Escribo
desde la rabia, desde dentro. Desde el 27 de julio, hemos leído
titulares como «El Gobierno Vasco ha aplicado la Ley Mordaza a Hala
Bedi» o similares, en diferentes portales digitales. Rabia porque además
de sufrir una agresión por realizar nuestro trabajo, ahora hemos sido
sancionadas.
Una rabia colectiva llena
de solidaridad, porque a pesar de haber recibido la multa en mi casa,
esa multa nos la han puesto a todas. La multa se la han impuesto a toda
Hala Bedi, a las docenas de personas que participamos en este proyecto
comunicativo y a todas las halabelarris.
Y digo más: este castigo se lo han impuesto a todo el movimiento popular. Nos lo han impuesto a todas las ciudadanas y periodistas que somos capaces de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. No es justo. Y tampoco es nada nuevo.
Sí, es la primera vez que el Gobierno Vasco aplica la Ley Mordaza contra un periodista. Pero en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa la han aplicado más de 8.000 veces. En la anterior legislatura, concretamente el 22 de junio de 2016, el Parlamento Vasco se comprometió a no aplicar la Ley Mordaza. A pesar de todas las intenciones y compromisos, siguen utilizando como les viene en gana esta ley que tanto ha dado que hablar por limitar la libertad de expresión.
Y además, creemos que no es casualidad que la decisión de castigar a un periodista de Hala Bedi con la Ley Mordaza llegue ahora, en medio de la ola de solidaridad surgida en Gasteiz contra el derribo del barrio de Errekaleor. Porque nosotras, como parte del movimiento popular, también hacemos nuestra la reivindicación de mantener vivo Errekaleor. Y cada una de las decisiones tomadas contra Errekaleor desde sus atalayas de poder, también es un ataque contra nosotras.
Porque Errekaleor es ya una batalla en la pugna permanente entre dos formas de entender la ciudad y la vida. Por un lado, los defensores de una ciudad muerta, oscura, gris (o green) y neoliberal. En el otro lado, quienes seguimos defendiendo una ciudad viva, colorida, plural y rebelde. En tiempos del post-marotismo, Gasteiz vive un momento histórico en el que el viejo mundo no termina de morir mientras un nuevo mundo no acaba de nacer.
Nosotras lo hemos entendido, y por supuesto, ellos también. En Errekaleor nos llamaron «radicales» cuando nos identificamos con el carnet de prensa. Somos radicales, sí, porque vamos a la raíz de los problemas. No tenemos ningún problema para reconocer esa realidad y lo expresamos con orgullo. Y del mismo modo, tenemos claro que el objetivo de esta multa ha sido castigar el trabajo de Hala Bedi a favor de ese nuevo mundo, como medio de comunicación popular.
Al igual que hemos hecho con numerosas luchas y reivindicaciones a lo largo de nuestra historia, en esta ocasión también hemos hecho nuestra la lucha por defender Errekaleor. Desde el periodismo. Desde una comunicación popular, libre, alternativa y provocadora. Utilizando las palabras y las imágenes. Desde nuestra humildad, hemos logrado influir en la opinión pública, en la sociedad y en las instituciones, poniendo en duda la versión oficial. Y estamos orgullosas del trabajo realizado. Por el contrario, estamos asqueadas por el abismo existente entre las instituciones y la ciudadanía.
Con este panorama, creemos que ciudadanas y periodistas tenemos la obligación y el reto de influir, también en la política institucional. Como dijo George Orwell, «periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques; todo lo demás son relaciones públicas». El periodismo vestido de neutralidad es pura ficción. A los poderosos, a la Ertzaintza y a cualquier persona puede gustarle, o no, este tipo de periodismo. Pero informar, estar informadas y expresarse libremente son derechos fundamentales. Y como derechos, merecen respeto.
Ante el castigo recibido, la asamblea de Hala Bedi decidió, por unanimidad, tomar el camino de la desobediencia. Porque si tenemos que elegir entre la ley y la justicia, optaremos por la justicia. Negarnos a pagar la multa solo es una gota más en la lucha contra la injusticia. Nuestro humilde esfuerzo por darle la vuelta a la tortilla. Para que lo que nunca debió ocurrir no vuelva a repetirse.
Por todo ello, disculpen las molestias, pero seguiremos trabajando.
Por nosotras, por todas. Sin callarnos, sin mordaza.
Y digo más: este castigo se lo han impuesto a todo el movimiento popular. Nos lo han impuesto a todas las ciudadanas y periodistas que somos capaces de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. No es justo. Y tampoco es nada nuevo.
Sí, es la primera vez que el Gobierno Vasco aplica la Ley Mordaza contra un periodista. Pero en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa la han aplicado más de 8.000 veces. En la anterior legislatura, concretamente el 22 de junio de 2016, el Parlamento Vasco se comprometió a no aplicar la Ley Mordaza. A pesar de todas las intenciones y compromisos, siguen utilizando como les viene en gana esta ley que tanto ha dado que hablar por limitar la libertad de expresión.
Y además, creemos que no es casualidad que la decisión de castigar a un periodista de Hala Bedi con la Ley Mordaza llegue ahora, en medio de la ola de solidaridad surgida en Gasteiz contra el derribo del barrio de Errekaleor. Porque nosotras, como parte del movimiento popular, también hacemos nuestra la reivindicación de mantener vivo Errekaleor. Y cada una de las decisiones tomadas contra Errekaleor desde sus atalayas de poder, también es un ataque contra nosotras.
Porque Errekaleor es ya una batalla en la pugna permanente entre dos formas de entender la ciudad y la vida. Por un lado, los defensores de una ciudad muerta, oscura, gris (o green) y neoliberal. En el otro lado, quienes seguimos defendiendo una ciudad viva, colorida, plural y rebelde. En tiempos del post-marotismo, Gasteiz vive un momento histórico en el que el viejo mundo no termina de morir mientras un nuevo mundo no acaba de nacer.
Nosotras lo hemos entendido, y por supuesto, ellos también. En Errekaleor nos llamaron «radicales» cuando nos identificamos con el carnet de prensa. Somos radicales, sí, porque vamos a la raíz de los problemas. No tenemos ningún problema para reconocer esa realidad y lo expresamos con orgullo. Y del mismo modo, tenemos claro que el objetivo de esta multa ha sido castigar el trabajo de Hala Bedi a favor de ese nuevo mundo, como medio de comunicación popular.
Al igual que hemos hecho con numerosas luchas y reivindicaciones a lo largo de nuestra historia, en esta ocasión también hemos hecho nuestra la lucha por defender Errekaleor. Desde el periodismo. Desde una comunicación popular, libre, alternativa y provocadora. Utilizando las palabras y las imágenes. Desde nuestra humildad, hemos logrado influir en la opinión pública, en la sociedad y en las instituciones, poniendo en duda la versión oficial. Y estamos orgullosas del trabajo realizado. Por el contrario, estamos asqueadas por el abismo existente entre las instituciones y la ciudadanía.
Con este panorama, creemos que ciudadanas y periodistas tenemos la obligación y el reto de influir, también en la política institucional. Como dijo George Orwell, «periodismo es publicar lo que alguien no quiere que publiques; todo lo demás son relaciones públicas». El periodismo vestido de neutralidad es pura ficción. A los poderosos, a la Ertzaintza y a cualquier persona puede gustarle, o no, este tipo de periodismo. Pero informar, estar informadas y expresarse libremente son derechos fundamentales. Y como derechos, merecen respeto.
Ante el castigo recibido, la asamblea de Hala Bedi decidió, por unanimidad, tomar el camino de la desobediencia. Porque si tenemos que elegir entre la ley y la justicia, optaremos por la justicia. Negarnos a pagar la multa solo es una gota más en la lucha contra la injusticia. Nuestro humilde esfuerzo por darle la vuelta a la tortilla. Para que lo que nunca debió ocurrir no vuelva a repetirse.
Por todo ello, disculpen las molestias, pero seguiremos trabajando.
Por nosotras, por todas. Sin callarnos, sin mordaza.
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