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Corrupción K: Ricardo Jaime fue procesado por el lujoso yate de un millón de dólares
Por Omar Lavieri 15 de agosto de 2017 olavieri@infobae.com
Preso en la cárcel de Ezeiza desde abril de 2016, más flaco y con pocas
visitas, Ricardo Jaime, secretario de Transporte entre 2003 y 2009,
sumó otro procesamiento por un caso de corrupción. El juez Sebastián
Casanello firmó el 1 de agosto pasado la decisión por la cual determinó
que el yate Altamar 64 valuado en 1 millón de dólares es uno de los
bienes que Jaime consiguió como parte de su enriquecimiento ilícito
mientras fue funcionario de Néstor y Cristina Kirchner.
El fiscal Carlos Rívolo había pedido el procesamiento del ex funcionario porque consideró que el yate forma parte de los bienes mal habidos por Jaime durante la época en que los empresarios lo coimeaban para conseguir mejor rentabilidad en sus negocios.
Casanello procesó además a otras cuatro personas por la maniobra para
la adquisición del yate. Dos de ellos integran el grupo de testaferros
de Jaime: Manuel Vázquez y Silvano Mazzucchelli. El primero, que fue
asesor de Jaime, está preso con prisión domiciliaria por otro caso de
corrupción en el que se cobraron coimas por la compra de trenes en
desuso a España y Portugal.
En tanto, Mazzucchelli fue procesado por
formar parte de una sociedad en el entramado creado para disimular los
millones del ex funcionario y porque participó activamente en la compra
de un departamento en la avenida Figueroa Alcorta donde el ex secretario
de Transporte planeaba mudarse. Vázquez y Mazzucchelli fueron
autorizados por la empresa que compró el yate a retirarlo del astillero
que lo construyó.
Los otros dos procesados por Casanello son Carlos Lluch y Raúl Viola,
dos abogados que están vinculados a la compra de la embarcación en el
año 2009, meses antes que Jaime fuera echado del gobierno de Cristina
Kirchner. Ambos tienen una estrecha relación con la empresa Trenes de
Buenos Aires (TBA) y el Grupo Plaza que explotaban trenes y colectivos
ante la mirada atenta, vigilante y de estricto control de Jaime, quien
como secretario de Transporte tenía la obligación de supervisar a esas
empresas que cobraron subsidios millonarios. Los investigadores creen
que el yate fue una coima más recibida por Jaime de parte de TBA, la
empresa que explotaba el Ferrocarril Sarmiento hasta que sucedió la
Tragedia de Once.
La compra del yate se hizo a partir de la creación de varias sociedades
cáscara en paraísos fiscales para evitar determinar de dónde salió el
dinero. Algo similar había ocurrido con otro de los bienes que el ex
funcionario kirchnerista consiguió gracias a la corrupción: un avión
Learjet de 4 millones de dólares matrícula N786YA.
Casanello señaló que "en consecuencia con los elementos de prueba
colectados, el destino de la embarcación Altamar 64 no es otro que aquél
al que Ricardo R. Jaime y sus allegados próximos viajaban
permanentemente, lo cual no solo consta en la información de vuelos
incorporada a la causa (muchos de ellos a bordo de la aeronave Learjet
31A, serie 215, matrícula N786YA atribuida a Jaime), sino también en los
reiterados pedidos de autorización para viajar a Brasil realizados
desde el inicio de las presentes actuaciones".
Se usaron sociedades en diversos lugares del mundo para evitar seguir
el rastro del dinero. El yate fue comprado teóricamente por la sociedad
llamada Dalia Ventures LLC con domicilio en Delaware, Estados Unidos.
Esa sociedad está integrada por otras con domicilio en Belice y Bahamas.
Todas confluyen en un estudio de abogados de Panamá desde donde se les
mandó una carta a Lluch y Viola para que se realizara la compra del yate
de Jaime. El pago se hizo en tres cuotas de 200.000, 300.000 y 500.000
dólares. El dinero se movió por bancos de Estados Unidos y de Rarotonga,
una de las islas que integran el archipiélago de Cook, un paraíso
fiscal del Pacífico Sur.
En el procesamiento Casanello explicó que "la evidencia recogida a lo
largo de la investigación respecto tanto de la aeronave Learjet 31A como
de la embarcación en cuestión, demuestran la creación de un
conglomerado de empresas extranjeras destinado a adquirir esos bienes
mediante sucesivas transferencias de entidades bancarias de distintos
países, con la finalidad de ocultar el origen del dinero y al verdadero
destinatario de los mismos, Ricardo Jaime, apareciendo como denominador
común en ambos casos —ya sea como representante o autorizado por esas
empresas extranjeras- Manuel Vázquez, asesor ad honorem de Ricardo Jaime
al tiempo que se desempeñaba en la Secretaría de Transporte de la
Nación".
El juez resaltó el hecho de que el yate, lujoso y
en buen estado, no hubiera sido reclamado por sus dueños: "Resulta
llamativo el destino final de la embarcación: apareció abandonada en
Uruguay y, ordenado su secuestro por este Tribunal, hasta el momento
nadie reclamó su devolución. En particular, que no lo hiciesen los
titulares de la empresa estadounidense Dalia Ventures LLC —como ya
dijimos, armado societario de empresas extranjeras destinado a adquirir
ese bien mediante sucesivas transferencias de entidades bancarias de
distintos países, con la finalidad de ocultar el origen del dinero y al
verdadero destinatario del mismo- que tenía la capacidad económica real e
ilícita, conforme ha quedado claro a la luz del rosario de inmuebles y
bienes suntuosos cuya propiedad se determinó al momento de dictar su
procesamiento con fecha 11 de abril de 2014 (como así también al dictar
su ampliación de procesamiento con fecha 12 de mayo de 2016) pero no
tenía la posibilidad de figurar como enriquecimiento".
El magistrado determinó además que el precio del yate debe agregarse a
todos los bienes que, según demostró la Justicia, Jaime no pudo
justificar y que habían alcanzado la suma de 12.500.000 pesos. "Al
incremento apreciable y legalmente injustificado se debe sumar el valor
del artefacto en cuestión de USD 1.000.000. Es necesario aclarar que se
arribó a este monto a la luz del contrato de compra-venta agregado a las
presentes actuaciones".
El juez concluyó que quien fuera secretario de Transporte del
kirchnerismo utilizó testaferros para disimular su enriquecimiento.
"Ricardo Jaime no solo conocía el alto cargo que desempeñaba sino
también las obligaciones que él implicaba. Los elementos probatorios
reunidos indican que tuvo la intención de incrementar su situación
patrimonial, sabiendo que lo hacía por sobre sus ingresos legítimos. A
este propósito y a la necesidad de disimular el crecimiento patrimonial
obedeció la aparición de personas interpuestas, circunstancia que —en
este aspecto- es un elemento objetivo que permite afirmar el dolo del
imputado".
Jaime suma más procesamientos y sigue preso. Varios jueces han
determinado que tiene que continuar detenido siempre por casos de
corrupción.
El procesamiento completo
Permite ver las noticias en menos de un segundo.
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