¿Sobrevivirá el arte ruso?
Foto: RIAN
Sin embargo, la conversación derivó a los aspectos financieros del proceso creativo.
Abril
de 2012 se destacó por el cierre de tres de las más importantes
galerías rusas que se dedicaban al arte contemporáneo: la Galería de
Marat Guelman, la Galería Aydán y Galería XL. La principal razón que
esgrimieron sus propietarios fue la total ausencia de un mercado del
arte contemporáneo en Rusia, y consecuentemente, la inexistencia de
compradores. La retirada de estos actores importantes resultó
significativa: desde entonces no cesan las conversaciones sobre el
destino del arte contemporáneo ruso y su poco envidiable situación en el
entorno artístico global. Los curadores, historiadores de arte y
artistas debaten entre sí o desde diversas tribunas sobre las medidas
necesarias para lograr que este arte sea reconocido a nivel mundial.
El
Centro de Arte Contemporáneo Vinzavod, ubicado en Moscú, celebró otra
mesa redonda, que en esta ocasión respondía a un sugestivo título: “¿Qué
chances tiene el arte ruso?” El tema fue debatido por personalidades
tan importantes como Iósif Bakstein, uno de los más importantes
curadores, Vasili Tsereteli, director del Museo de Arte Contemporáneo de
Moscú, Teresa Mávika, directora artística del fondo “Victoria, el arte
de ser contemporáneo”, Vladímir Ovcharenko, fundador de la Galería
Regina y el artista Víctor Alimpiev, cuyas piezas estaban expuestas en
la sala donde sesionó la reunión.
Los especialistas
decidieron centrar su atención en las razones por las cuales ninguna
galería rusa participó en las principales ferias internacionales Art
Basel y Friezee. Esto, considerando que con cada nueva convocatoria la
participación de Rusia en la Bienal de Venecia se torna cada vez más
notoria.
El debate resultó intenso emocionalmente, pero
no aportó nada cardinalmente nuevo; se mantienen vigentes los problemas
planteados más de un año atrás cuando cerraron las galerías: la ausencia
de un mercado (tanto de clientes como de promotores), la falta de
deseos de los creadores de consolidarse para presentar el arte
contemporáneo en el mercado internacional. En su intervención, Teresa
Mávika señaló que la Bienal de Venecia ilustró perfectamente la
situación del arte ruso en el mundo: un proyecto interesante que convoca
a muchos interesados, pero la mayoría de ellos son rusos. Una especie
de fiesta a puertas cerradas, pero no para realizar una presentación del
país.
También sonaron las habituales intervenciones
sobre la insuficiencia del financiamiento estatal de los artistas y las
instituciones relacionadas con el arte contemporáneo. La intervención de
Vasili Tsereteli causó la mejor de las impresiones, cuando expresó su
seguridad de que se entrevén algunas tendencias positivas: se celebran
exposiciones de esta índole y se incrementa el financiamiento.
En
determinado momento la discusión fue interrumpida por la emotiva
intervención del pintor Andrei Vereschagin, quien se proclamó fundador
del Sistematismo, una nueva tendencia en el arte. Expresó su profundo
malestar con el hecho de que los miembros de la mesa redonda hablaban de
problemas financieros en vez de conversar sobre arte. A lo cual Iosif
Bakstein le respondió con una sonrisa paternal que dudaba mucho que los
procesos creativos y la actividad expositiva fuese posible, tanto dentro
del país como a nivel internacional, sin una solución adecuada a estos
problemas.
fs/as/er
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