La intolerancia de las religiosidades: la traición de EPN
Escrito por Autor Invitado
por Miguel Á. Elorza-Vásquez
@melorzav
México es profundamente religioso pero no
profundamente católico. Desde los tiempos del imperio azteca hasta
nuestros días, las distintas religiosidades, es decir, aquella facultad
de practicar una religión, dentro de las limitaciones individuales y
sociales que le son impuestas a toda persona al nacer, han constituido
parte importante de lo que los estudiosos han llamado lo mexicano.
Así pues, estas religiosidades han
conformado el conjunto de creencias de las culturas mexicanas y nos
sirven como horizonte de sentido, estableciendo de esta manera la forma
de entender-el-mundo y la manera-de-ser-en-el-mundo de los
que profesan tal o cual religiosidad, por lo que es posible afirmar que
México es, en realidad, religiosidades y no religión como muchos hoy
todavía afirman.
A lo largo
de nuestra historia, la mayoría de las veces estas religiosidades han
establecido diálogos entre ellas aprovechando las creencias y prácticas
religiosas en común, sin embargo, ha habido momentos en que éstas han
sido irreconciliables y, habitando la diferencia, es decir, el reconocimiento del otro-otros como diferente al yo que
se constituye en las religiosidades, personas de alguna religiosidad
han emprendido movimientos hostiles contra el resto de religiosidades y
sus creyentes. Justamente por lo anterior, México ha sido tierra fértil
para los conflictos religiosos que han aparecido desde la época
precolombina hasta nuestro días.
Uno de los grandes conflictos religiosos
actuales, surgido en los años 80, es el que ocurre entre los católicos y
los evangélicos que hoy en día se constituyen como la segunda iglesia
con mayor número de creyentes en el país después de la católica. Así
pues, en las comunidades rurales donde, dicho sea de paso, se presenta
la mayor religiosidad, sistemáticamente los católicos han cometido
despojos contra los evangélicos, han incendiado sus templos, los han
expulsado de las comunidades e, incluso, los han asesinado, debido a que
la religiosidad católica —que no religión— en esas comunidades se ha
instaurado como sinónimo de intolerancia hacia cualquier otro que entienda-el-mundo y sea-en-el-mundo de manera diferente a su religiosidad
Por lo anterior, el 1 de mayo de 2012,
justo dos meses antes de las elecciones presidenciales, Enrique Peña
Nieto se reunió para comer con 40 líderes evangélicos de toda la
república en la Hacienda de los Morales, D.F. El entonces candidato, en
campaña y en plan de prometerlo todo, dijo, según Linaole R. Flores: “Yo
me comprometo a que, si llego a ser Presidente, habrá un enlace en los
pinos con las iglesias evangélicas […] ¿dónde firmo?”
Como era de esperarse, el ahora
presidente Enrique Peña Nieto no cumplió con su promesa de campaña y no
nombró a ningún enlace con las iglesias evangélicas. Al contario, en su
gabinete ampliado, Peña Nieto designó como director de la Dirección de
Ministros de Culto al abogado Abraham Madero Márquez con una fuerte
formación en universidades católicas y, como Subdirectora de Enlace fue
nombrada la abogada Celina García Rodríguez, también egresada de una
universidad católica.
Así pues, el presidente católico Enrique
Peña Nieto, egresado de una universidad católica, ha mentido a los
líderes protestantes con los que comprometió su palabra y, con esa
traición, contribuye a la intolerancia de las religiosidades católicas
sobre otras. De esta manera, México pasó de un presidente católico que
no hizo nada en el conflicto de Nueva Jerusalén en Turicato, Michoacán, a
otro presidente católico que no se preocupa por las otras
religiosidades diferentes a la suya, la cual consiste en la ostentación
devocional de la pompa y el boato en su boda con la actriz Angélica
Rivera en la catedral de Toluca.
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