domingo, 5 de octubre de 2014

El diario negro de Heidegger

Rojas Rafael Rojas Rafael
 
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El diario negro de Heidegger
Rojas Rafael
 
Periódicos y revistas europeos y americanos han regresado al controvertido tema de la relación entre el pensamiento del gran filósofo alemán, Martin Heidegger, y el nazismo. El debate se ha avivado por la reciente edición de los tomos 93 y 94 de las Obras Completas del pensador, en la editorial Klostermann de Frankfurt. En esos cuadernos, que recogen anotaciones del filósofo, entre 1933 y 1945, un periodo en el que fue rector de la Universidad de Friburgo y simpatizó con el régimen nazi, los expertos creen encontrar pruebas definitivas del vínculo entre la filosofía heideggeriana y el nazismo.
En principio, lo que estaría en discusión no sería la relación de Heidegger con el poder hitleriano, que está fuera de duda, sino el vínculo sistémico entre la filosofía del autor de Ser y tiempo (1927) y la ideología nazi. Es una distinción que no siempre están dispuestos a aceptar defensores o adversarios del filósofo, pero que sigue siendo pertinente, ya que no es lo mismo que Heidegger haya admirado a Hitler, despreciado la cultura judía o que colocara el antisemitismo y el totalitarismo en el centro de su pensamiento filosófico y político.
Por los pasajes que ha adelantado la prensa, la admiración de Heidegger por Hitler se plasma abiertamente en los cuadernos. El filósofo veía en el líder una fuerza telúrica que disipaba el “olvido del ser” y obligaba al hombre a entrar en la “tempestad de su existencia”. Metáforas e imágenes, que también se leen en Ernst Jünger y otros escritores de la derecha fascista europea. En los apuntes de Heidegger de aquellos años, esas ideas se mezclan con un rechazo a la “política racial” de la comunidad hebrea, que parecía justificar el antisemitismo nazi, aunque desde una perspectiva ajena a la matriz eugenésica o biologicista del racismo hitleriano.
La idea de que existe un núcleo totalitario en la filosofía de Heidegger ha cobrado fuerza en los últimos años, con libros como Heidegger y el nazismo (1987) del chileno Víctor Farías, o Heidegger, la introducción del nazismo en la filosofía (2005) del francés Emmanuel Faye. Los seguidores de esta tesis aspiran a encontrar en los “cuadernos negros” —así llamados por su encuadernación oscura— la prueba definitiva de que la filosofía del autor de Introducción a la metafísica (1935) era indisociable de su complicidad con el Tercer Reich.
Peter Trawny, director del Instituto Heidegger y editor de los Cuadernos negros, ha reaccionado a las críticas. Llama la atención sobre el hecho de que otros pasajes de los diarios presentan al filósofo decepcionado del nazismo, del desinterés del régimen por la obra de cumbres del pensamiento y la literatura alemanas, como Nietzsche y Hölderlin, y de su obsesión con una propaganda que el filósofo consideraba vulgar.
Pero Trawny ha destacado también, en la línea del historiador Richard Wolin, la relación que Heidegger entabló con maestros, colegas o discípulos judíos, como Edmund Husserl, Hannah Arendt, Karl Löwith, Hans Jonas o Herbert Marcuse. Algunos de estos abjuraron de las ideas del filósofo al conocer su complicidad con el nazismo, pero otros, como Arendt, le siguieron siendo leales y lo ayudaron a comprender el horror del nazismo en los años 50, como también consta en los diarios.
Fue, precisamente, Hannah Arendt, la autora de Los orígenes del totalitarismo, obra que probó el peso del antisemitismo y el imperialismo en el régimen nazi, quien sugirió a Heidegger conservar los Cuadernos negros e incluirlos en sus Obras completas. Arendt parecía confiar, como tantos pensadores franceses, italianos, españoles y americanos, que han leído Ser y tiempo desde el liberalismo, el catolicismo e, incluso, el marxismo, en que la filosofía de Heidegger y la ideología nazi no eran asimilables.
rafael.rojas@razon.com.mx

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