lunes, 8 de abril de 2013

Las economías asiáticas se mueven a dos ritmos; el eje chino, veloz, y el eje japonés, muy lento

El presidente Enrique Peña Nieto, en su visita asiática de la que viene de regreso, visitó los dos polos asiáticos más importantes: el eje de economías en torno a China y el que gira en torno a Japón. Ambos son de suma importancia para México, pero en materia de dinámica de crecimiento no podrían ser más opuestos.
China es la gran triunfadora del siglo XXI, con una dinámica de crecimientos anuales de dobles dígitos, que experimenta desde las últimas décadas del siglo pasado, logrando avances sociales sin parangón y un futuro que ya la sitúa —en las proyecciones de todos— como la economía más grande e importante del planeta, sobrepasando en menos de diez años, a EU.
Por su lado, Japón —país pequeño— irrumpió con fuerza en la escena mundial hace apenas 90 años y tuvo la audacia de enfrentarse en guerra, primero contra China y luego contra EU y sus aliados en la Segunda Guerra Mundial. Perdió ambas guerras, pero el éxito militar estaba basado en su sector industrial militar, su tecnología y su capacidad de innovar.
Pero todavía a finales de esa guerra los productos que empezó a exportar al mundo eran primitivos y mal hechos; tanto así, que decir “hecho en Japón” era sinónimo de mala calidad. Pero su increíble capacidad de ahorrar, aprender, innovar, imitar, copiar e investigar, la llevó a ser uno de los centros tecnológicos más importantes.
Nuestro papel como productor automotriz es, en gran medida, gracias a los autos japoneses que producimos en México y exportamos a todo el mundo. Lamentablemente no hemos tenido la capacidad de producir aquí —como fuente de nuestra propia tecnología— la mayoría de los bienes intermedios que esa industria requiere, porque la realidad es que no hemos logrado pasar de la etapa de ensambladores.
El milagro chino es otra cosa. Como país, son inmensos: son más que un continente; han sido productores de casi todo, tienen una población que conforma casi la cuarta parte de la humanidad y su poderío económico crece a un ritmo antes inimaginable. Sus reservas internacionales podrían poner en jaque al propio dólar por la inmensidad a la que han llegado, a causa del déficit de balanza de pagos incontenible de EU, dólares que han encontrado su natural puerto de abrigo en China. Precisamente así fue que la moneda estadunidense asumió el papel de moneda de reserva, hace como un siglo.
La decisión histórica y previsora de ese viaje, con sus mensajes para la proyección de México en ese mercadote, era importantísima. De hecho debió haberse dado antes, pero lamentablemente al gobierno anterior no se le ocurrió, como sí fue el caso de nuestros vecinos en torno a Brasil, que se empezaron a mover con agilidad e inteligencia, de modo que las Américas tienen la oportunidad de actuar muy cercanamente con China para ser puentes de procesos productivos en una economía mucho más grande. En esa posición México está muy fuerte.
Pero aún así, también es importante para nosotros que Japón tenga éxito en la política que está por empezar a aplicar, para salir de la deflación en la que ha estado atorado durante las últimas dos décadas de crecimientos negativos, año tras año; una tendencia que se dio por la elevadísima propensión a ahorrar de los japoneses.
Nosotros no tenemos experiencia en ese problema, que sí es problema, porque la deflación es cuando los precios tienden a bajar, situación que induce comportamientos muy opuestos al crecimiento, ya que resulta conveniente para la gente no ejercer compras, sino esperar hasta que los precios hayan bajado, y nunca terminan de bajar. Ese círculo vicioso es como un remolino que absorbe toda la energía necesaria para crecer.
De ahí que ahora Japón inició una política monetaria expansionista que tiene como objetivo lograr una inflación de 2% anual... casualmente muy parecida a la que tenemos.
Presidente del Colegio Nacional de Economistas, Federación de
Colegios de Economistas, A.C.

@acanovelez

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