lunes, 27 de agosto de 2018

El código postal de la mano invisible

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El código postal de la mano invisible

 




Alejandro Nadal - Consejo Científico de ATTAC España
El capitalismo ha sufrido una transformación esencial en los pasados cuatro decenios. La financiarización es el sello de esta mutación que va más allá de una modificación superficial. La forma de producir puede todavía estar marcada por máquinas y trabajo, pero la circulación ha comenzado a comerse la producción.
A lo largo de su breve historia, el capitalismo ha experimentado cambios profundos en sus métodos de producción y en la aceleración de la rotación de las inversiones para apresurar la recuperación con ganancias. Pero a partir del colapso del sistema de Bretton Woods, en 1971, el capital sufrió una metamorfosis que hoy amenaza con destruirlo todo. Para empezar, el quehacer de la política macroeconómica se ha subordinado a las prioridades del sector financiero. Y las finanzas se han convertido en el corazón de la dinámica capitalista, invadiendo la esfera de las actividades de las empresas no financieras y el comportamiento de los hogares.
Un estudio reciente de Atir Mian y Amir Sufi, investigadores de las universidades de Princeton y Chicago, respectivamente, explora la conexión entre el otorgamiento de crédito por la banca comercial y los episodios de inflación en el precio de bienes inmuebles. La investigación se llevó a un gran nivel de desagregación y examina la expansión del crédito y la evolución de los precios de casas a escala de códigos postales. El resultado no sorprende: la disponibilidad de crédito está fuertemente asociada con la adquisición agresiva de activos inmobiliarios, forzando los precios al alza y generando una burbuja. Cuando por presiones inflacionarias las tasas de interés comienzan a elevarse, el crédito, que antes era accesible, comienza a contraerse y su costo se convierte en el principal enemigo de los prestatarios. Las burbujas inmobiliarias no se limitan a las construcciones residenciales: los desarrollos inmobiliarios con fines comerciales y la edificación de espectaculares edificios de oficinas también entran en el juego.
El ciclo de auge y colapso de la burbuja es bien conocido. Y este comportamiento puede extenderse a todo tipo de bienes, desde casas hasta los famosos commodities o productos básicos (granos, metales, crudo). Cualquier mercancía se convierte en activo, pues es también reserva de valor y hoy hasta las mercancías que no existen son intercambiadas alegremente en el mercado de futuros.
Keynes sabía que la función de reserva de valor para cualquier activo constituía una fuente de inestabilidad, volatilidad y anuncios de crisis. También Marx consideró este aspecto de la circulación en sus análisis sobre el capital dinerario y financiero. Pero hoy la novedad es que la lógica de las empresas no financieras y de los hogares ha asimilado la forma y modus operandi del mundo de las finanzas y la especulación. Este proceso comenzó hace mucho y así lo revelan los estudios de autores como William Lazonick. En la actualidad se ha llegado al paroxismo de la financiarización, porque el neoliberalismo dejó en el abandono los sectores de la salud, la educación y la vivienda. Todo eso en aras de mantener finanzas sanas y generar recursos para pagar la deuda pública. El estancamiento de los salarios agudizó el problema. Los hogares no han tenido más remedio que recurrir al crédito para solventar sus necesidades: la reproducción de la fuerza de trabajo es víctima de la extracción sistemática de ganancias financieras. Es lo que Costa Lapavitsas ha bautizado como la expropiación financiera de la clase trabajadora.
Muchos afirman que, debido a que la tasa de ganancia ha experimentado una tendencia declinante desde hace cinco decenios (a partir de 1966 para ser más precisos), el capital ha buscado refugio en el ámbito de las finanzas y la especulación. Según Lapavitsas, la evidencia empírica no sostiene esta hipótesis, porque aun en los periodos de recuperación de la tasa de ganancia la financiarización ha seguido avanzando. Sin embargo, la expansión del sector financiero y su lógica no se enciende y apaga como un interruptor eléctrico. Las instituciones que promueven la financiarización continúan su trabajo aun cuando la tasa de ganancia muestre una recuperación transitoria. Por eso la tendencia secular en la caída de la tasa de ganancia coincide con el florecimiento del mundo de las finanzas.
En este contexto también es interesante citar los trabajos de Fernand Braudel y Giovanni Arrighi, quienes ven en la expansión y supremacía del sector financiero la decadencia de toda una época en el caso de las potencias capitalistas que alguna vez gozaron de hegemonía a escala mundial (Génova, Holanda, Inglaterra y ahora Estados Unidos). Así, además de una transformación esencial, el auge financiero marcaría también el crepúsculo de una era.
Hoy, la residencia de la mano invisible de las finanzas se encuentra en todos los códigos postales. En la puerta de la entrada se puede ver un letrero que dice: “Bienvenidos al hogar de la volatilidad y la crisis”.
Twitter: @anadaloficial
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