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El médico de las SS que se convirtió al Islam y escapó de sus perseguidores
30 de julio de 2017
Se
le acusó de cometer delitos como operar a pacientes vivos, matarlos
durante la intervención, inyectarles gasolina en el corazón y de
coleccionar cráneos que exhibía en su mesa como trofeo.
El Holocausto, como probablemente ya sabrás, reveló a algunos de los
peores seres humanos de la historia. Pero además de todos esos
personajes que aparecen en los libros de texto –los Hitlers, los Görings
y los Himmlers-, fueron muchos los que escaparon indemnes y pasaron el
resto de sus días en libertad, fingiendo ser expatriados de exquisitos
modales que habían emigrado a Argentina simplemente porque preferían las
empanadas y el polo al bratwurst y la fabricación de coches.
Uno de los últimos miembros de las SS que logró escapar de la justicia
fue el médico de los campos de concentración Aribert Heim, a quien más
tarde se conocería como «Doctor Muerte». El horror de las atrocidades
cometidas en los campos nazis deben medirse con un rasero distinto, y
Heim fue su máximo exponente (su práctica preferida era inyectar
gasolina en el corazón de personas sanas, de quienes luego coleccionaba
sus cráneos a modo de trofeo. Pese a estos crímenes horribles, Heim
logró evadir a las autoridades durante mucho tiempo. Cuando finalmente
se tuvo noticias de él, ya estaba entrado en los sesenta y había huido
de Alemania.
Casi 50 años después, la periodista del New York Times Souad
Mekhennet recibió una información según la cual Heim se había
convertido al islamismo y se ocultaba en El Cairo. Con la ayuda de su
compañero de profesión, Nicholas Kulish, decidió seguir la pista de Heim
con la esperanza de averiguar qué fue de él tras su repentina
desaparición.
El New York Times publicó un primer artículo
sobre la búsqueda de Heim por parte de los dos periodistas. Finalmente,
ambos decidieron publicar un libro sobre su investigación, The Eternal Nazi.
Hace poco hablé con los dos escritores sobre su experiencia, sobre el
maletín con las posesiones de Heim que les dieron en El Cairo y sobre
cómo la historia del Dr. Muerte influyó en sus vidas y la de los más
allegados a este.
VICE: Hola, chicos. Empecemos por el principio. ¿Cuándo empezasteis a investigar la historia de Aribert Heim?
Souad Mekhennet: Empezó
en 2008, cuando recibí una llamada de un antiguo informador. Nos
reunimos y me enseñó la fotocopia de una foto de Aribert Heim. Dijo que
era el médico nazi más buscado, el «Doctor Muerte». Se rumoreaba que
Heim se ocultaba en un barrio de El Cairo, pero no había podido
confirmar la información. Contacté con Nick y decidimos aceptar el
desafío. Llevé la fotocopia a El Cairo para cerciorarme de que era
auténtica. Pasamos dos días recorriendo pequeños hoteles hasta que, el
tercer día, alguien reconoció al hombre de la foto.
¿Qué había hecho exactamente Heim para convertirse en el nazi más buscado del mundo?
Nicholas Kulish: Trabajó
como médico de la Waffen-SS en varios campos de concentración, entre
ellos Buchenwald, en Alemania, y Mauthausen, en Austria. Fue acusado de
cometer horribles delitos en este último en 1941, como operar a
pacientes vivos, matarlos durante la intervención e inyectarles gasolina
en el corazón. Asimismo, solía quedarse los cráneos que presentaban
buena dentadura y los exhibía en su mesa como trofeos.
Y después de la guerra consiguió escapar.
Lo que mucha gente no logra entender es que, al no existir registros
que probaran que había trabajado en Mauthausen, Heim fuera puesto en
libertad en 1947, tras más de dos años retenido, primero por las
autoridades estadounidenses y luego por las alemanas.
¿Cómo consiguió eliminar esa parte de sus antecedentes?
Nadie lo sabe a ciencia cierta. Pudo tratarse de un descuido fortuito,
teniendo en cuenta que trataban con millones de soldados repartidos por
media Europa.
SM: Además,
los testigos de las atrocidades de Heim estaban en Austria, y a los
investigadores les costó bastante tiempo averiguar quién era y dónde
estaba.
Sí.
Me parece muy interesante la historia de cómo los cazanazis empezaron a
atar cabos tras saber que se hacía mención explícita a Heim en una obra
de teatro escrita por un superviviente del Holocausto.
NK: Sí,
era una obra fascinante, de las primeras que se hicieron sobre el
Holocausto. Su autor, Arthur Becker, era una especie de investigador
adjunto de crímenes de guerra en Mauthausen. En 1946, tomó la primera
declaración sobre los crímenes de Heim de la que se tiene constancia.
Posteriormente, escribió una obra en la que el villano era un médico que
se dedicaba a coleccionar cráneos como trofeo. Ahí vemos que, tan solo
dos años después del final de la guerra, Heim ya se había granjeado la
fama de hombre del saco nazi asesino.
Y mientras tanto, Heim se hizo jugador profesional de hockey sobre hielo.
SM: Sí,
se había mudado a Bad Nauheim [cerca de Frankfurt], donde jugaba en el
equipo de hockey de los Red Devils. Luego conoció a una chica de una
familia muy adinerada, se trasladó a una mansión enorme en Baden-Baden y
comenzó a trabajar como ginecólogo.
¿Cuánto tiempo pasó hasta que los cazanazis dieron con él?
NK: Recibió
una llamada telefónica en 1962. Le preguntaron si era el médico que
había trabajado en Mauthausen. Luego, tuvo un encuentro casual con un
par de investigadores, pero él sabía lo que aquello significaba. Cogió
prestado el Mercedes de su cuñado y huyó de Alemania a Francia y de ahí,
a España, donde se deshizo del coche y continuó su huida hasta
Marruecos. Su cuñado se enfadó mucho con él cuando recogió el coche. «Lo
mínimo que podrías haber hecho era lavarlo», le reprochó.
Y
en Egipto se convirtió al Islam y pasó a llamarse Tarek Hussein Farid.
El libro deja bastante claro que era todo un experto en ocultar su
verdadera identidad. ¿Creéis que su conversión tuvo algo que ver con
eso?
SM: Oímos
unas cuantas teorías. Según una que procedía de su familia cercana,
Heim dejó de sentirse seguro en Egipto cuando el gobierno del país
empezó a estrechar relaciones con Israel. Así, una forma de pasar
desapercibido habría sido convertirse al Islam y cambiarse el nombre.
Por otro lado, su familia adoptiva egipcia afirmaba que Heim estaba
verdaderamente interesado en la religión y que incluso cumplía con las
oraciones y los preceptos islámicos. Por tanto, dependía de con quién
hablaras. Lo cierto es que logró hacer creer a la gente que su interés
en el Islam era auténtico.
¿Qué podéis contarme sobre la familia con la que vivió en Egipto?
Se trasladó a un pequeño hotel llamado Kasr el Madina. La familia del
propietario sentía lástima por aquel extranjero de edad avanzada que
vivía solo, por lo que le preparaban la comida y solían hacerle
compañía. Heim acabó trabando amistad con el propietario. Digamos que él
los adoptó como familia y ellos lo adoptaron a él. Heim también se hizo
amigo íntimo de Mahmoud Doma, a quien entrevistamos varias veces para
escribir el libro. Heim se convirtió en el segundo padre de Mahmoud y de
su hermano menor, pues su padre había muerto cuando ellos eran muy
jóvenes.
¿Qué
ocurrió cuando la familia se enteró de las cosas tan horribles que
habían hecho el hombre al que consideraban uno de los suyos?
Ellos no tenían ni idea de que estuviera ocultándose ni de su verdadera
identidad, por lo que la noticia les sorprendió muchísimo. No conocían
su segunda identidad, pero sí sabían que había estado casado y que tenía
dos hijos en Alemania. Incluso llegaron a conocer a Rüdiger [el hijo
menor de Heim], de cuando acudía a visitar a su padre.
¿Su familia verdadera era consciente de lo que había hecho?
Hablamos con su esposa antes de que falleciera y aseguró que no supo
nada hasta que oyó las acusaciones [después del encuentro de Heim con
los investigadores en Baden-Baden]. Al parecer, su madre le dijo a Heim
que la familia no podría enfrentarse a un juicio semejante y que lo
mejor para todos era que Heim se marchara.
NK: Resulta
irónico que Heim supuestamente huyó para proteger a su familia, cuando
un criminal de guerra nazi en la Alemania de 1962 podía quedar en
libertad con un simple tirón de orejas o un par de años de prisión. Sin
embargo, Heim sometió a su familia a medio siglo de escuchas
telefónicas, interrogatorios y registros y se exilió durante décadas,
convirtiendo Egipto en su prisión.
¿Qué
os contó Rüdiger cuando hablasteis con él? ¿Cómo encajó los crímenes
que había cometido su padre con la imagen que tenía de él cuando iba a
visitarlo a El Cairo?
SM: A
mí me dio la impresión de que se negaba a creer que su padre hubiera
cometido esas atrocidades y que no tenía interés en saber la verdad. Su
única obsesión era demostrar que su padre era inocente.
NK: Heim
tenía dos hijos, y ambos reaccionaron de formas muy distintas. El mayor
recordaba a su padre, los interrogatorios y las investigaciones
policiales. Nunca había ido a visitar a su padre a El Cairo y no tuvo
ninguna relación con él. El joven, sin embargo, que tenía seis años
cuando Heim desapareció, casi no lo recordaba, lo que le empujó a ir en
su búsqueda.
Mientras trabajabais en el libro, ¿hubo algún dato que os sorprendiera?
A mí me sorprendió encontrar tantísimas historias reales que parecían sacadas de Malditos bastardos.
Había grupos con nombres como Venganza o Los Vengadores que perseguían y
asesinaban a antiguos miembros de las SS o la Gestapo. Tuviah Friedman,
quien más tarde trabajó con el conocido Simon Wiesenthal, cazaba nazis
en la Europa de posguerra. Un capitán de las SS apodado «el verdugo de
Riga» fue hallado muerto en un baúl en su casa de Uruguay, ejecutado por
su participación en el Holocausto.
SM: También estaba Mossad, cuyos miembros intentaron matar a los nazis en Egipto. Hans Eisele, otro médico nazi, recibió una carta bomba, pero explotó en las manos del repartidor.
¿Qué os lleváis de esta experiencia, a título personal?
Fue una oportunidad para saber lo que ocurrió en Alemania desde un
punto de vista totalmente distinto. La familia egipcia nos entregó aquel
viejo maletín polvoriento lleno de cartas, historiales médicos y un
extenso informe sobre los judíos y el antisemitismo, temas que lo
obsesionaban sobremanera. La lección que me llevo es que todavía nos
queda mucho por conocer, y eso que yo crecí en Alemania y estudié
Historia, pero aun así hay muchas cosas que no sabemos todavía.
Le pregunté a un juez jubilado que se dedicaba a cazar nazis en su
tiempo libre qué sentido tenía arrestar a estos tipos a sus 90 años. ¿De
qué servía perseguirlos? «En los campos de concentración mataron a
hombres y mujeres de 90 años y no tuvieron reparo en acabar también con
la vida de los recién nacidos. Por eso llega un punto en que buscas que
se haga justicia, cueste lo que cueste», fue su respuesta. En EUA no hay
plazo de prescripción de los delitos porque las víctimas merecen que se
haga justicia, sin importar el tiempo que se tarde.
¿Qué opináis de la teoría que sostienen algunos de que Heim sigue vivo en alguna parte?
SM: No
hay cadáver. Nuestra investigación nos ha llevado a creer que fue
enterrado en una fosa común, pero no tenemos la prueba definitiva. Según
los cazanazis, este escepticismo es habitual en su trabajo. En Alemania
se estaba llevando a cabo una investigación sobre Heim, pero el caso se
cerró debido a nuestras pesquisas y a las pruebas que aparecieron.
NK: Por
un lado, habiendo escapado tantas veces después de la guerra, la idea
de que Heim pudiera escapar una vez más –fingiendo su muerte- resulta
atractiva. Por otro lado, en junio Heim cumpliría los 100 años. Pese a
ello, todavía existe un sentimiento generalizado de que no se ha hecho
justicia. Yo creo que nunca se arrestará a suficientes personas para
hacer justicia por todos los crímenes cometidos durante el Holocausto.
¿Creéis que han perdido su oportunidad?
A finales de la década de 1940 y principios de los 50, cuando casi
todos los nazis circulaban libremente, los estadounidenses estaban más
preocupados por luchar contra los soviéticos, y estos estaban ocupados
matando estadounidenses. Los alemanes solo querían fabricar coches
Mercedes y BMW y olvidarlo todo, por lo que no fue hasta bastante más
tarde que estuvieron preparados para perseguir a los nazis.
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