Una
de las grandes incógnitas del ser humano es saber si sobrevivimos a la
muerte. La duda siempre permanecerá. Sin embargo, una serie de
experiencias extraordinarias parece apoyar tan fantástica posibilidad.
Los numerosos casos de presuntas visiones de personas fallecidas,
relatados por testigos de solvencia e investigados por reputados
parapsicólogos, dan pie a sostener que puede haber un más allá, del que
algunos regresan para manifestarse a sus seres queridos...
Por Moisés Garrido
Emilia V. jamás podrá olvidar la experiencia que
protagonizó poco después de fallecer su abuela, con quien la unía un
vínculo estrecho. Una noche, recién acostada, observó una figura que se
le acercaba desde la puerta de la habitación. Andaba lentamente y,
aunque apreció que era una mujer, no pudo ver bien sus rasgos, ya que
llevaba una especie de velo que le cubría el rostro. Cuando entrevisté a
la testigo, no pudo disimular el impacto que aquella visión le produjo.
La noté muy inquieta mientras recordaba la experiencia. No pudo evitar
las lágrimas. “Era una figura alta, con el pelo negro y bastante largo.
Llevaba un camisón blanco que le cubría todo el cuerpo. Su cara la tenía
oculta por un velo. Se aproximó hacia mi cama. Yo estaba petrificada.
Por fin reaccioné y grité. Le pregunté quién era. Desapareció
inmediatamente”. No fue la única vez. Esa misma figura volvió a
manifestársele dos veces más en días sucesivos. Fue en la tercera
ocasión cuando pudo observar bien su rostro y reconocer a su abuela
difunta. “En ese momento, recordé que semanas antes de morir me dijo
que iba a aparecerse ante mí después de muerta, yo creí que era una
broma. Me lo repitió varias veces, pero yo no le echaba cuenta, ya que
no razonaba muy bien”, me explica Emilia, que tenía 25 años cuando
sucedió esta historia. “En las tres ocasiones, cuando se acercó, me
extendió las manos, pero solo pronunció mi nombre la tercera vez. Le
noté una sonrisa. Sé que era un modo de decirme que seguía velando por
mí”. A pesar de la seguridad de que la aparición correspondía al
espíritu de su abuela, Emilia era incapaz de estar sola en casa. Lo pasó
mal al principio, aunque luego fue tranquilizándose al pensar que su
abuela no iba a querer nada malo. Su familia aún recuerda lo sucedido
con perplejidad. Emilia no era muy creyente en la vida después de la
muerte, pero aquella experiencia supuso para ella la confirmación de que
existe un más allá.Por Moisés Garrido
Casos como el que acabo de relatar son más frecuentes de lo que pensamos. Solo preguntando entre mis allegados, he recogido una decena de testimonios parecidos al de Emilia. ¿Realmente estas visiones corresponden a la manifestación de personas desencarnadas? ¿O se trata de proyecciones de nuestro inconsciente a modo de alucinaciones para compensar la pérdida de un familiar querido?
Loli González, natural de Huelva, está convencida de lo primero. Cree que con la muerte no se acaba todo. “Siempre he sido creyente, pero tras aquella experiencia, estoy más convencida de que hay algo más, de que hay vida tras la muerte”. Loli se refiere a la aparición que tuvo hace cinco años. “Estaba en la cocina. Ante mi sorpresa, vi a mi padre apoyado en la puerta, mirándome fijo a los ojos”. Había fallecido unos meses antes. Su prima Ana María, me cuenta que una mañana de 2007 oyó perfectamente la voz de su madre que la llamaba por tres veces desde la habitación. “Me levanté inmediatamente y fui corriendo hacia la habitación. No vi nada, pero era la voz de mi madre, de eso no tengo la menor duda”. Había muerto un año antes.
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