Las escrituras según los políticos
Vianey Esquinca
Cuentan las escrituras redactadas en los sótanos del Congreso de la Unión que un panista llamado Gustavo Madero sacrificó
a un cordero, Ernesto Cordero, después de negarlo (y rengarlo) tres
veces. Para el chihuahuense, el coordinador parlamentario de Acción
Nacional en el Senado había pecado de blasfemia, pues decía ser ¡hijo de
Felipe Calderón Hinojosa! Y no sólo eso, se atrevió a
creerse que él era independiente y que todas las iniciativas que se
aprobaran en la Cámara de Diputados, aun con apoyo de su partido, podían
ser modificadas en la Cámara de Senadores.
Sin embargo, el pecado máximo fue haber propuesto una iniciativa de reforma político electoral a tan sólo unas horas de que Madero propuso la suya. “¡Crucifíquenlo!” fue entonces la sentencia.
Los apóstoles de Cordero entre los que estaban Javier Lozano, Roberto Gil Zuarth y Luisa María Calderón Hinojosa, también conocida como La Cocoa, decidieron entonces defender a su guía espiritual. Cuando llegó la notificación de que sería removido de la coordinación, el más aguerrido de los tres, Lozano, desenvainó su espada, pero no para cortar una oreja sino para realizar todo tipo de declaraciones en contra del dirigente de su partido.
Cordero no resucitó ni al tercer ni al cuarto ni al quinto día. Se le ha visto deambulando en algunos eventos públicos y se espera que en cualquier momento pase algo y sea su domingo de resurrección. En su lugar, Madero resucitó a Jorge Luis Preciado. Tan muerto estaba, políticamente hablando, que cuando su nombre salió a la luz, más de uno acudió al directorio del Senado para ver si existía o era un amigo imaginario de Madero. Con todo este escándalo, ahora el dirigente panista tiene que hacer el milagro más grande todos, el cual se ve cada vez más lejano y difícil: reelegirse en la dirigencia de su partido otro periodo más.
Pero mientras esto sucede en el evangelio según Gustavo, en el libro según Arturo (Núñez) se escribía un nuevo capítulo del ex gobernador de Tabasco Andrés Granier. En la semana se supo que el ex tesorero del gobierno de Granier, José Manuel Saiz, había hecho el prodigio de la multiplicación de billetes (maravilla muy común entre los políticos mexicanos) y de unas cuantas monedas sacó más de 88 millones de pesos en efectivo.
Saiz no se quedó callado, inmediatamente el ex funcionario dijo que los policías judiciales quisieron concebir el milagro de hacer hablar a la muda, y torturaron a su asistente Marlees Cupil López para inculparlo.
Andrés Granier ha demostrado ser todo un santo porque se le siguen colgando milagritos. Todavía no salía de haber convertido sus 400 pares de zapatos y sus 300 trajes en alcohol, cuando se generó este hallazgo. Por lo pronto, la PGR y la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda ya han declarado que están investigando “la santidad” del ex gobernador de Tabasco. Eso sí, si las autoridades locales y federales quieren detener a Granier y se espera que haya una pesca milagrosa de pruebas o se les va a ir vivo.
Estos políticos no son los únicos que han escrito nuevas páginas en los testamentos. Todos los días el país ve asombrosas acciones. Por ejemplo, el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, caminó sobre fuego tras el escándalo que protagonizó su nieto Gerardo Saade, quien le propinó una golpiza a su novia Alexia Ímaz, hija del director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Eugenio Ímaz Gispert.
Otros que han mostrado sus portentos han sido el titular de Segob, Miguel Ángel Osorio Chong, que calmó la tempestad al destituir al procurador del Consumidor, Humberto Benítez Treviño, y Miguel Ángel Mancera, quien desapareció los días limpios de la Ciudad de México.
Hasta al ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Genaro Góngora Pimentel, se arrepintió y dijo que fue poseído “por sus emociones” al haber encarcelado a la madre de sus hijos, Ana María Orozco Castillo. En este caso quien hizo el milagro de sacarle el demonio a fuerzas fueron los medios de comunicación.
Sin embargo, el pecado máximo fue haber propuesto una iniciativa de reforma político electoral a tan sólo unas horas de que Madero propuso la suya. “¡Crucifíquenlo!” fue entonces la sentencia.
Los apóstoles de Cordero entre los que estaban Javier Lozano, Roberto Gil Zuarth y Luisa María Calderón Hinojosa, también conocida como La Cocoa, decidieron entonces defender a su guía espiritual. Cuando llegó la notificación de que sería removido de la coordinación, el más aguerrido de los tres, Lozano, desenvainó su espada, pero no para cortar una oreja sino para realizar todo tipo de declaraciones en contra del dirigente de su partido.
Cordero no resucitó ni al tercer ni al cuarto ni al quinto día. Se le ha visto deambulando en algunos eventos públicos y se espera que en cualquier momento pase algo y sea su domingo de resurrección. En su lugar, Madero resucitó a Jorge Luis Preciado. Tan muerto estaba, políticamente hablando, que cuando su nombre salió a la luz, más de uno acudió al directorio del Senado para ver si existía o era un amigo imaginario de Madero. Con todo este escándalo, ahora el dirigente panista tiene que hacer el milagro más grande todos, el cual se ve cada vez más lejano y difícil: reelegirse en la dirigencia de su partido otro periodo más.
Pero mientras esto sucede en el evangelio según Gustavo, en el libro según Arturo (Núñez) se escribía un nuevo capítulo del ex gobernador de Tabasco Andrés Granier. En la semana se supo que el ex tesorero del gobierno de Granier, José Manuel Saiz, había hecho el prodigio de la multiplicación de billetes (maravilla muy común entre los políticos mexicanos) y de unas cuantas monedas sacó más de 88 millones de pesos en efectivo.
Saiz no se quedó callado, inmediatamente el ex funcionario dijo que los policías judiciales quisieron concebir el milagro de hacer hablar a la muda, y torturaron a su asistente Marlees Cupil López para inculparlo.
Andrés Granier ha demostrado ser todo un santo porque se le siguen colgando milagritos. Todavía no salía de haber convertido sus 400 pares de zapatos y sus 300 trajes en alcohol, cuando se generó este hallazgo. Por lo pronto, la PGR y la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda ya han declarado que están investigando “la santidad” del ex gobernador de Tabasco. Eso sí, si las autoridades locales y federales quieren detener a Granier y se espera que haya una pesca milagrosa de pruebas o se les va a ir vivo.
Estos políticos no son los únicos que han escrito nuevas páginas en los testamentos. Todos los días el país ve asombrosas acciones. Por ejemplo, el procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, caminó sobre fuego tras el escándalo que protagonizó su nieto Gerardo Saade, quien le propinó una golpiza a su novia Alexia Ímaz, hija del director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Eugenio Ímaz Gispert.
Otros que han mostrado sus portentos han sido el titular de Segob, Miguel Ángel Osorio Chong, que calmó la tempestad al destituir al procurador del Consumidor, Humberto Benítez Treviño, y Miguel Ángel Mancera, quien desapareció los días limpios de la Ciudad de México.
Hasta al ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Genaro Góngora Pimentel, se arrepintió y dijo que fue poseído “por sus emociones” al haber encarcelado a la madre de sus hijos, Ana María Orozco Castillo. En este caso quien hizo el milagro de sacarle el demonio a fuerzas fueron los medios de comunicación.
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