Reforma financiera, tema central de la 76 Convención Bancaria
ACAPULCO,
Gro. (apro).- Sin la expectativa del intenso debate que prometía la
reforma financiera –cuyo anuncio canceló el martes el presidente Enrique
Peña Nieto por el vacío que le hicieron los dirigentes nacionales del
PAN y el PRD–, iniciará este jueves la 76 Convención Bancaria en este
puerto vacacional.
No obstante, y aunque el tema de la reunión anual de los banqueros nacionales será el de “Redefiniendo las oportunidades de crecimiento en México”, el asunto de la reforma financiera está llamado a ser uno de los centrales en este encuentro de la comunidad financiera.
Y es así porque el propio secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, desde diciembre pasado, en el inicio de la actual administración, ha sido insistente en decir que la banca nacional, si bien está integrada por instituciones sólidas y solventes, poco apoya la actividad económica del país.
En distintos foros y oportunidades, el funcionario ha criticado el hecho de que la penetración bancaria en el país –es decir, el monto de los créditos otorgados– apenas es de un 26% del Producto Interno Bruto, cuando el promedio de América Latina rebasa el 50%.
No se diga en países avanzados, como Estados Unidos o los europeos sobre todo, que tienen fondos prestables que superan inclusive el 100% de su producto.
“Tenemos bancos fuertes y sólidos, pero que prestan muy poco”, ha dicho reiteradamente Videgaray.
Entonces, el sentido de la reforma financiera anunciada desde diciembre pasado, y que forma parte de los compromisos establecidos en el Pacto por México, es hacer justamente cambios en la legislación financiera para hacer de los bancos, tanto los comerciales como los de fomento, una palanca que impulse la actividad económica del país.
Inclusive, hay sectores que lo piden a gritos, como el industrial.
De acuerdo a la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), “no puede haber modernización de la planta productiva ni mejora en la eficiencia de las actividades económicas, sin la activa participación de las instituciones bancarias”.
A unas horas del inicio de la Convención Bancaria, el organismo presidido por Francisco Funtanet propuso una Alianza para el Desarrollo entre la Banca y el Sector Industrial, para reducir el costo del crédito dirigido a las pequeñas y medianas empresas.
Lo anterior, con el objetivo de “impulsar su capitalización y la modernización de sus activos; hoy en día, y pese a que las pequeñas y medianas generan alrededor del 70% de los empleos en México, obtienen menos del 20% del financiamiento bancario”, de acuerdo al sector Industrial.
Los industriales en México propusieron también una Cruzada Crediticia a favor de las Pymes que comprenda esquemas flexibles y adaptados a las necesidades de cada empresa, y que agilice los procesos de evaluación para la entrega oportuna del financiamiento.
El martes pasado estaba previsto que el presidente Peña Nieto anunciara, junto con los líderes firmantes del Pacto, dichos cambios a las leyes financieras. Y el secretario de Hacienda se encargaría, en el mismo acto –en Palacio Nacional– de detallar el contenido de la reforma.
Como se suspendió la presentación de las iniciativas de reforma, poco se supo del contenido de las mismas. Sin embargo, se prevé que en el marco de la convención bancaria, tanto el presidente de la república como el secretario de Hacienda, avancen en el detalle de la reforma.
Lo que sí es un hecho es que la reforma apunta a facilitar, y aun obligar, a que los bancos presten más y más barato. Entre las formas de hacerlo es, por lo que se ha filtrado del contenido de la reforma, acortar los tiempos para ejecutar garantías, procesos que se pueden llevar años.
Es una queja de siempre de los bancos, en el sentido de que cuando algún deudor incumple con sus compromisos ante las instituciones financieras, éstas deben emprender juicios prolongados para poder hacerse de las garantías.
Será, sin duda, un tema polémico, pues puede llevar –a juicio de analistas– a procesos arbitrarios, persecutorios, contra los deudores.
Otra de las propuestas de la reforma es limitar la excesiva práctica de los bancos de hacer negocios en los mercados bursátiles y de dinero, con la compra de bonos y diversos instrumentos financieros –de deuda pública y privada– que les dejan grandes ganancias, sin los riesgos que podrían generarle, por ejemplo, otorgar préstamos para proyectos productivos.
De hecho, tanto por lo poco que se conoce de la reforma, y por las críticas implícitas en los discursos del secretario de Hacienda, la reforma apunta a sacar a los bancos de su zona de confort, que pocos incentivos tienen para prestar más, toda vez que siempre obtienen generosas ganancias por el cobro de altas comisiones y de un excesivo margen financiero, que obtienen de cobrar caro sus créditos y de de dar bajísimos rendimientos a los depósitos.
Pero será hasta este jueves, si el presidente Peña Nieto y el secretario de Hacienda detallan la reforma, cuando se sepa si será el tema dominante de este nuevo encuentro de los banqueros del país.
No obstante, y aunque el tema de la reunión anual de los banqueros nacionales será el de “Redefiniendo las oportunidades de crecimiento en México”, el asunto de la reforma financiera está llamado a ser uno de los centrales en este encuentro de la comunidad financiera.
Y es así porque el propio secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, desde diciembre pasado, en el inicio de la actual administración, ha sido insistente en decir que la banca nacional, si bien está integrada por instituciones sólidas y solventes, poco apoya la actividad económica del país.
En distintos foros y oportunidades, el funcionario ha criticado el hecho de que la penetración bancaria en el país –es decir, el monto de los créditos otorgados– apenas es de un 26% del Producto Interno Bruto, cuando el promedio de América Latina rebasa el 50%.
No se diga en países avanzados, como Estados Unidos o los europeos sobre todo, que tienen fondos prestables que superan inclusive el 100% de su producto.
“Tenemos bancos fuertes y sólidos, pero que prestan muy poco”, ha dicho reiteradamente Videgaray.
Entonces, el sentido de la reforma financiera anunciada desde diciembre pasado, y que forma parte de los compromisos establecidos en el Pacto por México, es hacer justamente cambios en la legislación financiera para hacer de los bancos, tanto los comerciales como los de fomento, una palanca que impulse la actividad económica del país.
Inclusive, hay sectores que lo piden a gritos, como el industrial.
De acuerdo a la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), “no puede haber modernización de la planta productiva ni mejora en la eficiencia de las actividades económicas, sin la activa participación de las instituciones bancarias”.
A unas horas del inicio de la Convención Bancaria, el organismo presidido por Francisco Funtanet propuso una Alianza para el Desarrollo entre la Banca y el Sector Industrial, para reducir el costo del crédito dirigido a las pequeñas y medianas empresas.
Lo anterior, con el objetivo de “impulsar su capitalización y la modernización de sus activos; hoy en día, y pese a que las pequeñas y medianas generan alrededor del 70% de los empleos en México, obtienen menos del 20% del financiamiento bancario”, de acuerdo al sector Industrial.
Los industriales en México propusieron también una Cruzada Crediticia a favor de las Pymes que comprenda esquemas flexibles y adaptados a las necesidades de cada empresa, y que agilice los procesos de evaluación para la entrega oportuna del financiamiento.
El martes pasado estaba previsto que el presidente Peña Nieto anunciara, junto con los líderes firmantes del Pacto, dichos cambios a las leyes financieras. Y el secretario de Hacienda se encargaría, en el mismo acto –en Palacio Nacional– de detallar el contenido de la reforma.
Como se suspendió la presentación de las iniciativas de reforma, poco se supo del contenido de las mismas. Sin embargo, se prevé que en el marco de la convención bancaria, tanto el presidente de la república como el secretario de Hacienda, avancen en el detalle de la reforma.
Lo que sí es un hecho es que la reforma apunta a facilitar, y aun obligar, a que los bancos presten más y más barato. Entre las formas de hacerlo es, por lo que se ha filtrado del contenido de la reforma, acortar los tiempos para ejecutar garantías, procesos que se pueden llevar años.
Es una queja de siempre de los bancos, en el sentido de que cuando algún deudor incumple con sus compromisos ante las instituciones financieras, éstas deben emprender juicios prolongados para poder hacerse de las garantías.
Será, sin duda, un tema polémico, pues puede llevar –a juicio de analistas– a procesos arbitrarios, persecutorios, contra los deudores.
Otra de las propuestas de la reforma es limitar la excesiva práctica de los bancos de hacer negocios en los mercados bursátiles y de dinero, con la compra de bonos y diversos instrumentos financieros –de deuda pública y privada– que les dejan grandes ganancias, sin los riesgos que podrían generarle, por ejemplo, otorgar préstamos para proyectos productivos.
De hecho, tanto por lo poco que se conoce de la reforma, y por las críticas implícitas en los discursos del secretario de Hacienda, la reforma apunta a sacar a los bancos de su zona de confort, que pocos incentivos tienen para prestar más, toda vez que siempre obtienen generosas ganancias por el cobro de altas comisiones y de un excesivo margen financiero, que obtienen de cobrar caro sus créditos y de de dar bajísimos rendimientos a los depósitos.
Pero será hasta este jueves, si el presidente Peña Nieto y el secretario de Hacienda detallan la reforma, cuando se sepa si será el tema dominante de este nuevo encuentro de los banqueros del país.
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