domingo, 27 de agosto de 2017

Yemen: El más rico tuvo que agacharse ante el más pobre



Yemen: El más rico tuvo que agacharse ante el más pobre

 

 

por Rasoul Goudarzi, en HispanTV

Luego de más de dos años de invasión y la muerte de miles de personas, Arabia Saudí quiere retirarse de la guerra contra el país más pobre del mundo árabe, es decir, Yemen.
Esto fue revelado a través de los correos filtrados del embajador de Emiratos Árabes Unidos en Washington, Yusuf al-Otaiba. Los correos ponen de relieve que el príncipe heredero saudí, Mohamad bin Salman, confiesa explícitamente ante el exembajador de EEUU en territorios ocupados de Palestina, Martin Indyk, y el exasesor de la Seguridad Nacional de EEUU, Stephen Hadley, que su país quiere salir lo más pronto posible de Yemen.
En este artículo pretendemos estudiar los motivos del inicio de la invasión saudí, además de analizar las consecuencias de esta guerra devastadora para tanto yemeníes como los propios saudíes.

Objetivos saudíes en Yemen

Arabia Saudí invadió Yemen, el pasado marzo de 2015, junto con sus aliados para conseguir los siguientes objetivos: restablecer en el poder al expresidente fugitivo yemení, Mansur Hadi, oponerse a la concesión de cualquier cargo al expresidente, Ali Abdolá Saleh, en el futuro político del país, debilitar al movimiento popular Ansarolá y conseguir que estos depongan sus armas.
Estos fueron los objetivos que declaró oficialmente Riad pero detrás de la escena existe otra realidad. De hecho, las verdaderas causas que se esconden detrás de esta invasión se pueden ubicar en tres contextos: local, regional e internacional. Es decir, la guerra se llevó a cabo para desviar la atención de opinión pública saudí sobre los problemas internos que enfrenta el país, impedir la propagación del despertar del pueblo yemení hacia el territorio saudí, a causa de la preocupación de Riad por la relación entre los chiíes residentes en Yemen y los suyos, prevenir el fortalecimiento de los chiíes en Yemen, luchar contra la influencia de la República Islámica de Irán en sus cercanías, intensificar la iranofobia, así como luchar contra el eje de Resistencia y presentarse como un poder regional.

Fracaso saudí en Yemen y la crisis humanitaria

Transcurridos más de dos años, no solo Riad no ha podido devolver el poder a Mansur Hadi, sino los combatientes del Movimiento Ansarolá siguen ganando más influencia en la escena sociopolítica yemení. Además, los saudíes se han enfrentado con una crisis financiera, la intensificación de los problemas internos, la pérdida de su prestigio militar, el aumento de la influencia de varios grupos terroristas en sus fronteras (Daesh y Al-Qaeda), además de ser testigo de las crecientes protestas en su contra, tanto en Yemen como en otros países.
Teniendo en cuenta estos factores que revelan el fracaso saudí, la guerra yemení se convirtió en una de desgaste cuyo resultado ha sido la destrucción casi total de las infraestructuras e instalaciones vitales yemeníes. Durante dos años de constantes ataques, los aeropuertos, centros de salud, escuelas, edificios públicos, carreteras, puentes, sistemas de abastecimiento de agua y electricidad han quedado destruidos, especialmente en aquellas zonas donde se encuentran los combatientes de Ansarolá. Se estima que el daño ocasionado en Yemen es de unos 50 mil millones de dólares. En este contexto, en agosto pasado, un informe conjunto del Banco Mundial, la ONU, el Banco de Desarrollo Islámico y la Unión Europea (UE), revela otro dato, y señala que la invasión ha ocasionado daños por unos 7 mil millones de dólares a la infraestructura y más de 7 mil millones más a los sectores de la economía y la producción.
Además, el pobre país árabe está experimentando una crisis humanitaria sin precedente desde 1945. Aunque, Arabia Saudí y sus aliados en un inicio anunciaron que su objetivo es luchar contra Ansarolá, en realidad, en el terreno pasó otra cosa, es decir, son los civiles quienes están pagando con su vida esta campaña bélica. Niños, mujeres, jóvenes y ancianos mueren cada día debido a los bombardeos saudíes o de la hambruna. De hecho, el régimen de Riad ha bloqueado Yemen por aire, mar y tierra, y no permita la llegada de ayuda a los afectados por la guerra. Durante más de 28 meses de invasión, unas 12 mil personas han perdido la vida y decenas de miles han resultado heridas. En este mismo contexto, el jefe de asuntos humanitarios de la ONU, Stephen O’Brien, destacó que actualmente, el país es escenario de la “peor crisis humanitaria en el mundo”, donde dos tercios de sus 18,8 millones de habitantes necesitan asistencia y más de 7 millones “ignoran de dónde provendrá su próximo alimento”, recordando los desplazamientos masivos de la población debido al conflicto que experimenta el país.
Otro daño resultado por la guerra y bloqueo ha sido la cólera que como una sombra de muerte está cobrando la vida de los yemeníes. Según, la Organización Mundial de la Salud cada hora un yemení pierde la vida por esta enfermedad.
Ahora, ante la catastrófica situación de los yemeníes y una eventual retirada de Riad de la guerra, se debe plantear la cuestión de que ¿quién o qué organismo son responsables de la destrucción y las vidas pérdidas en Yemen?
De hecho, por un lado, Arabia Saudí atacó su país sureño sin ninguna excusa y bajo el silencio de las organizaciones competentes y por el otro, una nación se vio afectada también sin ninguna excusa y bajo el silencio de los que supuestamente son responsables de mantener la paz y preservar los derechos humanos.
Si bien, Arabia Saudí sale de Yemen con una sola frase: nos retiramos de la guerra con Yemen, las consecuencias y los daños ocasionados al país pobre del mundo árabe persistirá por mucho tiempo. Por lo tanto, hay que adoptar una medida para impedir guerras de este tipo y la única solución es tener un organismo imparcial que no se rinda ante petrodólares saudíes o los lobbies sionistas, algo que parece poco probable. Entonces la otra opción es la fuerza de los pueblos del mundo quienes apuestan por la paz y derechos humanos y con sus marchas y protestas pueden acabar con las ocupaciones y fuerzas arrogantes.

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