Huelga de Aeroméxico, reforma energética, dogmas ideológicos, @lopezobrador_ y @LVidegaray
¿Fue tan pecaminoso lo expresado por Videgaray? No lo creo…
La primera vez que escuché a alguien criticar las “ataduras ideológicas” que impiden el desarrollo fue en 2004, a Andrés Manuel López Obrador en un auditorio del Tecnológico de Monterrey en el campus original de esta universidad, es decir, el ubicado al sur de la capital de Nuevo León.
En esa ocasión, a López Obrador lo invitaron estudiantes de la carrera de economía. Fue un éxito su conferencia, a la que llegó acompañado de uno de sus hijos y del ya fallecido escritor José María Pérez Gay.
Pero la plática de Andrés Manuel, por meras “ataduras ideológicas”, estuvo cerca de no realizarse: la rectoría del Tecnológico de Monterrey no la autorizó cuando los alumnos la plantearon, ya que según los directivos de esa universidad el tabasqueño era un “pre candidato presidencial” y el Tec, se leía en algún reglamento, solo recibe a los aspirantes a cargos de elección durante los tiempos oficiales de las campañas.
A los estudiantes no les convenció lo dicho por la rectoría del Tecnológico, sobre todo porque no se opuso a la presencia de otro invitado al mismo simposio, el entonces secretario de Gobernación, Santiago Creel, que como AMLO también era mencionado como posible candidato de su partido, el PAN, para las elecciones presidenciales de dos años más tarde, las de 2006.
Creel, dijo la rectoría del Tec, sí puede venir porque es “funcionario público”. Carajo, AMLO, jefe de gobierno del Distrito Federal, también lo era. Así que…
Ante la necedad de la rectoría, los estudiantes recurrieron al empresario que ese año ocupaba el máximo cargo (presidente del consejo) en la estructura administrativa del Tecnológico de Monterey, Lorenzo Zambrano, de Cemex.
El hombre de negocios, más abierto que las autoridades académicas, intervino y se autorizó la presentación de López Obrador.
En su discurso, que fue muy bueno, Andrés Manuel propuso hacer a un lado los dogmas ideológicos que no pocas veces impiden el sano debate sobre economía, de tal forma de poder tomar las mejores decisiones para la nación.
Sí, AMLO dijo lo mismo que hoy expresa Videgaray.
Desde luego, hay que precisar que, sobre todo en el tema energético, las “ataduras ideológicas” que combate Videgaray (llamémoslas “estatistas”) no son las mismas que López Obrador cuestiona (“privatizadoras”, por ponerles un nombre).
La prensa de izquierda hoy jueves se ha lanzado muy fuertemente contra Videgaray porque en la agenda de este funcionario, que es la de su jefe, el presidente Enrique Peña Nieto, resulta esencial la reforma energética, que busca generar condiciones económicas para que la luz, el gas y el petróleo en vez de ser obstáculos para el desarrollo de las empresas, se conviertan en factores que promuevan el crecimiento, sobre todo de los negocios de menor tamaño, que con el costo actual de los energéticos de plano no pueden operar.
¿De qué depende, básicamente, la creación de condiciones económicas para que el sector energético deje de ser un lastre para las empresas? De que se permitan ciertas inversiones privadas, pero, ojo, sin llegar al extremo de la privatización total (está claro que el gobierno dará la pelea contra las “ataduras ideológicas” moviéndose con el mayor cuidado para no provocar una guerra santa, que es a la que llaman, cada vez que se toca el tema de la reforma energética, los devotos del “petróleo de todos los mexicanos”, esa simple y hasta vulgar mercancía que muchos insisten en ver como una deidad tan venerable como la propia Virgen de Guadalupe).
El que más se opone a la reforma energética es López Obrador. Pero lo curioso es que, en 2006, en su primera campaña electoral presidencial, propuso algo muy parecido a lo que hoy plantea el gabinete económico de Peña Nieto.
México es en la actualidad el reino de la incomprensión porque todo lo “analizamos” basados en prejuicios. Si Videgaray habla de la necesidad de cambios en el sector energético, solo por eso, sin más argumentos, es un maldito privatizador entregado a los yanquis.
Así es como “analiza” la otra prensa, la de derecha, a López Obrador: este es un perverso alborotador que quiere desestabilizar al país.
Ayer leía por ahí que la posible huelga de Aeroméxico, se supone que programada para mañana viernes, es la huelga de Andrés Manuel.
¿Qué tiene que ver AMLO con el sindicato de sobrecargos de esa aerolínea? Pues, según algún “objetivo” periodista de derecha, si a los sobrecargos no los apoyan ni los pilotos ni el personal de tierra (¡ni siquiera todos los sobrecargos están de acuerdo con la huelga!), el movimiento “tiene patrocinadores: la senadora Alejandra Barrales, ex líder de ese sindicato, el abogado Arturo Alcalde, esposo de Berta Luján, ex contralora del DF, y padres ambos de la joven Luisa María Alcalde, dirigente de las juventudes de Morena y del 132, entre otros operadores que están jugando el futuro apostando a sus cartas políticas”.
Tales son los argumentos de la derecha para decir que se trata de “la huelga de AMLO”. Así, literal: “la huelga de AMLO”. Tan solidos como los argumentos de la izquierda para descalificar a Videgaray haciéndolo pasar como un agente del imperialismo estadounidense. Sí, así de exagerados son.
Carajo, ni es malo permitir más inversión privada, nacional o extranjera, en el sector energético, ni son malas las huelgas. De hecho, es buena la inversión privada en proyectos energéticos y son buenas las huelgas que controlan a los patrones cuando estos quieren abusar.
Recuerdo un comercial de radio de hace años, cuando Arturo Montiel era gobernador del Estado de México. Este político llevó sus “ataduras ideológicas” a cierta radiodifusora madrileña, con la que contrató una pequeña campaña para difundir a la economía mexiquense.
En el comercial Montiel presumía: “Empresarios españoles, inviertan en el Estado de México, donde hay cero huelgas”.
Lo de “cero huelgas” espantó al gobierno derechista de José María Aznar, cuyo portavoz llamó al propietario de la radiodifusora para decirle que iba a ser sancionado muy severamente si no se retiraba el comercial de Montiel, pues atentaba contra los derechos humanos; como la huelga es un derecho fundamental de los trabajadores, presumir que ese derecho no se ejerce es una falta grave, intolerable en una sociedad democrática.
Si la huelga es un derecho que beneficia a los trabajadores, lo que es absolutamente cierto, la inversión privada, en cualquier sector de la economía, también lo es y también beneficia a los trabajadores porque es algo positivo para las empresas. Pero esto, por ataduras y dogmas ideológicos, mucha gente en México simple y sencillamente no logra entenderlo.
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