Una considerable multitud de manifestantes se ha echado a las calles en diversas ciudades de Estados Unidos para mostrar su rechazo el racismo y a la discriminación, con motivo de la reciente y tristemente famosa manifestación de supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia, que provocó enfrentamientos violentos y la muerte de una mujer de 32 años.
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El antagonismo entre fanáticos crece en EE.UU. Parece que la bomba puede estallar en cualquier momento.
Las protestas han sido diversas: mientras algunas manifestaciones mostraban su apoyo a los grupos discriminados por los supremacistas blancos, otras se proponían la eliminación de antiguos monumentos Confederados, que datan de la época esclavista. Los conflictos en torno a la eliminación de esos monumentos, por cierto,
fueron el origen de los disturbios en Charlottesville el pasado sábado
.
Muchos otros manifestantes se reunieron para protestar directamente contra la administración Trump, a la que muchos consideran responsable de haber legitimado a los supremacistas blancos.
Una de las situaciones más tensas tuvo lugar en Seattle. Los enfrentamientos entre los manifestantes de ultra-derecha y los antifascistas obligó a la policía a separar a los dos grupos mediante una barricada. La policía llegó a utilizar spray de pimienta y disparó bolas de goma para dispersar a la multitud enfurecida. Un comunicado de las autoridades de Seattle explica al respecto que algunos agentes recibieron impactos de cohetes y artículos de pirotecnia encendidos.
Varios videos publicados en redes sociales ponen de manifiesto la enorme tensión vivida en esta nueva oleada de protestas.

La manifestación en Manhattan (Nueva York), consistió en
diversas marchas que confluían en la Torre Trump
y exigían que el presidente denunciara a los grupos de supremacistas blancos involucrados en los disturbios de Charlottesville.
En Chicago, los manifestantes sacaron a la calle muñecos gigantes que representaban a Donald Trump y al vicepresidente Mike Pence, a los que describían mediante carteles como "fascista" y "teócrata cristiano", respectivamente. En Washington las concentraciones tuvieron lugar frente a la casa blanca, y en ella se exhibieron carteles carteles DC, con carteles con mensajes como "Trump = Odio".
Donald Trump ha sido criticado durante varios días por no haber denunciado explícitamente, en sus primeras declaraciones sobre los disturbios, a los supremacistas blancos involucrados en los actos violentos del sábado en Charlottesville, optando en cambio por condenar "el odio, la intolerancia y la violencia en varias partes".
Sin embargo, este lunes ha vuelto a hacer declaraciones oficiales al respecto y ha admitido que "el racismo es malo", explicando que "los que causan violencia en su nombre son criminales y matones, incluido el KKK, los neonazis, los supremacistas blancos y otros grupos de odio a los que repugnan todo lo que valoramos como estadounidenses".