viernes, 9 de junio de 2017

La historia secreta de los Botín (y 3)

La historia secreta de los Botín (y 3)


RELEVO 001images[2] (2)
Los Botìn han reinado en el Banco Santander como monarcas absolutos, la pleitesía al presidente esta acuñada a perpetuidad. A quien intente hacerles sombra lo fulminan. En el anterior post (2) he dejado constancia de algunos episodios que atestiguaban la forma de actuar del patriarca de la saga, en éste, tercero y último  transcurre en el relevo generacional de padre a hijo que para sorpresa de todos elevó el listón más allá donde lo dejo su antecesor. Para empezar Emilio Botín hijo se demostró a si mismo que había nacido para la banca, tan sólo tuvo suficiente con el desenlace de un episodio, con tintes de tragedia, que demostró a las claras la particular forma de hacer negocios de los Botín. A buen seguro la transmisión genética ha pasado de generación a generación. De tal palo tal astilla. El episodio tiene por protagonista a la familia Serrano Goyría. La historia arranca en 1946, cuando Felipe Serrano, un palentino dedicado a la venta de efectos navales, se estableció en Santander. Sus negocios fueron lo suficientemente prósperos como para acumular unos buenos ahorros que, en principio, decidió invertir en acciones de Telefónica. Se dirigió para ello a las oficinas del Banco Santander, en donde fue atendido por el mismísimo don Emilio, cuyas dotes persuasorias le hicieron cambiar de idea: Felipe Serrano invirtió su dinero, 150.000 pesetas de la época, en acciones del Santander. El banco entonces tenia un capital social de 50 millones de pesetas. Desde aquella primera inversión, Felipe Serrano hizo muchas más cosas en el mundo de los negocios, con cuyos beneficios obsequiaba generosamente a sus tres hijos, José Miguel, Luis Felipe y Juan Pablo. El primero tomo el timón de la familia, tras los pasos de su padre, y en 1986 compra el 62% de la empresa Inmuebles y Transportes (Intra), dedicada al transporte de viajeros en el País Vasco. Un año después, la familia transforma la sociedad -que contaba con un capital de 52 millones de pesetas- en Intra Corporación Financiera y traslada el domicilio social de Bilbao a Santander.
imagesCAIJWJBDTres años después, Intra poseía un capital de 14.000 millones (pesetas); sucesivas ampliaciones y la emisión de bonos habían llevado a la sociedad a cotizar en la Bolsa de Madrid. Canalizan las inversiones sin apartarse de la tradición familiar de invertir en inmuebles, y en la adquisición de acciones del Banco Santander, del que compran 400.000 títulos, siempre con el visto bueno de los Botín. En 1988, cuando los Serrano Goyría alcanzan el millón de acciones, los Botín invitan a José Miguel a sentarse en el consejo de administración. La familia es considerada como accionista ejemplar: ha concurrido a todas las ampliaciones y nunca ha vendido una sola acción. Todos los parabienes para José Miguel Serrano Goyría no eran más que el abrazo del oso al segundo accionista del banco; en realidad los Botín empezaban a desconfiar, sin duda porque ni siquiera se fían de si mismos. Entre tanto, Intra proseguía su paseo triunfal: en su junta general de accionistas anuncia dos nuevas ampliaciones de capital. Además, José Miguel Serrano Goyría, en una triunfal junta general de accionistas de Intra, comete un pecado mortal: entre vítores y aplausos, desvela que su familia controla el 2% del capital del Banco Santander; acaban de comprar 300.000 acciones más, y ya son 10.000 millones los que tienen invertidos en el banco. Para los Botín dicha revelación era todo lo abominable que cualquiera podía imaginar. Los Serrano Goyría habían traspasado con inconcebible desvergüenza la línea imaginaria de su coto bunquerizado: el control en exclusiva y sin fisuras del propio banco. Emilio Botín hijo, Emilito, que había aprendido de su antecesor la manera de eliminar del mapa a quien se pusiera por delante, escenificó apropiadamente los acontecimientos.
La revista Actualidad Económica se hizo eco de la revelación de José Miguel Serrano Goyría y tituló en portada “El salto a la fama”. Revista en mano, Emilio Botín, en reunión pedida por él, recibió a Serrano Goyría a quien le pregunta “¿el salto a qué?”. Emilio Botín no podía entender que, después de haberle nombrado consejero, hubiera persistido en comprar mas acciones del banco: “Si quieres comprar más acciones, tienes que pedirnos permiso”, le espetó. Y para demostrar que aquello no era solo una reprimenda, le anuncio, desde aquel mismo instante, todos los créditos del banco concedidos a las sociedades de Intra quedan cancelados; asimismo, le conminó a adquirir de inmediato todas las participaciones que el Santander tenia en su grupo; y lo más letal, el Banco Santander dejaba de figurar como referente en cualquier información relacionada con Intra. La maquinaria del Santander se puso en marcha. Los servicios de comunicación del banco se pusieron a trabajar: el Santander retiraba los créditos a Intra, y fomentaba el rumor de que “Intra podía ser la nueva Rumasa”, una información que destilaba veneno dirigida al Banco de España y a la Comisión Nacional del Mercado de Valores. El Banco Santander fue machacando implacablemente a Intra hasta febrero de 1991, fecha en que se vio obligada a presentar suspensión de pagos. A los Serrano Goyría no les quedo más remedio que poner sobre la mesa su paquete del 2% del capital del Santander para hacer frente a sus acreedores. Los 10.000 millones de pesetas en acciones estarían desde este momento en manos de atomizados accionistas acreedores de Intra. Solo quedaba por cumplimentar el epílogo ineluctable: Emilio Botín solicitó la inmediata dimisión como consejero de José Miguel Serrano Goyría, al que tampoco advirtieron de que se sacara las manos de los bolsillos; más bien le empujaron para que rodase por las escaleras y se rompiese la crisma. Emilio Botín junior demostró que llevaba la lección bien aprendida y había superado con nota su primer gran examen.
images[2]
A la izquierda, Alfredo Saenz I el sobornado junto a Emilio Botín II,el sobornador
Esta singular Historia Secreta de los Botín se sostiene por su condición de “secreta” si no fuera así sería una historieta explicada y reinterpretada como muchas otras dedicadas a tan poderosa familia. Lo dicho, lo explicado aquí no consta en la literatura comercial y así y todo, es cierto pero poco o nada se ha difundido. En este blog hay cumplida referencia a la vida y milagros de los Botín, en la barra del blog: El banco paralelo del Santander extraído del libro El botín de Botín donde se pone de manifiesto, en un capítulo, lo que el banco da de sí. También con estos mismos títulos encontraras información en los archivos del blog. Nunca nadie ha contado nada sobre este despelote financiero que es más que cierto aunque parezca increíble. En diferentes archivos hay referencias sobre el Banco Santander y la familia Botín pero quisiera referirme a un episodio de la historia financiera de este país que ha pasado oculto a la verdad. Han sido tantas las páginas escritas en una domesticada prensa y las horas y horas dedicadas en programas de radio y televisión en difundir, sin fisuras, un acontecimiento del que los contertulios, y mensajeros sólo tienen una versión que acaba instaurándose como la verdad única. Cierto es, que toda esta tropa tenían por delante a Mario Conde, de esto se trata lo que viene a continuación: el agujero de Banesto, este personaje no supo o no pudo cortar de raíz la ofensiva contra él y el banco. Cuando trató de reaccionar era demasiado tarde, ya le habían colocado la etiqueta de “ladrón” y las puertas se cerraron y el mundo se le vino encima. La policía cuando trata de resolver un asesinato intenta deducir a quien beneficia esa muerte. Quien resulta más beneficiado acostumbra a ser el autor. Con el descalabro de Banesto pasó lo mismo, perjudicados hubieron muchos empezando por los accionistas pero beneficiario sólo uno: Emilio Botín, que se adjudicó Banesto por subasta en una plica sin firma, el Santander y todos aquellos que el banquero necesitó para llevar a termino su plan como fue el solicito funcionario Alfredo Saenz nombrado por el Banco de España, para llevar a buen puerto la nave Banesto y al que Botín soborno para que recalara en el puerto de Santander. Este asunto bien se le puede tratar de secreto ya que tan sólo ha circulado por la catacumbas del sistema, y eso si ha circulado. El asunto es demasiado extenso como para explicarlo con detalle, no obstante para aquellos que puedan estar interesados encontrarán en la barra del blog: Investiga que algo queda donde se puede encontrar El Banco de España fabricó el “agujero” de Banesto. Los 285.000 millones expoliados de fondos públicos al bolsillo de Botín. imagesCA66FUGS
Empecemos por lo principal, Banesto es intervenido por el Banco de España a resulta de unos informes del servicio de inspección en que se afirma que el banco tiene una “agujero” de 605.000 millones de pesetas. De inmediato se destituye a los administradores de su poltrona en el consejo de administración y el Banco de España coloca a los suyos que se reafirman en el insoldable “agujero” y se inicia el procedimiento previsto para estos casos de insolvencia. Se dio la fatal circunstancia, para los malandrines del asalto y toda la cohorte de cuentacuentos, que situaban la dimensión del tremendo “agujero” en España y paralelamente afirmaban en un tribunal de los Estados Unidos que nunca existió ningún “agujero” en Banesto, es decir, juraban lo contrario de lo que enfatizaban aquí. Un artículo publicado en el Wall Street Journal hacia mención a la demanda presentada por el potentísimo grupo inversor Carlisle Ventures Inc. visto en juicio en la Corte de Manthatan. Los norteamericanos habían concurrido a la ampliación de capital del Banco Español de Crédito atraídos por las bondades relatadas en su Memoria sobre la buena marcha y solvencia de la entidad tan solo nueve meses antes de su descalabro. Implícitamente el Banco de España daba el visto bueno a todos los inversores, especialmente a los internacionales, de lo que aquella Memoria relataba. Su sorpresa fue morrocotuda cuando supieron la intervención del banco por un “agujero” descomunal que le habían producido miles de clientes morosos. Los americanos no se creyeron ni una sola palabra, es más, no estaban dispuestos a dejarse engañar. Tiburones de esa magnitud siempre llegan a las últimas consecuencias, no iban a permitir que su inversión en acciones de un banco español se fuera por el desagüe del water de la noche a la mañana. Iban a recuperar su inversión en su territorio: New York, lejos de los juzgados españoles.
BANESTO%20LOGO[1]El artículo hacía énfasis en la declaración ante los tribunales norteamericanos del Banco de España y los administradores de Banesto que aseguraban que las irregularidades detectadas –las mismas que propiciaron la intervención- eran irrelevantes. El contenido del artículo era demoledor los norteamericanos no se habían dejado chulear con el argumento infantil del “agujero”. En España, ni la más mínima referencia al juicio de New York ni a nada que se le parezca. Silencio total. En Estados Unidos se desmentía lo que en España se afirmaba: la existencia del monumental “agujero”. Otro recorte del Wall Street Journal, de fecha posterior, tan solo era un breve que noticiaba el acuerdo, antes de que se pronunciara la sentencia, entre Carlisle Ventures Inc. y el banco español. El resto de accionistas no tuvieron tanta suerte y perdieron buena parte de sus ahorros. Una pregunta en juicio, formulada por los abogados del grupo inversor Carlisle Ventures Inc. desmontó la declaración del representante del Banco Santander, se preguntaba si era cierto lo que el propio banco afirmaba en un documento interno del que se leyó una frase: Al año siguiente de la intervención por el Banco de España se recuperaron 596.696 millones de los 605.000 estimados como “agujero”.La respuesta fue sí, pero tan bajito que el juez reclamo que se pronunciara en voz más alta.    
A pesar de tan rotunda demostración de que todo fue una engañifa, de la que Mario Conde, como se ha dicho, no supo o no pudo defenderse. Los malandrines que diseñaron el fabuloso engaño, de asaltar el banco por la puerta de atrás, se embuchacaron la pasta en una orgÍa de asalto a los fondos públicos, nada menos que 285.000 millones de pesetas de la época. Cabe preguntarse donde están las  instituciones del Estado o ese señor gordo con gafas oscuras y sombrero de copa que sale en los chistes ¿Dónde está el Fiscal General del Estado? ¿Y el abogado del Estado? Y toda esta plaga de instituciones que ponen la ley por delante de todo ¿Es posible acusar  al mismísimo Banco de España fabricar el “agujero” del Banco Español de Crédito? ¿Puede el Gobierno soltar una millonada sin ninguna comprobación? ¿Si recuperaron el dinero del “agujero” como es que no lo devolvieron a las arcas públicas? Devolver el dinero público es tanto como reconocer que todo fue un montaje, es más pragmático dejarlo en el bolsillo de Botín y su cohorte y así evitar un sacrilegio en el ámbito financiero, un golpe bajo al Gobierno y las instituciones del Estado, y un bochorno para la Justicia que entre todos habían dado por bueno el mayor atraco al dinero de los contribuyentes. De aquellos polvos vienen estos lodos: Banesto tan sólo fue un simulacro de lo que ha venido después, donde los bancos se creen legitimados a echar mano a la caja pública en un toma el dinero y corre.
Para rematar este tema de Banesto añadiré dos píldoras que ponen de manifiesto el montaje que esta tropa tuvo que bregar para consumar el expolio. Los asaltantes, Emilio Botín incluido, se vieron en la necesidad de echar mano de la sociedad mercantil SCI Gestión S.A. que figuraba entre las participadas por el banco. La legislación española obliga a que una empresa de reciente creación consolide (que no se puede separar del balance) con su grupo, esto, precisamente, no interesaba a los artífices del engaño que querían ir por libre. Para encontrar una solución tuvieron que rebuscar entre las empresas participadas por el banco que si se les permitía no consolidar. El milagro de que la travestida SCI Gestión S.A. pudiera tener sus cuentas fuera de la contabilidad del banco era pan comido. SCI Gestión tenía tres empleados: un piloto, un mecánico de vuelo y un asistente de cabina, y un solo avión que era utilizado por el presidente y algunos directivos del banco. Entre un despeje y aterrizaje el Banco de España le había dado autorización para que, a espaldas de la contabilidad del banco, recobrase a miles de recalcitrantes morosos que se habían ido sin pagar. Así con esta autorización se extraían del balance del banco las supuestas recuperaciones de créditos morosos. Champán para todos.
usura 001La otra perla es un sutil detalle. Cuando se hablaba del “agujero” se decía que había sido provocado por miles de créditos “dañados”. Me llamó la atención esta calificación, era la primera vez que la oía, sintonizaba con “estropeados, rotos, perjudicados” cosas por el estilo. La hemeroteca estaba llena de esta expresión. Oficialmente no existía esta calificación; los créditos de un banco o están vivos o están morosos. No hay más. La inspección del Banco de España atribuía a la mala calidad de los créditos otorgados por el Banco Español de Crédito la razón objetiva de su insolvencia, por lo que a esos créditos se les calificó con la original nomenclatura de “dañados”. Hasta entonces, este término, el de créditos “dañados”, no se había aplicado formalmente en la terminología bancaria. Los créditos, o están vivos cuando cumplen con los requisitos y el ciclo contractualmente previsto y su evolución es normal, o son dudosos o morosos cuando ha transcurrido determinado tiempo tasado en cada caso desde su vencimiento y no han sido cobrados. Daba la impresión que los inspectores del Banco de España se habían sacado de la manga un nuevo concepto para sostener la deliberada ambigüedad de su apreciación sobre la solvencia efectiva del banco intervenido. Los funcionarios, en este caso los inspectores, pueden llegar nadando hasta muy lejos pero no pierden ojo a la ropa que han dejado en la orilla. Por jugosa que sea la dádiva, la recompensa o la promesa está prioritariamente en salir bien parado, ellos nunca se pronunciaron que los créditos del Banco Español de Crédito estuvieran calificados como morosos.
Se daba una circunstancia relevante respecto al término “dañado”. Se podría pensar que los asaltantes del banco y a las arcas del Estado nunca podrían haber conseguido sus objetivos dada la complejidad de sortear los obstáculos presentes en el camino. No obstante, fue un paseo triunfal, no era más que la constatación de que el poder había basculado, ostensiblemente, lejos del interés ciudadano. Por muy “dañados” que hubieran calificado a los créditos los inspectores del Banco de España tenían en su propia casa la Central de Información de Riesgos (CIR) que dispone de información histórica de cada unos de los riesgos que asumen las entidades financieras. Todos los créditos están registrados así como sus garantías y su evolución. Este registro informático es prácticamente un baluarte inexpugnable cuando se trata de alterar la situación de miles de créditos. Pero así y todo, nunca se realizó comprobación alguna por el Fondo de Garantía de los Depósitos Bancarios que en nombre del Gobierno, del Estado y de un carrusel de instituciones pagaron sin rechistar, hasta el último euro, la suma de un interminable listado de recalcitrantes morosos. Será por champagne, brindemos por ello.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario