Esperanza económica se debilita
En enero del 2013, el Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa mexicana establecía cada día niveles récord, alcanzando casi los 50,000 puntos al cierre del primer mes del año. Sin embargo, aunque se sabía de un entorno internacional con dificultades en lo financiero y lo económico, las expectativas de los inversionistas seguían a la alza, siempre alentadas por corredurías, analistas y el gobierno.
Si bien paulatinamente las expectativas de los inversionistas se han visto cargadas de dudas acerca del rumbo de la economía, es posible destacar algunos factores que si bien no dan para echar las campanas al vuelo, tampoco anticipan que nos perfilamos al abismo.
Algunas de las más grandes economías de Europa y Asia entraron o siguen en recesión, arrastradas por las manufacturas. Del lado positivo, están las economías de Estados Unidos y China, que continúan en expansión.
En México, son cada vez más las luces de alerta que se activan; esto tras la inesperada caída del PIB en el primer trimestre.
Retroceden los ingresos petroleros, cae el envío de remesas y las compras al menudeo son cada vez más débiles.
En lo positivo, aún crece el financiamiento de la banca para las empresas, hay buen nivel de reservas internacionales y los empleos generados, según el IMSS, se recuperan. Aunque la caída en los ingresos petroleros y remesas, así como la baja en ventas en las tiendas asociadas a la ANTAD y la disminución en el dinamismo en la industria automotriz hacen suponer que el contexto puede ponerse aún más difícil en los meses por venir.
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luis.caballero@eleconomista.mx
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