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Por qué nadie reconoce la autoría de la estatua que llegó a la Luna hace 46 años
Nadie lo supo en ese entonces, pero semanas antes de que emprendiera
vuelo Apolo 15 -la novena misión tripulada- David Scott, el comandante,
se había reunido con el artista belga Paul van Hoeydonck en un
restaurante. Todo lo que allí se dijera debía permanecer en secreto, le
dijo y después le hizo la propuesta: quería que van Hoeydonck creara una
pieza que homenajeara a los caídos en misiones espaciales anteriores.
Scott no dejó todo a la imaginación del artista. La estatua debía
seguir ciertos requisitos: ser pequeña, sin género ni etnia que se
pudiera identificar y diseñada con un material que pudiera afrontar la
hostilidad de la Luna. Paul van Hoeydonck no dudó. Aceptó la propuesta.
Aunque hay un punto en el que todavía hoy, 46 años después, difieren las
versiones de ambos.
El astronauta asegura que le impuso una condición inquebrantable. La autoría de la pieza debía permanecer bajo estricto anonimato.
No se podía conocer quién era su creador porque las políticas de la
NASA así lo estipulaban. Sin embargo, el artista dice que esa cláusula
jamás se sugirió en la reunión.
El 26 de julio de 1971 partió Apolo 15 hacia su destino y, pocos días después, Scott
depositó, ante el desconocimiento de sus propios compañeros, la estatua
junto a una escultura en la que se puntualizaban catorce nombres de
cosmonautas muertos en el espacio.
Scott le tomó una foto a la estatua junto a la escultura con la idea de
develarla ni bien llegado de la misión. Aunque el anuncio se demoró.
Nadie se enteró de la existencia del homenaje hasta que el periodista
Walter Cronkite lo mencionó poco antes del lanzamiento de Apolo 16 en
1972.
En ese momento, van Hoeydonck hizo su aparición pública. Dijo que él
era el responsable de la pieza depositada en la superficie lunar y pidió
una página completa en la revista Art in America para anunciar la venta de 950 réplicas a un precio de 750 dólares cada una.
Se estipuló que la venta tendría lugar en la emblemática Galería
Waddell, pero Scott se opuso. Aseguró que eso no era parte de la
pautado, que iba en contra de las políticas de la NASA. De hecho, van
Hoeydonck ni siquiera tenía los derechos de la estatua.
El escándalo se desató en Apolo 16, en el '72, cuando los tripulantes
llevaron 641 sobres estampados a la Luna con una sello de la NASA que
los convirtió en oficiales. Un coleccionista alemán compró 100 de ellos
por 21 mil dólares. Se suponía que el dinero se usaría como fondo para
los hijos de los astronautas, que solo gozarían del beneficio una vez
alejados de la NASA, pero la venta se produjo en el momento.
La agencia investigó el caso como posible beneficio extra de los viajes
espaciales. Uno de los entrevistados fue van Hoeydonck. Querían conocer
si estaba vinculado al hecho. Tal presión funcionó para desmantelar el
evento en la Galería Waddell y solo se produjeron 50 réplicas de la
pieza. Aún hoy, 46 años después, el artista no obtuvo la autoría de la
estatua y dice que solo le pagaron por una copia.
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