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Invento argentino: cómo se resolvió en 1892 el dilema de la identificación de criminales
Por Fernanda Jara 30 de julio de 2017 mjara@infobae.com
Hasta que el método del policía e investigador Juan Vucetich fue puesto
a prueba y su primer resultado puso tras las rejas a un criminal, todas
las pericias eran inexactas. Su aporte, realizado a mediados del siglo
XIX, no solo prosperó sino que se fue perfeccionando y es utilizado a
nivel mundial. ¿Cómo se desarrollo la dactiloscopía?
Desde la Antigüedad se conoce que las impresiones de las yemas de los
dedos tienen carácter distintivos, por eso las utilizaban para
autenticar registros en arcilla. Recién en 1883, el francés Alphonse Bertillon propuso un método de identificación antropométrica
que se basaba en la medición de las distintas partes del cuerpo,
considerando las medidas generales, las de las extremidades y las de la
cabeza. "La antropometría es un mecanismo de eliminación; demuestra ante
todo la no identidad, mientras que la identidad directa está probada
exclusivamente por las señales particulares que, únicamente pueden
producir la certidumbre jurídica", escribió en referencia al sistema que
delineó y que fue utilizado en parte de Europa, pero que fracasó cuando
descubrieron que dos personas podían tener el mismo conjunto de
medidas.
Casi una década después, en 1982, el inglés Francis Galton publicó el libro Huellas dactilares con
los resultados de su investigación sobre el uso de los relieves
dactilares con fines científicos. Esto es la determinación de las
características raciales hereditarias de las personas (aún se usan). En
ese sentido, sugirió que sean utilizadas para identificación personal en
contraposición del método de Bertillon que exponía un conjunto de
medidas.
La clasificación de Galton se basa en 40 rasgos de las impresiones
digitales y fue en ellas que Vucetich, policía e investigador argentino,
basó su técnica que resultó altamente confiable al punto de convertirse
en la gran herramienta para la investigación criminalista. Actualmente
vigente, fue perfeccionada y hoy existen técnicas de medición digital.
Galton había propuesto 40 rasgos para clasificar las impresiones
digitales y, en base a ese estudio, Vucetich inició los suyos. Lo primero que hizo fue reunir 101 rasgos de las huellas y los clasificó en 4 grupos; posteriormente,
lo simplificó en cuatro características principales. A saber: arcos,
presillas internas, presillas externas y verticilos. Con esa nueva
clasificación, en 1891, la policía de la provincia de Buenos Aires inició el primer Registro Dactiloscópico del mundo. Al año siguiente, el método del policía argentino fue puesto en practica con resultados sorprendentes: un crimen fue resuelto gracias a su implementación.
Con los resultados positivos de la primera pericia, las investigaciones avanzaron y el 9 de noviembre de 1903 la policía de Buenos Aires adoptó definitiva y oficialmente al Sistema Dactiloscópico creado por uno de sus agentes. Antes de eso, en 1894, el propio Vucetich dejó su investigación formalmente presentada en las Instrucciones Generales para el sistema antrométrico e impresiones digitales, Idea de la identificación antropométrica. En 1904 escribió Dactiloscopía comparada, la cual fue oficializada en el Segundo Congreso Médico de Buenos Aires.
Ese ultimo aporte bibliográfico fue traducido a varios idiomas, premiado y distinguido en todo el mundo.
Con el paso de los años, distintos investigadores variaron los métodos
de relevamiento de pruebas, al igual que el de comparación, pero la base
continúan siendo los cuatro rasgos fundamentales elegidos por Juan
Vucetich, fallecido el 25 de enero de 1925, en Buenos Aires. A modo de
homenaje por su invaluable aporte, en todo el mundo muchos centros
policiales e institutos donde se estudia criminalística llevan su
nombre.
El primer caso de identificación por huellas digitales
Hasta la implementación del sistema ideado por Vucetich, las pericias
en la escena del crimen no arrojaban resultados del todo positivos.
Fue gracias a su aporte que en 1892 gracias al Registro Dactiloscópico
se pudo identificar a una asesina y resolver un doble y aberrante
crimen.
Los hijos de Francisca Rojas aparecieron asesinados en el interior de
la vivienda que compartían con sus padres, en Necochea. La mujer de 27
años dijo a los investigadores que sus pequeños Ponciano y Teresa
Carballo, de 6 y 4 años, respectivamente, habían sido asesinados por un
vecino que la atacó y mostró un corte en su garganta. El crimen ocurrido
el 29 de junio de 1892 estremeció a la ciudad balnearia.
Cuando fue citado a declarar el hombre no reconoció el crimen, por lo
que los peritos iniciaron una investigación a fondo en busca de una
prueba irrefutable. Lo único que encontraron fue la huella de un dedo
ensangrentado en el buzón de la puerta de la casa. Con ese dato, se le
preguntó a la mujer si ella había tocado los cuerpos sin vida de sus
hijos y dijo que no, por lo que estimaron que esa mancha sería del
criminal. No había otra posibilidad.
El análisis de esa huella, que se realizó con el método de Vucetich, no
coincidió con la del acusado y, según los registros de esa historia, la
mujer confesó el crimen cuando vio derribada su coartada. El peritaje
sobre esa huella coincidió con el de la madre filicida y fue condenada
por el crimen de los niños. Rojas fue la primera persona condenada a
nivel mundial por las evidencias de sus propias huellas digitales.
Las huellas digitales hoy: del sistema láser a la seguridad de los celulares
Quedó demostrado científicamente que las marcas de la epidermis son
perennes, inmutables, diversiformes y originales, de ahí la fiabilidad
de su análisis con fines criminalísticos.
El años pasado, un diario relevó que un laboratorio de la Policía
entrerriana "es considerado como uno de los más modernos a nivel
latinoamericano". Y detalla que allí cuentan con el Sistema Automatizado
de Identificación de Huellas Dactilares (AFIS por sus siglas en inglés)
lo que "hace factible la comparación de una huella dactilar con una
base de datos que supera los 20 millones de personas", número que se
corresponde con la cantidad de fichas dedodactilares en poder de la
Policía Federal. Estas fueron obtenidas a partir de las nuevos registros
de identidad.
Tal fue el avance de la investigación de las huellas digitales en otros
ámbitos que, actualmente, se las utiliza para seguridad personal, por
ejemplo en los celulares.
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