Por Meredith Rector
El cultivo del mango en el Estado del sur de
México, Oaxaca, está provocando un enorme gasto sociopolítico, mucho
mayor que el precio de la fruta en los supermercados. Para el cártel
mexicano de la droga, que ha de encontrar nuevas vías para tratar de
comercializar sus productos en el mercado estadounidense, esconder las
drogas en los envíos de mango es una práctica de riesgo pero viable.
Pero para la gente de Oaxaca, sin embargo, esta infiltración en una de
las industrias más importantes de la región supone una amenaza para una
vida controlada por la violencia y los amplios efectos sobre la
sociedad.
El narcotráfico es un problema complejo y
multifacético, y ha proliferado a medida que México se sigue enfrentando
a los problemas económicos y a la ingobernabilidad. Varios sectores de
la economía mexicana se han visto sumidos en el fracaso como resultado
directo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que
entró en vigor en 1994. Según Clint McCowen en su informe Globalización y el mercado mexicano, el
período posterior a la aplicación del TLCAN provocó una enorme pérdida
de empleos, alcanzado la tasa de desempleo más del 55%. Parte de esta
pérdida de empleo fue debido a que muchas empresas mexicanas no podían
competir con los productos subvencionados importados después de la
eliminación de los aranceles y las barreras comerciales y la
privatización de la empresas que antes eran estatales. Este golpe
también afectó a las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas y dejó
al sector agrícola en manos de las Corporaciones, lo que costó a los
agricultores mexicanos la cantidad de 12.800 millones de dólares entre
1997 y 2005.
Un sector de la economía mexicana que sí creció
durante este período de estancamiento fue el sector informal, es decir,
la actividad económica que no tributa ni está regulada por el Gobierno,
entre la que se encuentra el narcotráfico. El progreso de estas
industrias en sus respectivos campos y el control del sector agrícola
por los cárteles de la droga ha llevado a la aparición de un híbrido
socioeconómico, “la narcoagricultura”. Diferentes tipos de frutas han
servido a las operaciones del cártel de la droga en los últimos años.
Pero el sector más reciente donde se ha infiltrado es el mercado del
mango.
Oaxaca ha sentido especialmente los efectos de
la infiltración del cártel de la droga porque es un gran productor de
mangos dentro de la economía mundial. Ha exportado 32.000 t0neladas de
mangos a Canadá y los Estados Unidos, sólo en la temporada de 2016, de
modo que ninguna otra región ha conseguido tales niveles.
Según Will Cavan, Director Ejecutivo de la
Asociación Internacional del Mango, las explotaciones de mango no sólo
sirven para que los cárteles de la droga laven su dinero, sino que
también les permite el control de los precios en el mercado y los
beneficios.
Los cárteles regionales pueden ordenar una
paralización en la producción para así elevar los precios. Las tácticas
como la intimidación, el secuestro, el asesinato y la extorsión se
utilizan para influir en la cantidad de mangos que deben estar
disponibles en el mercado, a conveniencia de los cárteles. Gran parte de
los beneficios nunca van a parar a los productores, según Cavan.
Además de estas tácticas violentas típicas de
los cárteles en la última década, los cabecillas de los cárteles están
implicados en la producción o restricción de productos con el fin de
blanquear el dinero y diversificar sus operaciones. E incluso antes de
que se manipulen los mercados, los cárteles pueden manipular la
contratación de una mano de obra gratuita o muy barata para el proceso
de recolección. Los oaxaqueños a menudo emplean mano de obra agrícola
para aliviar la pobreza extrema muy común en las zonas rurales de
México.
Muchos aceptan unos salarios muy bajos en
complicidad con los cárteles para que ellos y sus familias puedan
subsistir. Además de la mano de obra local, los inmigrantes
centroamericanos son forzados frecuentemente a trabajar para los
cárteles en esta región, según el líder de desarrollo comunitario Ángel
Álvarez. Debido a que los inmigrantes no tienen a menudo documentación
legal para estar en México, pueden ser detenidos y no son una prioridad
para el sobrecargado sistema judicial mexicano. En general, la
combinación de viejas tácticas y otras nuevas se están utilizando para
infiltrarse en la industria del mango, desde el cultivo y la recolección
hasta el envío y la distribución.
Aparte del control sobre el producto, el éxito
del mercado y el acceso a mano de obra barata, el mercado del mango
tiene otro beneficio para los cárteles. Esta industria permite el
contrabando de drogas, ya que los agentes de la patrulla fronteriza no
pueden inspeccionar todas las cajas.
En su libro Los cazadores de frutas, Adam
Leith Gollner conversa con un profesional de la Industria frutícola de
Montreal sobre la dejadez en el control de las grandes cantidades de
fruta y el soborno a las patrullas de control fronterizo. Con una
adecuada preparación de todas estas circunstancias, los cárteles pueden
garantizar el paso de sus productos, ya sean legales o ilegales.
Esta concurrencia del comercio ilegal de drogas
con la agricultura mexicana destinada a la exportación, ha provocado
nuevos desafíos: impedir los efectos dañinos de los cárteles de la droga
y su cultura del miedo y la violencia, permitiendo que uno de los
sectores más brillantes de la economía mexicana prospere. Abordar un
problema regional tan complejo requiere de una mutua comprensión entre
las autoridades de los Estados Unidos y de México.
¿La reciente elección de Donald Trump como
Presidente de los Estados Unidos permitirá tal colaboración? La
Administración de Trump puede optar por limitar las transacciones con
México en todos los ámbitos. El TLCAN, el acuerdo de colaboración más
importante entre los dos países, está en peligro.
Una de las promesas más importante de las
campaña presidencial de Trump fue la de que cancelaría el TLCAN, porque
afirma que es “quizás el peor acuerdo comercial jamás firmado en cualquier lugar, pero efectivamente firmado en este país”.
Sin embargo, la cancelación del acuerdo
comercial TLCAN tendría efectos perjudiciales. De acuerdo con la Red
Bloomberg, incluso la aplicación de unos nuevos aranceles tan bajos como
del 3% podría causar una reducción del 10% de las exportaciones de
México en un sólo año. Según la Cámara de Comercio de los Estados
Unidos, 6 millones de empleos de los Estados Unidos dependen del tratado
de libre comercio con México y podrían perderse. Aunque Trump se oponga
al acuerdo que contribuyó en buena medida a un descenso del nivel de
vida de las clases trabajadoras de los Estados Unidos y de México,
también se deben observar las implicaciones de sus decisiones políticas.
Un acuerdo económico firmado hace ya más de 20 años se ha integrado en
la economía estadounidense.
La inestabilidad provocada por tal decisión
podría aumentar los problemas que Trump pretende abordar, entre ellos la
inmigración irregular y el narcotráfico.
Las medidas que quiere tomar Trump respecto al
TLCAN parece una decisión reaccionaria, temeraria y esencialmente basada
en una ingenua esperanza de que los empleos de manufactura bien
remunerados recaerían en trabajadores estadounidenses, una vez que el
acuerdo comercial TLCAN fuese cancelado.
Sin embargo, la economía global ha cambiado, y
la mayoría de estos trabajos están siendo realizados por robots, no por
mexicanos. A la luz de esta nueva realidad estructural, debemos examinar
seriamente el TLCAN y otras políticas, y concretar nuestros recursos
para asegurar que se cuide a los más vulnerables de la región. Por el
bien de la cooperación regional, en aras del crecimiento social, y por
el bien del mercado de los mangos.
Meredith Rector es una estudiante de
último año en el Colegio Elmira, con especialización en Estudios
Internacionales y en Español, con una licenciatura en Ciencias
Políticas.
—————————————————-
No hay comentarios.:
Publicar un comentario