El incendio del
pasado jueves en una fábrica ubicada en Lima (Perú) reveló cómo la
informalidad y el trabajo forzoso aún subsisten en ese país.
Siete personas murieron y 17 resultaron heridas en el siniestro. Según las investigaciones, las trabajadores eran encerrados bajo llave durante el tiempo que cumplían con su jornada. Cuando las llamas se propagaron, los jóvenes solo pedían ayuda, pero fue demasiado tarde.
El edificio donde
ocurrió la tragedia tiene tres pisos, pero aumentaba a seis por la
cantidad de módulos de metal parecidos a contenedores que tenía apilados
en su techo. El fuego se inició el último jueves y aunque fue
controlado el viernes, los bomberos aún trabajaban en el lugar este
martes.
La búsqueda de sobrevivientes inició, pero los familiares perdieron la esperanza de encontrarlos con vida, la Fiscalía aún no consigue entrar pues las temperaturas en el interior todavía son altas.
"Nos encerraban todo el día, salíamos para ir a almorzar o para la hora de salida. Ingresábamos entre 7 y 8 de la mañana, hasta que oscurecía. Nos pagaban entre 20 a 25 soles por día (6 a 7 dólares)", dijo uno de los compañeros de Jorge Luis, uno de los trabajadores muertos en el incendio. Como no había baño, orinaban en botellas de plástico, contó el compañero que prefirió mantenerse en el anonimato.
El testimonio del
trabajador fue corroborado por la madre de Jorge Luis, que aseguró que
su hijo le contaba que "trabajaba encerrado".
El siniestro desató una ola de fiscalización para comprobar lo evidente: almacenes y centros comerciales tugurizados con productos inflamables, muchos de ellos en predios con escasas medidas de seguridad.
En el caso de la galería Nicolini, esta había sido clausurada por el municipio, pero seguía funcionando. Vendía diariamente hasta 400.000 dólares.
"Esta tragedia refleja una triste y terrible realidad, nos aproxima a formas modernas de esclavitud como el trabajo forzoso que afecta a millones de personas en todo el mundo y el Perú no es una excepción", precisó la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el pasado sábado.
El 73 por ciento del empleo en Perú es informal, según cálculos oficiales en 2016, y esto no garantiza que se respeten sus derechos laborales.
Siete personas murieron y 17 resultaron heridas en el siniestro. Según las investigaciones, las trabajadores eran encerrados bajo llave durante el tiempo que cumplían con su jornada. Cuando las llamas se propagaron, los jóvenes solo pedían ayuda, pero fue demasiado tarde.
La búsqueda de sobrevivientes inició, pero los familiares perdieron la esperanza de encontrarlos con vida, la Fiscalía aún no consigue entrar pues las temperaturas en el interior todavía son altas.
"Nos encerraban todo el día, salíamos para ir a almorzar o para la hora de salida. Ingresábamos entre 7 y 8 de la mañana, hasta que oscurecía. Nos pagaban entre 20 a 25 soles por día (6 a 7 dólares)", dijo uno de los compañeros de Jorge Luis, uno de los trabajadores muertos en el incendio. Como no había baño, orinaban en botellas de plástico, contó el compañero que prefirió mantenerse en el anonimato.
El siniestro desató una ola de fiscalización para comprobar lo evidente: almacenes y centros comerciales tugurizados con productos inflamables, muchos de ellos en predios con escasas medidas de seguridad.
En el caso de la galería Nicolini, esta había sido clausurada por el municipio, pero seguía funcionando. Vendía diariamente hasta 400.000 dólares.
"Esta tragedia refleja una triste y terrible realidad, nos aproxima a formas modernas de esclavitud como el trabajo forzoso que afecta a millones de personas en todo el mundo y el Perú no es una excepción", precisó la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el pasado sábado.
El 73 por ciento del empleo en Perú es informal, según cálculos oficiales en 2016, y esto no garantiza que se respeten sus derechos laborales.
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