Hugo Chávez no estaba loco
Ana Paula Ordorica
Cuando menos no tanto como sus herederos, el ahora
presidente Nicolás Maduro, y Diosdado Cabello.
19/04/2013 02:56
Poco después de la muerte de Chávez, Diosdado Cabello, presidente del Congreso venezolano, declaró que Hugo Chávez
siempre era el que encauzaba a los chavistas que de pronto se ponían
locos. A las ideas deschavetadas (que no deschavezadas) el difunto ex
presidente les ponía un alto.
Hugo Chávez podía dar discursos apelando al amor que durasen más de ocho horas; podía atacar verbalmente al imperialismo estadunidense y las conspiraciones de la derecha en su país, pero estaba consciente de los límites entre la democracia y la dictadura, según los propios dichos de Cabello.
“Él era el muro de contención de muchas de esas ideas locas que se nos ocurren a nosotros”, dijo Cabello en tono de amenaza contra la oposición, a la que advirtió que la muerte de Chávez en ningún sentido les beneficiaba. “Él imponía su liderazgo, su prudencia y su conciencia, y nos evitaba actuar en muchas ocasiones con estas ideas locas nuestras”, según el recuento que hace Ewald Scharfenberg para El País, desde Caracas.
Hoy, a mes y medio de la muerte (oficial) de Hugo Chávez, estamos viendo cómo Venezuela se desliza, gracias a esas ideas locas y ante la ausencia del muro de contención, por el camino de la dictadura.
Las principales figuras del chavismo, desde Nicolás Maduro, hasta el propio Cabello, han enfilado sus baterías en contra de todo aquel que esté en contra de su proyecto.
Medios de comunicación, ciudadanos, gobernantes de otros partidos e incluso a los países que a nivel internacional no se están replegando a su proyecto, se encuentran entre señalados y amenazados.
A los medios de comunicación los ha amenazado Maduro con que se definan si están o no ‘con la patria’. A la oposición, Capriles, y a quien en un momento le disputó la candidatura a Henrique, Leopoldo López, la amenaza con encarcelarlos se escucha cada vez más fuerte. A los ciudadanos ya se les prohibió manifestarse en contra del gobierno. Y a los gobernantes de oposición se les está desconociendo.
Entre este desconocimiento está la prohibición que ha impuesto Cabello para que cualquier legislador pronuncie palabra si no reconoce a Maduro como Presidente antes.
¿Es posible pensar que esas condiciones se mantengan en un régimen que dice ser una democracia? Por ningún motivo.
Hugo Chávez no estaba loco… cuando menos no tanto como sus herederos Maduro y Cabello.
Apostilla: Vaya semana para el ex presidente Felipe Calderón. Arrancó dando recuento de los estallidos en Boston y concluye con tres fuertes reveses: 1) La libertad de Noé Ramírez Mandujano, ex titular de la SIEDO, tras cuatro años en prisión por supuestos nexos con el crimen organizado. Sus primeras declaraciones señalan la lucha en contra del narco como una farsa; un engaño a los mexicanos 2) la libertad del general en retiro, Tomás Ángeles, también acusado de nexos con los Beltrán Leyva por un testigo protegido y ahora libre por falta de pruebas 3) el revés a lo dispuesto por la SCT del sexenio pasado en el caso de la concesión de MVS sobre la banda 2.5 Ghz.
Parecería que el “pacto” no escrito de no golpear a Calderón desde el actual gobierno se hubiera roto. Aunque el tema no va por ahí. El tema es lo que apuntó desde el día 1 el procurador Murillo Karam: la PGR estaba destrozada y hay que reconstruirla.
Hugo Chávez podía dar discursos apelando al amor que durasen más de ocho horas; podía atacar verbalmente al imperialismo estadunidense y las conspiraciones de la derecha en su país, pero estaba consciente de los límites entre la democracia y la dictadura, según los propios dichos de Cabello.
“Él era el muro de contención de muchas de esas ideas locas que se nos ocurren a nosotros”, dijo Cabello en tono de amenaza contra la oposición, a la que advirtió que la muerte de Chávez en ningún sentido les beneficiaba. “Él imponía su liderazgo, su prudencia y su conciencia, y nos evitaba actuar en muchas ocasiones con estas ideas locas nuestras”, según el recuento que hace Ewald Scharfenberg para El País, desde Caracas.
Hoy, a mes y medio de la muerte (oficial) de Hugo Chávez, estamos viendo cómo Venezuela se desliza, gracias a esas ideas locas y ante la ausencia del muro de contención, por el camino de la dictadura.
Las principales figuras del chavismo, desde Nicolás Maduro, hasta el propio Cabello, han enfilado sus baterías en contra de todo aquel que esté en contra de su proyecto.
Medios de comunicación, ciudadanos, gobernantes de otros partidos e incluso a los países que a nivel internacional no se están replegando a su proyecto, se encuentran entre señalados y amenazados.
A los medios de comunicación los ha amenazado Maduro con que se definan si están o no ‘con la patria’. A la oposición, Capriles, y a quien en un momento le disputó la candidatura a Henrique, Leopoldo López, la amenaza con encarcelarlos se escucha cada vez más fuerte. A los ciudadanos ya se les prohibió manifestarse en contra del gobierno. Y a los gobernantes de oposición se les está desconociendo.
Entre este desconocimiento está la prohibición que ha impuesto Cabello para que cualquier legislador pronuncie palabra si no reconoce a Maduro como Presidente antes.
¿Es posible pensar que esas condiciones se mantengan en un régimen que dice ser una democracia? Por ningún motivo.
Hugo Chávez no estaba loco… cuando menos no tanto como sus herederos Maduro y Cabello.
Apostilla: Vaya semana para el ex presidente Felipe Calderón. Arrancó dando recuento de los estallidos en Boston y concluye con tres fuertes reveses: 1) La libertad de Noé Ramírez Mandujano, ex titular de la SIEDO, tras cuatro años en prisión por supuestos nexos con el crimen organizado. Sus primeras declaraciones señalan la lucha en contra del narco como una farsa; un engaño a los mexicanos 2) la libertad del general en retiro, Tomás Ángeles, también acusado de nexos con los Beltrán Leyva por un testigo protegido y ahora libre por falta de pruebas 3) el revés a lo dispuesto por la SCT del sexenio pasado en el caso de la concesión de MVS sobre la banda 2.5 Ghz.
Parecería que el “pacto” no escrito de no golpear a Calderón desde el actual gobierno se hubiera roto. Aunque el tema no va por ahí. El tema es lo que apuntó desde el día 1 el procurador Murillo Karam: la PGR estaba destrozada y hay que reconstruirla.
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