos, a los líderes religiosos de los judíos para que lo juzgaran y posteriormente lo llevaran ante los romanos para que lo sentenciaran a muerte.
Uno de los textos sagrados indica que Judas, lleno de remordimiento, se ahorcó y, por ello, al suicidarse rechazó la misericordia que Dios pone al alcance de todos los seres humanos, como fue el caso de Pedro, quien también traicionó a Cristo al negarlo en tres ocasiones, pero luego se arrepintió.
Sin embargo, para el fallecido obispo y conferencista Pablo de Ballester, la lectura objetiva de los textos plasmados en el Nuevo Testamento facilita la detección de “opiniones y prejuicios estrictamente personales de sus autores que, con tal de exaltar el papel del Mesías en la salvación de la humanidad y hacer coincidir hasta el mínimo detalle los textos proféticos con la vida de Jesús, no dudan en responsabilizar de todos los males al apóstol, tesorero, crítico y hombre de mayor confianza de Cristo por tres años”.
El evangelio de Judas
En 2006, National Geographic presentó el denominado Evangelio de Judas, documento descubierto en Egipto durante 1970 y que presuntamente contiene grandes revelaciones sobre Jesús y su relación con Judas Iscariote y que llevaría a reformular algunas verdades fundamentales sobre el cristianismo.
Dicho “evangelio” destaca que Judas Iscariote fue el discípulo predilecto de Jesús y entregó a su maestro para cumplir con una orden derivada de un plan previsto por el propio Jesucristo para que, al ser crucificado, quedará liberado de su cuerpo y pudiera ingresar a su celestial reino.
La Iglesia católica no acepta esta postura, dada a conocer hace siete años, bajo el argumento de que el Evangelio de Judas es un escrito perteneciente a la corriente doctrinal llamada gnosticismo y su origen se remonta hacia el año 150 o 200 después de Cristo y el manuscrito presentado por National Geographic se trata de una copia, escrita en lengua copta y fechada aproximadamente en el año 300.
Desde el siglo II, la Iglesia conocía la existencia del evangelio de Judas. San Ireneo de Lyon, en su libro llamado Contra los herejes, menciona el Evangelio de Judas y describe su contenido en general, considerándolo una herejía.
“Judas traicionó al Señor, no fue leal a Cristo y lo entregó a los sumos sacerdotes de los judíos para que fuera asesinado; la Iglesia sólo repite y enseña lo que está presente en los evangelios canónicos, no dice alguna otra situación demás”, explicó a Excélsior el sacerdote Pedro Agustín Rivera.
De acuerdo con reconstrucciones históricas, basadas en los textos evangélicos y en los llamados evangelios apócrifos, Judas Iscariote nació en la población de Carioth, en Judea, y al unirse al grupo de los apóstoles de Jesús de Nazaret se convirtió en el administrador de los fondos de la agrupación.
Los discípulos no veían con buenos ojos a Judas, debido a que era el único que no provenía de Galilea y posteriormente fue acusado de robar el dinero del que era responsable por ser el tesorero del grupo.
Joseph Ratzinger, en el segundo tomo de su texto Jesús de Nazaret, el evangelista San Juan, no da ninguna interpretación sicológica del comportamiento de Judas y el único punto de referencia que ofrece es la alusión al hecho de que, como tesorero del grupo de los discípulos, Judas les habría sustraído su dinero.
“Su segunda tragedia, después de la traición, es que ya no logra creer en el perdón. Su arrepentimiento se convierte en desesperación. Ya no ve más que a sí mismo y sus tinieblas, ya no ve la luz de Jesús, esa luz que puede iluminar y superar incluso las tinieblas. De este modo, nos hace ver el modo equivocado del arrepentimiento”, señala el ahora Papa emérito.
El final de Judas
Existen dos versiones diferentes sobre la muerte de Judas Iscariote, una la da el evangelista Mateo, quien detalla que Judas, al ver que habían condenado a Jesús y aturdido por el remordimiento, devolvió las 30 monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo que había pecado y entregado a un hombre inocente, lo cual poco importó a los líderes religiosos de los judíos, y fue entonces cuando Judas tiró las monedas en el Templo y finalmente se ahorcó.
Mateo relata que los sacerdotes recogieron el dinero y al considerarlo que estaba manchado de sangre no lo pusieron en la alcancía de las ofrendas. Tras deliberar, compraron con él un terreno llamado el Campo del Alfarero, para que sirviera de sepultura a los extranjeros y por esa razón ese sitio es conocido actualmente como Campo de Sangre.
En cambio, el libro de Los Hechos explica que cuando los apóstoles buscaban a un sustituto de Judas, con el fin de completar de nueva cuenta el número de doce, Pedro tomó la palabra y dijo: “Hermanos, era necesario que se cumpliera la Escritura, en la que el Espíritu Santo, por medio de David, había dicho ya acerca de Judas, que fue el guía de los que apresaron a Jesús. Pues Judas era uno de los nuestros y obtuvo un puesto en este ministerio. Pero fue y compró una finca con el dinero que le pagaron por su maldad. Luego cayó de cabeza, se reventó por el medio y se derramaron todos sus intestinos. Cuando los habitantes de Jerusalén lo supieron y denominaron a aquel sitio como Campo de Sangre”.
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