viernes, 12 de abril de 2013

Golpe de Echeverría a Excélsior, “para perpetuarse en el poder”

Golpe de Echeverría a Excélsior, “para perpetuarse en el poder”

Partidarios y detractores de la independencia de Scherer coincidieron en que el ex presidente maniobró para influir en su sucesor
La relación que Luis Echeverría Álvarez tuvo con los medios de comunicación es, tal vez, la más polémica que un presidente mexicano haya mantenido, en la historia reciente.

El ex mandatario (gobernó de 1970 a 1976) estuvo directamente implicado en el destino de los periódicos Excélsior, El Universal (los dos más importante de aquel sexenio) y El Sol de México, además de interesarse en los canales de televisión 4 o 5, de acuerdo con cables de la diplomacia estadunidense difundidos por la organización WikiLeaks.

El caso más sonado fue el “golpe a Excélsior”. Este hecho consistió en la defenestración del entonces director del diario, Julio Scherer García, debido a un “golpe” interno, orquestado por Echeverría.

Según un documento de la embajada de EU fechado el 12 de julio de 1976 (es decir, cuatro días después de la salida de Scherer) y calificado como confidencial, personal de la legación se reunió con gente cercana a Scherer y con analistas políticos mexicanos, que coincidieron en que la autoría del hecho recaía en Echeverría, y que el objetivo era el mismo: deshacerse de un poderoso oponente de Echeverría, que buscaba perpetuarse en el poder.

No obstante, ambas fuentes, cuyos nombres no se revelan, dan una explicación muy distinta al hecho. Según el documento firmado por el entonces embajador estadunidense en México, Joseph John Jova, para el seguidor de Scherer el golpe fue impulsado por la independencia de Excélsior y las notas críticas hacia el régimen. Los analistas, en cambio, aseguraron que “la irritación sobre la independencia de Excélsior definitivamente no estaba involucrada. Al contrario, Excélsior, en cierto modo, “legitimó” la administración de Echeverría mediante las frecuentes críticas de diversas políticas gubernamentales. A despecho de la independencia del diario, el liderazgo del diario había sido genuinamente partidario del gobierno”. Y el cable cita las palabras de uno de los analistas: “Si Excélsior no hubiera existido, Echeverría habría tenido que inventarlo”, a fin de hacer creíble su “política de apertura”.

Esta teoría también asienta que Echeverría buscaba seguir siendo el poder en la sombra después de que abandonara Palacio Nacional. Considera que, con este objetivo, Echeverría impuso a López Portillo como su sucesor, ya que en él podría tener una mayor influencia. (Paralelamente, en otro cable difundido por WikiLeaks se asienta que la embajada tuvo conocimiento de un presunto plan de Echeverría para matar a López Portillo y así alargar su poderío).

Es en esta clave, asienta la fuente de la embajada estadunidense, como debe leerse el ataque a Scherer y su equipo: “Pese a que un Excélsior liderado por Scherer podría haber sido independiente y un ocasional crítico de la administración de López Portillo, podría haber sido un partidario, y podría haberse opuesto firmemente a los esfuerzos de Echeverría (ya ex presidente) por conservar el poder político y la influencia”.

Estas ansias de un nuevo “maximato” se reflejan incluso en otro cable, que asienta que Echeverría barajó la posibilidad de modificar la Constitución del país para poder relegirse, según llegó a oídos de la embajada de Estados Unidos en México. La legación terminó informando a Washington que le daba poca credibilidad a esos rumores; sin embargo, consideró llamativa la desconfianza que el presidente inspiraba en diversos sectores de la sociedad mexicana.

En tanto, el partidario de Scherer relató cuatro hechos del “golpe” que mostraban la impronta echeverrista y demostraban que desde la oficina del presidente se había fraguado el ataque: el invasor de los terrenos Paseos de Tasqueña, propiedad de los trabajadores de Excélsior, se reunió varias veces con el líder de los disidentes de Scherer (Regino Díaz Redondo -aunque el cable equivoca el nombre y le dice “Jorge”) y con autoridades gubernamentales; Díaz Redondo formó “porras” (grupos de choque armados), que intimidaron a los trabajadores apolíticos; Scherer pidió que la policía o Echeverría protegieran las instalaciones del diario, y ni el jefe policiaco ni el presidente le tomaron la llamada; y un cercano aliado de Echeverría, Enrique González Pedrero, estuvo reclutando “periodistas respetables y académicos” para llenar el hueco dejado por la partida de Scherer y alrededor de 48 colaboradores.

El cable concluye asentando que la embajada, hasta ese momento, no había conversado al respecto con partidarios de Echeverría.

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=GNSeUYmh1Y4

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