Cuando
el secretario de Economía de México y la ministra de Exteriores de
Canadá aparecieron el martes por la tarde ante la prensa, la sintonía
existente entre ambos quedó patente en sus gestos y sus palabras.
“Hemos construido una relación fuerte entre Canadá y México, incluida una relación fuerte entre nosotros dos”, dijo en la embajada de su país en Washington Chrystia Freeland, que se refirió al mexicano Ildefonso Guajardo como “mi amigo Ildefonso”. Ambos mantuvieron aquella tarde una reunión a dos bandas a pocas horas de que en la mañana de ayer arrancara en el Hotel Marriott Wardman Park de Washington la renegociación del Nafta, como es conocido por sus siglas en inglés el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Pero Estados Unidos empezó ayer la renegociación de Nafta con una postura inusualmente dura, al asegurar que “el pacto decepcionó a muchos estadounidenses” y no alcanza con que sea “retocado”, frente a mensajes más conciliadores de México y Canadá.
“El Nafta le ha fallado a muchos estadounidenses y necesita importantes mejorías”, señaló el principal asesor comercial del gobierno de Donald Trump, Robert Lighthizer, al comienzo de la primera ronda de conversaciones en Washington de un proceso que se prefigura largo y complicado.
Aunque Estados Unidos reconoció que los tres países asumen que el acuerdo, en vigor desde 1994, debe ser “modernizado y actualizado”, Lighthizer rápidamente precisó que su presidente no estaba interesado en “un mero ajuste”. “Necesitamos asegurar que los enormes déficits comerciales no continúen y que tengamos un equilibrio y reciprocidad. Esto debería ser revisado periódicamente”, agregó.
El déficit comercial, sobre todo con México, que el año pasado alcanzó los 64.000 millones de dólares –un fuerte contraste con el superávit de 1300 millones que tenía Estados Unidos antes de que el Nafta entrara en vigor– fue una de las principales críticas de Trump al tratado, que llegó a calificar de “completo desastre”.
Si bien los representantes de México y Canadá mantuvieron un tono más diplomático en torno a unas negociaciones que se anuncian complejas, ambos defendieron sus posiciones y aspiraciones para la modernización del Nafta.
La canciller canadiense y líder del equipo negociador de Ottawa, Chrystia Freeland, rechazó de manera contundentemente la necesidad de Estados Unidos de reducir su déficit comercial.
“Canadá no considera los superávit comerciales o los déficit como una medida primaria para determinar si una relación comercial funciona”, expresó Freeland, quien destacó que el comercio de su país con Estados Unidos es equilibrado y mutuamente beneficioso. “No concebimos el comercio como un juego de suma cero”, sentenció la jefa de la diplomacia del gobierno del primer ministro Justin Trudeau. En cambio, la canciller expresó la voluntad de Canadá de hacer del Nafta un pacto “más progresista” con la incorporación de protecciones laborales y medioambientales.
Por su parte, el ministro de Economía de México, Ildefonso Guajardo, dijo que en las conversaciones “no se trata de romper aquello que ha funcionado, sino, por el contrario, de mejorar nuestro acuerdo”. “Para que un acuerdo tenga éxito, tiene que funcionar para todas las partes involucradas, de lo contrario no es un trato”, subrayó el enviado del presidente Enrique Peña Nieto. Ante la firmeza estadounidense, los analistas temen que la renegociación del Nafta se derrumbe frente al discurso proteccionista del presidente Trump y a su defensa del eslogan “Estados Unidos primero”. En ese sentido, la comunidad empresarial de Estados Unidos instó ayer a la delegación de su gobierno a “no hacer daño” para evitar que un nuevo acuerdo deshaga la compleja red de proveedores manufactureros establecida en torno al Nafta.
Durante su campaña presidencial de 2016, Trump hizo del comercio uno de los ejes principales de sus programa y prometió revitalizar al sector manufacturero de Estados Unidos.
Una de sus promesas fue el retiro de Washington del Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TPP), que cumplió poco después de asumir el cargo en enero. La misma amenaza ensombrece ahora la renegociación del Nafta.Tras las declaraciones oficiales, las conversaciones quedan a cargo de los jefes negociadores, quienes evaluarán el tratado en mesas técnicas hasta el domingo. México está representado por Kenneth Smith –encargado de comercio de la embajada mexicana en Washington, que había participado en la negociación del acuerdo inicial–, mientras que Estados Unidos por John Melle –actual asistente de Comercio Exterior para el Hemisferio Occidental–, y Canadá por Steve Verheul, quien estuvo al frente del reciente pacto de su país con la Unión Europea (UE). La segunda tanda de negociaciones tendrá lugar en México, quizás en septiembre.
“Hemos construido una relación fuerte entre Canadá y México, incluida una relación fuerte entre nosotros dos”, dijo en la embajada de su país en Washington Chrystia Freeland, que se refirió al mexicano Ildefonso Guajardo como “mi amigo Ildefonso”. Ambos mantuvieron aquella tarde una reunión a dos bandas a pocas horas de que en la mañana de ayer arrancara en el Hotel Marriott Wardman Park de Washington la renegociación del Nafta, como es conocido por sus siglas en inglés el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Pero Estados Unidos empezó ayer la renegociación de Nafta con una postura inusualmente dura, al asegurar que “el pacto decepcionó a muchos estadounidenses” y no alcanza con que sea “retocado”, frente a mensajes más conciliadores de México y Canadá.
“El Nafta le ha fallado a muchos estadounidenses y necesita importantes mejorías”, señaló el principal asesor comercial del gobierno de Donald Trump, Robert Lighthizer, al comienzo de la primera ronda de conversaciones en Washington de un proceso que se prefigura largo y complicado.
Aunque Estados Unidos reconoció que los tres países asumen que el acuerdo, en vigor desde 1994, debe ser “modernizado y actualizado”, Lighthizer rápidamente precisó que su presidente no estaba interesado en “un mero ajuste”. “Necesitamos asegurar que los enormes déficits comerciales no continúen y que tengamos un equilibrio y reciprocidad. Esto debería ser revisado periódicamente”, agregó.
El déficit comercial, sobre todo con México, que el año pasado alcanzó los 64.000 millones de dólares –un fuerte contraste con el superávit de 1300 millones que tenía Estados Unidos antes de que el Nafta entrara en vigor– fue una de las principales críticas de Trump al tratado, que llegó a calificar de “completo desastre”.
Si bien los representantes de México y Canadá mantuvieron un tono más diplomático en torno a unas negociaciones que se anuncian complejas, ambos defendieron sus posiciones y aspiraciones para la modernización del Nafta.
La canciller canadiense y líder del equipo negociador de Ottawa, Chrystia Freeland, rechazó de manera contundentemente la necesidad de Estados Unidos de reducir su déficit comercial.
“Canadá no considera los superávit comerciales o los déficit como una medida primaria para determinar si una relación comercial funciona”, expresó Freeland, quien destacó que el comercio de su país con Estados Unidos es equilibrado y mutuamente beneficioso. “No concebimos el comercio como un juego de suma cero”, sentenció la jefa de la diplomacia del gobierno del primer ministro Justin Trudeau. En cambio, la canciller expresó la voluntad de Canadá de hacer del Nafta un pacto “más progresista” con la incorporación de protecciones laborales y medioambientales.
Por su parte, el ministro de Economía de México, Ildefonso Guajardo, dijo que en las conversaciones “no se trata de romper aquello que ha funcionado, sino, por el contrario, de mejorar nuestro acuerdo”. “Para que un acuerdo tenga éxito, tiene que funcionar para todas las partes involucradas, de lo contrario no es un trato”, subrayó el enviado del presidente Enrique Peña Nieto. Ante la firmeza estadounidense, los analistas temen que la renegociación del Nafta se derrumbe frente al discurso proteccionista del presidente Trump y a su defensa del eslogan “Estados Unidos primero”. En ese sentido, la comunidad empresarial de Estados Unidos instó ayer a la delegación de su gobierno a “no hacer daño” para evitar que un nuevo acuerdo deshaga la compleja red de proveedores manufactureros establecida en torno al Nafta.
Durante su campaña presidencial de 2016, Trump hizo del comercio uno de los ejes principales de sus programa y prometió revitalizar al sector manufacturero de Estados Unidos.
Una de sus promesas fue el retiro de Washington del Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TPP), que cumplió poco después de asumir el cargo en enero. La misma amenaza ensombrece ahora la renegociación del Nafta.Tras las declaraciones oficiales, las conversaciones quedan a cargo de los jefes negociadores, quienes evaluarán el tratado en mesas técnicas hasta el domingo. México está representado por Kenneth Smith –encargado de comercio de la embajada mexicana en Washington, que había participado en la negociación del acuerdo inicial–, mientras que Estados Unidos por John Melle –actual asistente de Comercio Exterior para el Hemisferio Occidental–, y Canadá por Steve Verheul, quien estuvo al frente del reciente pacto de su país con la Unión Europea (UE). La segunda tanda de negociaciones tendrá lugar en México, quizás en septiembre.
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