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Crecen las críticas a la ambigüedad moral del mandatario tras el ataque de Charlottesville
Hace 8 min
Un
tuit de Barack Obama referido al ataque racista en Charlottesville en
el que ex presidente demócrata cita a Nelson Mandela se convirtió ayer
en el mensaje con más “me gusta” de la historia de Twitter, con más de
2,7 millones de aprobaciones. “Nadie nace odiando a otra persona debido
al color de su piel, su historial o su religión. La gente debe aprender
a odiar y si puede aprender a odiar, se le puede enseñar a amar,” dice
el tuit.
Mientras tanto, otros ex presidentes y destacados dirigentes republicanos se sumaron ayer a la ola de críticas a la ambigüedad moral del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, luego de que el mandatario rectificara sus dichos y publicara una postura equidistante entre los grupos supremacistas blancos y las protestas antirracistas en relación al estallido de violencia en Charlottesville.
En contraste con el presidente los ex mandatarios republicanos George H. W. Bush (1989-1993) y George W. Bush (2001-2009) llamaron ayer a rechazar “el antisemitismo y el odio”. La reacción de los Bush, que no suelen pronunciarse sobre los vaivenes políticos del país, llega cuatro días después del tuit de Obama.
“Estados Unidos siempre debe rechazar la intolerancia racial, el antisemitismo y el odio en todas sus formas”, dijeron los dos ex presidentes republicanos en un comunicado conjunto.
Su mensaje no hace ninguna referencia explícita al Ku Klux-Klan, ni a los supremacistas blancos ni a los neonazis, como tampoco lo hizo la primera reacción de Trump a la violencia en Charlottesville, en el estado de Virginia, el fin de semana pasado, una omisión que le generó numerosas críticas.
“Mientras rezamos por Charlottesville, recordemos las verdades fundamentales que destacó el ciudadano más prominente de esa ciudad (Thomas Jefferson) en la Declaración de Independencia: todos somos creados iguales y dotados por nuestro creador de derechos inalienables”, indicaron los ex presidentes en su comunicado. “Sabemos que estas verdades son eternas porque hemos visto la decencia y grandeza de nuestro país”, concluyó la breve nota.
El ex mandatario demócrata Bill Clinton (1993-2001) también reaccionó el sábado al suceso, al escribir en Twitter que “aun cuando se protege la libertad de expresión y de asamblea, hay que condenar el odio, la violencia y el supremacismo blanco”.
Otro destacado integrante de la familia Bush, el ex gobernador de Florida y ex aspirante presidencial republicano Jeb Bush, condenó el sábado explícitamente a los supremacistas blancos y ayer pidió a Trump que no “cuestione quién tiene la culpa de los sucesos de Charlottesville”.
Entre los dirigentes republicanos, el presidente de la Cámara de Representantes del Congreso y tercera autoridad del país, Paul Ryan, en Twitter: “Debemos ser claros. El supremacismo blanco es repulsivo. Este fanatismo es contrario a todo lo que este país representa. No puede haber ambigüedad moral”. Ryan criticó a Trump por culpar a “los dos bandos” de la violencia del fin de semana en Charlottesville, estado de Virginia, donde un joven neonazi asesinó a una mujer cuando protestaba por la marcha racista.
El dirigente republicano reaccionó así después de que Trump insistiera ayer en que tanto los grupos antirracistas como los supremacistas blancos fueron responsables de la violencia.
El propio Trump, horas antes, había condenado el racismo y calificado de “criminales y matones” a integrantes del Ku Klux Klan, neonazis y supremacistas que participaron de los desmanes. “¿Qué pasa con la alt-left (izquierda alternativa) que atacó a lo que usted llama alt-right (derecha alternativa, racista)? ¿Tienen alguna culpa?”, dijo Trump en una rueda de prensa en Nueva York.
El mandatario defendió el derecho a movilizarse contra el retiro de los símbolos de la Confederación esclavista sureña que peleó contar el Norte en la guerra civil estadounidense del siglo XIX, para muchos un homenaje esclavista que debe ser eliminado y para otros trozo de la historia de la cual se sienten orgullosos.
“George Washington era dueño de esclavos, ¿vamos a retirar sus estatuas también?”, preguntó Trump. “Entonces quitemos la de Jefferson a la semana siguiente”, agregó con tono irónico.
El movimiento pendular de Trump entre una postura y otra se explica en el rechazo abrumador que desataron sus primeras declaraciones, por una parte, y en el apoyo que grupos de ultraderecha le dieron al mandatario en su campaña electoral, fascinados por su tinte nacionalista.
El veterano senador republicano John McCain rechazó poner en el mismo saco a neonazis y antifascistas, al subrayar que “no hay equivalencia moral entre racistas y estadounidenses que se ponen de pie para desafiar el odio y la intolerancia”. “El presidente de Estados Unidos debería decirlo”, tuiteó McCain.
En tanto, la Federación Estadounidense del Trabajo (AFL-CIO), la mayor central obrera del país, anunció la noche del martes que abandona el consejo de empresarios creado por Trump en rechazo hacia la tibia respuesta del presidente al asesinato de la manifestante antifascista Heather Heyer.
El sindicato se sumó así a los directivos de las empresas Merck, Intel, Alliance for American Manufacturing y Under Armour, que el martes habían renunciado a este panel asesor de la Casa Blanca.
Trump, disolvió hoy dos consejos de asesores tras la renuncia de varios de sus integrantes por su reacción a la violencia en Charlottesville,
La decisión de Trump puso fin al Consejo de Fabricantes Estadounidenses, que había sufrido un éxodo gradual desde el lunes debido a la ambigua respuesta del mandatario a lo ocurrido en esa ciudad de Virginia, y al Foro de Estrategia y Política, cuyos integrantes habían decidido ayer renunciar en masa. “En lugar de presionar a los empresarios del Consejo de Fabricantes Estadounidenses y el Foro de Estrategia y Políticas, voy a acabar con ambos. ¡Gracias a todos!”, tuiteó Trump.
En el planto internacional, el secretario general de la ONU, António Guterres, consideró ayer “esencial” condenar el racismo, la xenofobia, el antisemitismo y la islamofobia tras las protestas de neonazis y supremacistas blancos de Charlottesville.
Mientras tanto, otros ex presidentes y destacados dirigentes republicanos se sumaron ayer a la ola de críticas a la ambigüedad moral del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, luego de que el mandatario rectificara sus dichos y publicara una postura equidistante entre los grupos supremacistas blancos y las protestas antirracistas en relación al estallido de violencia en Charlottesville.
En contraste con el presidente los ex mandatarios republicanos George H. W. Bush (1989-1993) y George W. Bush (2001-2009) llamaron ayer a rechazar “el antisemitismo y el odio”. La reacción de los Bush, que no suelen pronunciarse sobre los vaivenes políticos del país, llega cuatro días después del tuit de Obama.
“Estados Unidos siempre debe rechazar la intolerancia racial, el antisemitismo y el odio en todas sus formas”, dijeron los dos ex presidentes republicanos en un comunicado conjunto.
Su mensaje no hace ninguna referencia explícita al Ku Klux-Klan, ni a los supremacistas blancos ni a los neonazis, como tampoco lo hizo la primera reacción de Trump a la violencia en Charlottesville, en el estado de Virginia, el fin de semana pasado, una omisión que le generó numerosas críticas.
“Mientras rezamos por Charlottesville, recordemos las verdades fundamentales que destacó el ciudadano más prominente de esa ciudad (Thomas Jefferson) en la Declaración de Independencia: todos somos creados iguales y dotados por nuestro creador de derechos inalienables”, indicaron los ex presidentes en su comunicado. “Sabemos que estas verdades son eternas porque hemos visto la decencia y grandeza de nuestro país”, concluyó la breve nota.
El ex mandatario demócrata Bill Clinton (1993-2001) también reaccionó el sábado al suceso, al escribir en Twitter que “aun cuando se protege la libertad de expresión y de asamblea, hay que condenar el odio, la violencia y el supremacismo blanco”.
Otro destacado integrante de la familia Bush, el ex gobernador de Florida y ex aspirante presidencial republicano Jeb Bush, condenó el sábado explícitamente a los supremacistas blancos y ayer pidió a Trump que no “cuestione quién tiene la culpa de los sucesos de Charlottesville”.
Entre los dirigentes republicanos, el presidente de la Cámara de Representantes del Congreso y tercera autoridad del país, Paul Ryan, en Twitter: “Debemos ser claros. El supremacismo blanco es repulsivo. Este fanatismo es contrario a todo lo que este país representa. No puede haber ambigüedad moral”. Ryan criticó a Trump por culpar a “los dos bandos” de la violencia del fin de semana en Charlottesville, estado de Virginia, donde un joven neonazi asesinó a una mujer cuando protestaba por la marcha racista.
El dirigente republicano reaccionó así después de que Trump insistiera ayer en que tanto los grupos antirracistas como los supremacistas blancos fueron responsables de la violencia.
El propio Trump, horas antes, había condenado el racismo y calificado de “criminales y matones” a integrantes del Ku Klux Klan, neonazis y supremacistas que participaron de los desmanes. “¿Qué pasa con la alt-left (izquierda alternativa) que atacó a lo que usted llama alt-right (derecha alternativa, racista)? ¿Tienen alguna culpa?”, dijo Trump en una rueda de prensa en Nueva York.
El mandatario defendió el derecho a movilizarse contra el retiro de los símbolos de la Confederación esclavista sureña que peleó contar el Norte en la guerra civil estadounidense del siglo XIX, para muchos un homenaje esclavista que debe ser eliminado y para otros trozo de la historia de la cual se sienten orgullosos.
“George Washington era dueño de esclavos, ¿vamos a retirar sus estatuas también?”, preguntó Trump. “Entonces quitemos la de Jefferson a la semana siguiente”, agregó con tono irónico.
El movimiento pendular de Trump entre una postura y otra se explica en el rechazo abrumador que desataron sus primeras declaraciones, por una parte, y en el apoyo que grupos de ultraderecha le dieron al mandatario en su campaña electoral, fascinados por su tinte nacionalista.
El veterano senador republicano John McCain rechazó poner en el mismo saco a neonazis y antifascistas, al subrayar que “no hay equivalencia moral entre racistas y estadounidenses que se ponen de pie para desafiar el odio y la intolerancia”. “El presidente de Estados Unidos debería decirlo”, tuiteó McCain.
En tanto, la Federación Estadounidense del Trabajo (AFL-CIO), la mayor central obrera del país, anunció la noche del martes que abandona el consejo de empresarios creado por Trump en rechazo hacia la tibia respuesta del presidente al asesinato de la manifestante antifascista Heather Heyer.
El sindicato se sumó así a los directivos de las empresas Merck, Intel, Alliance for American Manufacturing y Under Armour, que el martes habían renunciado a este panel asesor de la Casa Blanca.
Trump, disolvió hoy dos consejos de asesores tras la renuncia de varios de sus integrantes por su reacción a la violencia en Charlottesville,
La decisión de Trump puso fin al Consejo de Fabricantes Estadounidenses, que había sufrido un éxodo gradual desde el lunes debido a la ambigua respuesta del mandatario a lo ocurrido en esa ciudad de Virginia, y al Foro de Estrategia y Política, cuyos integrantes habían decidido ayer renunciar en masa. “En lugar de presionar a los empresarios del Consejo de Fabricantes Estadounidenses y el Foro de Estrategia y Políticas, voy a acabar con ambos. ¡Gracias a todos!”, tuiteó Trump.
En el planto internacional, el secretario general de la ONU, António Guterres, consideró ayer “esencial” condenar el racismo, la xenofobia, el antisemitismo y la islamofobia tras las protestas de neonazis y supremacistas blancos de Charlottesville.
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