¿Le conviene el Ramadán a la revolución egipcia?
Foto: La Voz de Rusia
Sin embargo, nadie duda de la posibilidad de
que en los próximos días el número de muertos y heridos crezca. En
realidad, ninguna de las partes desea caldear la situación hasta el
límite de una guerra civil, ni los Hermanos Musulmanes ni el Ejército.
La mayoría de los islamistas son conscientes de que las masas populares
no están dispuestas a sacrificarse, como tampoco lo están para inmolarse
en nombre de las Fuerzas Armadas.
Incluso sin pretender
llegar a esto, los Hermanos están objetivamente interesados en que haya
derramamiento de sangre, en aras de conservar su influencia en un
Egipto pos-Morsi y evitar ser marginados como lo eran en años
anteriores. Precisamente por ello, no pueden conformarse con la caída
del régimen que trataron de erigir.
Esto fue tarea
difícil comenzando desde su ascensión al poder en el que, a pesar de la
ayuda internacional, la situación económica en el país empeoraba
constantemente; los salafistas entorpecían el camino deliberadamente
acusándolos de ser “poco islamistas”. Por otra parte, la fuerzas civiles
protestaban contra la “ocupación total” de cualquier puesto en las
estructuras del poder, mientras que los practicantes de otras religiones
trataban de salvarse de los múltiples intentos de linchamiento a manos
de los integristas fanáticos que, por fin, se sentían portadores de la
“verdadera” identidad egipcia.
Entonces, el Ejército
rápidamente expuso que los acuerdos informales sobre la división de
poderes (los políticos, a los Hermanos; los económicos, al Ejército) no
tenían perspectivas, por cuanto los islamistas estaban dispuestos a
implantar una dictadura total al servicio de su secta religiosa.
Siempre
fue evidente que quien realmente dirigía el país no era el poco
carismático Morsi, sino el líder religioso Khairat al Shater, aunque
esto no es un detalle de mucha importancia. El problema radica en que
sus declaraciones democráticas se contradecían constantemente con los
hechos y en que en las estructuras claves de poder no aparecieron
sujetos que estuvieran por encima de las refriegas. De hecho, el poder
no fue ni siquiera compartido con los diferentes actores sino entregado a
los fieles seguidores de los Hermanos Musulmanes.
El
sueño de que la libertad llegaría Egipto como resultado de las
elecciones fue tan solo una ilusión que duró poco. El resultado ha sido
decenas de policías muertos en dudosas circunstancias, periodistas
asustados e imposibilitados de interpretar los sucesos y miles de
mártires.
Mientras que el ejército, el “amigo del
pueblo”, no expresa el más mínimo deseo de garantizar la libertad de
expresión de opiniones diversas, o de preocuparse en la formación de un
nuevo gobierno que realmente pueda proponer las vías para la solución de
los problemas económicos del país. Su interés principal consiste en
mantener a salvo sus privilegios y aquellos límites democráticos que le
impusieron al país, siempre que garanticen sus prebendas. En este
sentido, los enfrentamientos que seguramente continuarán en las semanas
siguientes, ayudaran a definir quién podrá sentarse a la mesa de
negociaciones, con qué fuerzas tendrá que vérselas Egipto y cuál será el
papel de cada una de ellas en adelante.
Hay una
incógnita: las palabras siempre suenan algo diferentes de cuando se
dicen a cuando se piensan. Sobre todo cuando no sabes quién va a oírlas y
qué efecto tendrán.
El Ramadán es el momento en el que
los preceptos religiosos llegarán a más oídos, durante días laborables
cortos en los que los creyentes tendrán más tiempo para encontrarse con
sus exaltados correligionarios. Incluso si nadie en Egipto quiere
realmente tener montones de cadáveres en las plazas, no se puede
descartar que grupos de integracionistas armados, empujados además por
correligionarios extranjeros, enciendan verdaderas fogatas ardientes,
allí donde a otros le bastaría con el fuego de una cerilla.
Mientras
tanto, los turistas, cuyo dinero total con el aporte de los emigrados
ha constituido la mayor parte del presupuesto, se niegan a viajar a
Egipto.
Cualquiera que sea la solución política de la
situación, para el futuro gobierno será mucho más complejo poner orden
en el país que para el depuesto.
fs/lj/sm
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