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Soberanos, intervenidos y patrocinados Kaos en la red
¿Se
están creando las condiciones para que el papel que desempeñó en
aquellos años el PCE de Santiago Carrillo lo reproduzca hoy el
Unidos-Podemos de Pablo Iglesias? ¿Será otra vez el PSOE rampante, ahora
pilotado por Pedro Sánchez (Somos la Izquierda), el llamado a abducir a
los que antes de ser partido emergente se reclamaban del espíritu del
15M?
Por Rafael Cid
“Una nación es un referéndum diario”
(Ernest Renán)
Por Rafael Cid
“Una nación es un referéndum diario”
(Ernest Renán)
El
pasado sábado 24 de julio, víspera del Día de Galiza, asistí en
Santiago de Compostela aun acto público en la Facultad de Filosofía y
Letras sobre la “unidad popular”, un lugar común de muchas prospectivas
políticas surgidas al calor de los últimos movimientos
municipalistas-ciudadanistas. El panel de oradores suponía, en
principio, un atractivo banderín de enganche: Xosé Manuel Beiras, por
ANOVA; Ana Gabriel por la CUP y Marian Beitialarrangoitia por Bildu.
Gallegos, catalanes y vascos debatiendo sobre la posibilidad de una
ruptura democrática con el régimen del 78 con el procés como telón de fondo.
No
voy a consignar puntualmente lo que los ponentes dijeron porque está en
la prensa y porque lo que realmente me interesa no es el texto en sí,
sino el contexto y el pretexto. Aspectos ambos que, sumados de uno en
uno, configuraron una exposición tanto o más interesante que lo que allí
se mencionó por los tres intervinientes. O al menos así lo interpreté
yo, desde aquella atalaya que expuso Einstein cuando adujo que tan
relevante es lo que se observa como la posición del observador. En este
caso, aunque sea solo en sus trazas más subsidiarias.
El
primero de estos escenarios divergentes tiene que ver con algo que
podríamos denominar con cierta flexibilidad como el proscenio mediático,
o sea la importancia de los modernos panópticos a la hora de configurar
la conciencia de la gente y su visión del mundo. El vehemente Beiras,
la aguda Gabriel y la enérgica Beitialarrangoitia coincidieron, uno para
todas y todas para uno, en la funesta influencia del complejo
mediático. La advertencia proclamada allí, si se me permite la licencia,
podría resumirse en un “ojo con los medios, nos condicionan a la chita
callando, no nos dejemos dominar por ellos, son la parte invisible del
problema”. Aquel feliz concepto de “la Brunete mediática” que propicio
el ingenioso Arzallus y rememoró allí oportunamente el histórico Beiras.
Lo
que sucede es que el consejo llegaba desvirtuado a la sala de
conferencia. Consejos doy que para mí no quiero. La charla, convocada a
la 7:30 de la tarde, se demoró hasta las 7:50, con un auditorio a
rebosar desde la hora oficialmente fijada. Precisamente porque Beiras y
Gabriel habían tenido que atender antes a los medios de comunicación
allí desplazados. Se podría invocar aquello de la descortesía
parlamentaria, pero no viene al caso, porque sin duda en el fuero
interno de ambos políticos, y por descontado de casi todos los
asistentes al acto, pesaba que la demora estaba justificada. Incluso, me
atrevería a decir que sentían que era por una buena causa. Los medios
intermedian y representan. Para bien y para mal. ¿O solo son malignos
cuando nos interpretan hostilmente? Ya decía Pablo Iglesias, antes de
zambullirse en su juego de patriotas, que hoy se militan en los medios,
no en los partidos,
El otro
asunto posee más fuste, según lo que suele ser la categorización
habitual de estas cosas mundanas. Tiene que ver con el presunto
paralelismo que existe entre la situación actual a nivel del Estado, ese
intento de Segunda Restauración Borbónica, y lo que ocurrió durante la
transición, situación que prefiguro el sistema vigente de “atado y bien
atado. Esa fue mi intervención, que no pregunta concreta, realizada
desde la experiencia de alguien que por edad y compromiso estuvo en
aquella etapa y sigue en esta. A decir verdad en contra del ambas, según
el formato tradicional. Y vino a cuento a raíz de un olvido y una
presencia protagonizados el primerio por Beiras y la segunda por
Gabriel. El ex líder del BNG cargó contra los dirigentes políticos que
capitularon en el tardofranquismo entronizando la Monarquía, y la
catalana aprovechó la fecha para recordar que justamente se cumplían 75
años del asesinato del destacado militante anarcosindicalista Joan
Peiró, por haberse negado a pasarse al sindicato vertical. Por cierto,
Gabriel apuntó al “estamos gobernados por muertos”, esbozado aquí
recientemente, al resaltar que solo una minoría de catalanes había
refrendado la constitución vigente que ahora se les quiere imponer como
si fueran lentejas.
Con esas referencias manifesté
que, a la altura del cuarenta aniversario del 77, parecía una exclusión
excesiva haber olvidado en el recuento al alimón de Beiras y Gabriel la
responsabilidad de Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de
Trabajadores (UGT) en aquella cesión. Porque la arquitectura básica del
capitalismo que sustenta el actual tinglado se acordó en los Pactos dela
Moncloa de aquel año, firmados por ambas centrales después de ser
llamadas a capítulo por sus partidos motrices (PCE y PSOE).
Confabulación que no fue solo preconstitucional, y por tanto no
democrática, sino que además se perpetró después de las fraudulentas
elecciones del 15-J, instigadas cuando aún había presos en las cárceles y
con la única salvaguardia de haberse otorgado una primera y parcial
amnistía. Lo que hacía aún más inaudito aquel trágala. En última
instancia, que el hoy justamente denostado régimen del 78 es
responsabilidad de aquella izquierda política y sindical (que no cabal
oposición) que pactó con la derecha legataria de la dictadura.
No
mencioné, para no abusar de lo que entendía era mi turno de oficio, que
me había sentido moralmente concernido por el “caso Peiró” dado que fue
precisamente la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) el único
sindicato de referencia que en 1977 había clamado contra la estafa de
aquellos primeros comicios y, consecuentemente, convocado
manifestaciones y campañas contra Los Pactos de La Moncloa. Podía
haberlo hecho porque como miembro del equipo del Comité Nacional de la
CNT yo fui, junto a su secretario general Juan Gómez Casas, quien
redactó la nota de prensa denunciando ambos desafueros. Comunicado que,
en buena lógica del rendimiento partidista, fue concienzudamente
boicoteado en tándem por el gobierno y la oposición institucionalizada.
Agua pasada no mueve molino.
¿O sí? Porque esa era
la otra gran cuestión que flotaba en el ambiento de aquel grato
encuentro con la izquierda nacionalista radical. ¿Se están creando las
condiciones para que el papel que desempeñó en aquellos años el PCE de
Santiago Carrillo lo reproduzca hoy el Unidos-Podemos de Pablo Iglesias?
¿Será otra vez el PSOE rampante, ahora pilotado por Pedro Sánchez
(Somos la Izquierda), el llamado a abducir a los que antes de ser
partido emergente se reclamaban del espíritu del 15M? Pero nadie entró
al trapo, aunque PSOE y Podemos se acaba de dar el sí quiero en Castilla
La Mancha. Unos, como Beiras, porque seguramente tienen en mente que
fue en el “fogar de Breogán” donde Iglesias debutó como bróker
electoral. Otras, como Gabriel, porque es posible que aún piensen que
las gentes de Colau y de Iglesias pueden salir de su ambigüedad y
sumarse al muy democrático derecho a decidir. En cualquier caso, esto
último es simple especulación y cualquier parecido con la realidad es
mera coincidencia.
Lo que es rotundamente cierto, y
a las pruebas me remito, es a nadie le importó aquel vaivén de “no para
sí de los medios”, y que con idéntica rotundidad nadie del público,
salvo el que suscribe y una acompañante de los mesahablantes, pidió la
palabra para preguntas, aclaraciones o discrepancias. Y digo yo: ¿ese
solipsismo, no será porque una cosa lleva a la otra y la otra a la una?
Terminemos en positivo. Sea como fuere, que diría mi buen amigo Carlos
Taibo (el de O penalti de Djukic), todos coincidimos en que hoy
como ayer la cuestión es si somos soberanos o intervenidos, como titula
un canónico libro sobre la transición allí citado. Aunque personalmente
creo que la versión ad hoc debería decir “soberanos, intervenidos o
patrocinados”.
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