ASESINOS DE PRESIDENTES (7ª PARTE)
Mucho se ha dicho y escrito acerca de la muerte de John Kennedy. Hay cientos de libros que hablan acerca de conspiraciones que determinaron su asesinato. Muchos de ellos son excelentes y, sin embargo, esta gran abundancia de material bibliográfico ha jugado a favor de los intereses de quienes lo asesinaron.
Carl Oglesby (1935 – 2011), escritor y académico norteamericano, además de activista político, dijo: “Elementos rabiosamente anticomunistas de la división de operaciones de la CIA, moviéndose a menudo a través de canales extragubernamentales, estuvieron profundamente involucrados en la cúpula del planeamiento del asesinato y del proceso de su ejecución. Al parecer, fueron quienes tomaron la decisión de matar al presidente. La consideración tuvo un motivo político. Su objetivo era detener el movimiento de John Fitzgerald Kennedy hacia la distensión en la Guerra Fría, y en ello tuvo éxito. Por tanto, debe contemplarse como un golpe de Estado palaciego. Oswald fue un hombre inocente, reclutado para cargar con la culpa. Como él puntualizó: « Yo soy un señuelo.»”.
John Fitzgerald Kennedy fue un político norteamericano, trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos, nacido el año 1917 en Brookline, Massachussets. Durante la II Guerra Mundial sirvió en la Armada como teniente de navío, distinguiéndose en intervenciones bélicas efectuadas en el Pacífico (1943). Asistió como periodista de la cadena Hearst a las conferencias de San Francisco y Postdam. Miembro de la Cámara de Representantes en 1947 y del Senado en 1952, derrotó al republicano Richard Nixon en las elecciones presidenciales de 1960, con lo que pasó a ser el primer presidente católico, y el más joven de la historia de los Estados Unidos. En 1962, con su bloqueo militar a Cuba para impedir la expansión comunista, provocó una grave crisis mundial. Sin embargo se mostró repetidas veces partidario de una política de acercamiento a los soviéticos. Visitó Francia, Gran Bretaña, Austria, Alemania, Canadá, Venezuela y Colombia. En el apogeo de su carrera política murió asesinado en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1963.
La abundancia de teorías conspirativas sobre su asesinato sólo ayuda a desacreditar esa tesis, pues son tantos los sospechosos de planearlo, tales como la Mafia, los cubanos anticastristas, el FBI, la CIA, el Servicio Secreto, la KGB, Fidel Castro, etc., que termina imponiéndose la tesis oficial de la Comisión Warren acerca de la culpabilidad de un único y solitario tirador, llamado Lee Harvey Oswald. Pero, ¿qué intereses había detrás de la muerte del presidente de los Estados Unidos?
Ficha policial de Lee Harvey Oswald al ser detenido |
A los pocos meses, Moynihan le acercó a Kennedy los resultados de su investigación. Las respuestas a esos interrogantes eran dos no. Sin embargo, Robert no se quedó ni tranquilo ni quieto. Sencillamente no podía creer en la tesis oficial de Oswald como único asesino, y contactó a un ex agente de la inteligencia británica (MI 6) a fin de que efectuara una investigación reservada acerca del asesinato.
El agente británico fue, a su vez, rápidamente contactado por agentes del servicio secreto francés, que ya estaban analizando e investigando diferentes pistas. Aparentemente, los franceses estaban interesados en saber exactamente quién o quiénes habían ordenado el asesinato, debido a que en años anteriores el propio presidente francés Charles De Gaulle había sufrido dos atentados. De Gaulle creía que había conexiones entre el crimen de Kennedy y los atentados que había sufrido, y habría ordenado una investigación privada del servicio secreto francés.
Robert F. Kennedy |
Fue por eso que en el juicio en el que actuó como fiscal debió limitarse a incriminar sólo a eslabones intermedios del crimen, tal como puede observarse en el film JFK, de Oliver Stone. Además, se especula que Garrison fue elegido como fiscal del caso precisamente porque se pensaba que no podía llegar a resolverlo, tal como ocurrió.
Pues bien, en ese año Garrison recibió una llamada de la editorial europea Frontiers, que estaba a punto de publicar un libro acerca del crimen. El libro, aseguraba la editorial, resolvía definitivamente el crimen, y Frontiers le ofreció adelantarle el material para que pudiera avanzar en el proceso que llevaba a cabo. Garrison aceptó la propuesta y a las pocas semanas recibió tres cuadernillos con información de lo que más tarde sería L’Amérique Brule (América se quema), escrito por un tal James Hepburn, en francés.
Cuando terminó de leer el material, encontró que encajaba perfectamente con las pistas que él estaba siguiendo, por lo que decidió enviar a Steve Jaffe, un agente propio, a Ginebra, sede de Frontiers, para que se entrevistase con Hepburn. En Ginebra, Jaffe se sorprendió al advertir que Frontiers sólo tenía una mesa en lo que en realidad era un estudio jurídico. La firma en realidad tenía sede en Vaduz, Liechtenstein, pero allí tampoco había nada que investigar, dado que Frontiers no había existido antes como editorial. Su único proyecto era L’Amérique Brule, así como traducirlo al alemán, el italiano y el inglés. El autor, James Hepburn, tampoco existía como tal, sino que se trataba del seudónimo de un francés llamado Henri Lamar. Pero con el tiempo también se descubrió que Henri Lamar era, a su vez, otro pseudónimo. La pista llevaba al servicio secreto francés, o sea al mismo que Robert Kennedy y su ex agente del MI 6 habrían contactado.
Jaffe se dirigió entonces a París donde se entrevistó con el jefe máximo del SDECE (servicio secreto francés), André Ducret, quien obviamente no podía oficializar la investigación que su propio servicio de inteligencia venía haciendo, lo que hubiera significado un problema diplomático con los Estados Unidos. Jaffe pidió a Ducret una entrevista personal con el general De Gaulle a fin de profundizar acerca de las fuentes de la información que le habían acercado a su jefe. Ante tal pedido, Ducret se retiró de la reunión y volvió al rato con una tarjeta personal de De Gaulle, a la cual el presidente francés había añadido una frase de puño y letra: “Estoy muy impresionado por la confianza que usted depositó en mí“.
El presidente Charles de Gaulle |
Los franceses avanzaban en la publicación del informe secreto en un libro que se publicaría en cuatro idiomas y Garrison continuaba su trabajo. Mientras tanto, Robert Kennedy, que ya conocía los resultados de la investigación francesa, fue asesinado inmediatamente después de ganar las primarias presidenciales de California, y a pocos días de asegurar en una conferencia de prensa que, en caso de asumir la presidencia de la nación, podría reabrir e investigar hasta el final el proceso judicial oficial del asesinato de su hermano John.
Lo pudo decir solamente una vez, dado que según la historia oficial otro “loco suelto“, Sirhan Sirhan, lo asesinó, aunque todo indica que éste no pudo ser el asesino real, a pesar de estar armado, pues las balas que mataron a Robert no podían provenir de la ubicación en que se hallaba Sirhan Sirhan durante su discurso.
El senador Ted Kennedy |
Y la que realizaba Garrison no llegaba lo suficientemente arriba ni había acumulado pruebas necesarias para implicar a los personajes más poderosos que habían planeado la muerte del presidente. Los franceses se enfrentaron entonces a la necesidad de concluir su participación en la tarea. No encontraron ninguna editorial norteamericana ni inglesa que deseara publicar el libro en los Estados Unidos o el Reino Unido, a pesar de su éxito en Francia, Alemania e Italia, países en los que podía leerse en tres idiomas. Finalmente se decidió publicarlo en inglés en Bélgica con otro título, Farewell America (Adiós, América), y enviar los ejemplares por barco al Reino Unido y, vía Canadá, a los Estados Unidos.
Sin embargo, el FBI ya estaba al tanto sobre la actividad editorial de los franceses, por lo que les solicitó a las autoridades canadienses que bloquearan la posibilidad de que el libro entrara en los Estados Unidos. Como no había causa legal para impedir la entrada de los libros desde Canadá, las autoridades de ese país se inventaron un impuesto a los libros publicados en Bélgica e importados a Canadá. El impuesto era retroactivo, por lo que la existencia de Farewell America en los puertos canadienses era ilegal. Los libros fueron confiscados por Canadá en 1969 y permanecieron en un depósito durante quince años, hasta cuando fueron finalmente eliminados. La mitad de los libros habrían sido comprados por el propio FBI, a fin de ser incinerados, y la otra mitad por un particular llamado Al Nevis, quien resistió presiones y hasta persecuciones del FBI para que se los vendiera. Como se ve, Farewell America es un libro sumamente particular.
Sólo en 2002 fue publicado por primera vez en los Estados Unidos, cuando ya no podía causar el daño irreparable que podría haber ocasionado a la élite y al gobierno de los Estados Unidos, pues el caso Kennedy está cerrado desde hace varios años, y ya no puede tener casi impacto en la escasa prensa independiente de los Estados Unidos. La propia historia del libro revela, entonces, que su contenido es vital para entender lo que le sucedió a John Kennedy y el por qué. Y su propia historia ayuda a entender por qué fue asesinado su hermano Robert, quien habría podido producir un auténtico escándalo de proporciones mundiales si, en caso de ser elegido presidente, cosa sumamente probable, reabría la causa judicial acerca de la muerte de su hermano John.
Robert Kennedy, instantes después de recibir los disparos mortales que se la investigación atribuyó al "Oswald" de turno: el palestino Sirhan Sirhan |
El padre de John, Joe Kennedy, había sido embajador en Gran Bretaña en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, función que revela las importantes relaciones de la familia. Además, hasta muy poco tiempo antes de la elección, Nixon aparecía como favorito en las encuestas, por lo que no se consideraba que Kennedy tuviera grandes oportunidades. Sin embargo, Kennedy ganó. Y sus acciones de gobierno enseguida se mostraron claramente contrarias a los deseos de la élite y sus socios del aparato industrial-militar.
A inicios de los años sesenta la Guerra Fría pasaba por uno de sus peores momentos, y los halcones del Pentágono no deseaban enfriar el enrarecido clima que se había generado con la Unión Soviética. Inclusive no se descartaba una guerra. El Caso Cuba, que había sido resuelto pacíficamente entre Kennedy y Kruschev en octubre de 1962, podría haber significado el inicio de una tercera guerra mundial, si los misiles rusos no hubieran sido retirados de la isla, dado que a Kennedy no le habría quedado otra salida que bombardear las instalaciones de mísiles cubanas.
Pero el hecho de que el conflicto se hubiera resuelto pacíficamente había enojado mucho a algunos de los militares más poderosos del Pentágono, los fabricantes de armas y los cubanos anticastristas residentes en Florida. Todos ellos rechazaban el acuerdo por el que, si Rusia retiraba sus misiles, los Estados Unidos harían lo mismo con los suyos en Turquía. Pero la actividad antibélica de Kennedy no sólo hacía improbable una guerra abierta con la Unión Soviética o una invasión a Cuba. También hacía imposible pensar en una escalada en la guerra de Vietnam, como la que finalmente se produjo bajo su sucesor Lyndon Johnson. Kennedy, que inicialmente se había prestado a un aumento en las actividades norteamericanas en Vietnam, venía planeando un retiro total de las tropas del sudeste asiático para fines de 1964, y lo había hecho saber.
(Fuente: http://despiertaalfuturo.blogspot.com.es/)
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