EE.UU. expande su base militar en Corea del Sur en momentos en que Pyongyang prueba con éxito misiles balísticos.
“Construimos
una ciudad desde cero”, ha dicho el coronel Scott W. Mueller, el
comandante de la base militar Camp Humphreys, citado este sábado por el
diario estadounidense The Washington Post.Los militares estadounidenses han estado intentando durante 30 años trasladar su base en el territorio surcoreano fuera de Seúl (la capital) para no estar al alcance de los misiles de Pyongyang.
A partir de 1987, los Gobiernos de EE.UU. y Corea del Sur acordaron el cambio de la ubicación de la base en el distrito de Yongsan (Seúl), pero cuestiones políticas y económicas frenaron el proceso. Las protestas estallaron hace poco más de una década cuando eligieron a Pyeongtaek, una ciudad rural a 64 kilómetros al sur de Yongsan, como el nuevo lugar de acogida de la mencionada base.
De acuerdo con The Washington Post, la base estadounidense, estimada en unos 11 mil millones de dólares, se parece a una guarnición, cuyos planificadores militares no pudieron imaginar su materialización hace varias décadas.
Construimos una ciudad desde cero”, afirma el coronel Scott W. Mueller, el comandante del base militar Camp Humphreys.El diario ha añadido que cerca de 25.000 estadounidenses, incluidos militares, familiares y contratistas viven en la base.
La instalación que se extiende 14 kilómetros cuadrados cuenta con helicópteros CH-47 Chinook y AH-64D Apache y dispone de una pista de aterrizaje de dos kilómetros para aviones C-130 y otros vehículos, a excepción de aviones de combate.
Estados Unidos, de manera rotativa, mantiene sus fuerzas en Corea del Sur, bajo el pretexto de proveer protección ante la amenaza norcoreana.
Aunque las recientes preocupaciones sobre Corea del Norte se han centrado en su capacidad de misiles balísticos, Pyongyang posee una gran cantidad de artillería que podría infligir daños significativos a Seúl.
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