Ambos países se reunieron para 'apaciguar' temporalmente a Washington, opina un experto de la Universidad de Seúl
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Representantes corea del norte y sur
© Ryu Seung-Il / www.globallookpress.com
El jefe de la delegación surcoreana, Lee Woo Sung (a la derecha) saluda al jefe de la delegación del Norte, Kwon Hook Bong, durante una reunión en una aldea norcoreana, el 15 de enero de 2018.
La península coreana, que el año pasado fue una de las principales fuentes de tensión política en el mundo, ahora es sede de acontecimientos que asombran a la comunidad internacional por su carácter pacífico. Este mes de enero, Corea del Norte anunció que participará en los JJ.OO. de Invierno, que transcurrirán en Pyeongchang el próximo mes. Los deportistas de Corea del Norte y Corea del Sur incluso desfilarán bajo una bandera unificada. Además, ambas naciones mantuvieron su primera reunión a nivel ministerial desde diciembre del 2015. El pasado jueves desde el Norte incluso instaron a todos los coreanos a que logren "avances" para la reunificación de las dos naciones.
Según un artículo analítico sobre este cambio radical, escrito por Andréi Lankov -historiador ruso y profesor de la Universidad de Seúl- para el Centro Carnegie de Moscú, el deshielo en las relaciones entre las dos naciones es una respuesta a las crecientes amenazas de una posible escalada del conflicto por parte de Washington.
Concesiones simbólicas
De acuerdo con el experto ruso, Seúl y Pionyang decidieron reducir la tensión en la arena internacional ante la retórica "cruel y sin precedentes" proveniente últimamente desde EE.UU.
Además, tras las elecciones en mayo del 2017, en el Sur llegaron al poder los nacionalistas de izquierda, que "tradicionalmente trataron a Corea del Norte con más benevolencia que sus predecesores conservadores, que gobernaron el país entre los años 2008-2017", escribe el profesor.
En su programa electoral, el actual líder de Corea del Sur, Moon Jae-in, había prometido superar la crisis en las relaciones con el Norte. Sin embargo, el mandatario pronto se dio cuenta de que era imposible debido a la política de sanciones de EE.UU., que se opone a cualquier apoyo económico al Norte.
Entonces, "Moon Jae-in logró convencer a Trump de que Seúl desarrollará deportes, actividades humanitarias y otras formas de interacción no económica con Pionyang" escribe Lankov.
Según el autor, Seúl, así como Pionyang, esperan que Washington deje de aumentar la tensión con sus amenazas de un posible ataque si EE.UU. ve que Pionyang hace concesiones, aunque sean puramente simbólicas.
Un paso para desviar la atención
"Las negociaciones sobre los JJ.OO. realmente reducen la posibilidad de un conflicto armado en la península coreana", escribe el profesor. Sin embargo, "sería mejor evitar sentirse demasiado optimista sobre lo que está sucediendo", sostiene el experto.
"El programa nuclear de Corea del Norte aún sigue adelante, así que, lo más probable, es que una vez las pasiones olímpicas pasen y la Casa Blanca se calme, las plataformas de lanzamiento norcoreanas volverán a escuchar el rugido de los motores a reacción", concluyó Lankov.
Las medidas pacíficas que estamos observando hoy en día tienen un carácter "simbólico y cosmético", que no solucionan los problemas clave de la región. "Lo más probable es que Pionyang continuará las pruebas", afirmó Lankov, destacando, sin embargo, que "incluso una reducción temporal de la tensión es una buena noticia".