domingo, 5 de octubre de 2014

El lenguaje en tiempos de violencia


El lenguaje en tiempos de violencia
Gilberto Lastra @ lastraguerrero sáb 4 oct 2014 11:40



El autor originario de Tamazula, asevera que en la literatura sobre el narcotráfico resalta lo glamoroso de los políticos y delincuentes que son vistos como si fueran seres todopoderosos. “Pero en realidad son seres humanos”.

La violencia masiva en México por la pelea entre cárteles del narcotráfico y por parte del Gobierno nacional, individualizó el daño. Así, Geney Beltrán Félix, en su novela Cualquier cadáver (Cal y arena), recrea cómo la estructura mental de los mexicanos fue abatida por la parafernalia de los delincuentes, y el comportamiento se volvió agresivo.

La historia trascurre en las ciudades de México, Culiacán, Sinaloa y Tamazula (en la sierra de Durango), y relata la culpa que produce a un padre el no haber podido evitar el secuestro y la muerte de su hijo.

El lenguaje actual como recurso narrativo es tomado por Beltrán Félix, “el habla mexicana está dominada por la violencia”. Recuerda que en el diario acontecer de los ciudadanos, las conversaciones se desbocan con facilidad a la agresividad.

El autor originario de Tamazula, asevera que en la literatura sobre el narcotráfico resalta lo glamoroso de los políticos y delincuentes que son vistos como si fueran seres todopoderosos. “Pero en realidad son seres humanos”.

Este, es otro de los planteamientos, el entender que los mafiosos y los funcionarios que imparten justicia en México, se encuentran en la misma dimensión social que los ciudadanos y no en el plano épico en el que los colocan otros novelistas y los músicos que escriben narcocorridos, y ahí se puede comenzar con el diálogo sobre el daño que genera la violencia.

A diferencia de las corrientes literarias que tratan el tema del narco en México, el autor habla de una víctima que evolucione en su realidad: es una persona con problemas con quienes lo rodean. Una de las causas de esto, la culpa.

Explica que el rol paternal de protección y proveeduría familiar y al fallar, el recelo del personaje se convierte en acciones. “Se siente responsable por la muerte de su hijo. Evidentemente no nada tiene que ver en ello; pero inevitablemente absorbe un sensación que tuvo que haber hecho más por evitarlo”.

Truncado el rol natural del protagonista, y la rutina de vivir con un muerto por la violencia del país, agravan la conducta del personaje. El interés era desarrollar un personaje en tema incómodo para los mexicanos, por la diseminación de las huellas de la violencia en el país. “Toca algo sensible, porque para un padre, su hijo es algo sagrado”, agrega. Que no sea una víctima blanca.

Explica que la intención era una narrar la evolución mente culpable por la muerte de un hijo. “Uno de los atributos del varón, del padre: es que el alguien fuerte, un proveedor económico; pero también de virilidad, una imagen de fuerza. Y el hecho que la realidad le pase por encima, lo cuestiona profundamente de fracasar como hombre”.

El giro de la violencia se dio, para evitar los tópicos que se ha publicado en los últimos años en México: los sicarios, los capos, los mandos oficiales, comenta. “Verlo en gente común y corriente, en personas que en su vida van a empuñar un arma. Ni va a tener ideas de violar la ley”.

Esta vulnerabilidad manifiesta es el coraje que se dejan ver en las relaciones cotidianas del padre. “Hay evidencia de la violencia que ejerce con la gente cercana”. Dentro del texto, un episodio narra cómo este personaje golpea a su ex pareja.

Explica que un punto tratado en la novela, es cómo hacer un duelo en un país donde la violencia se parte de la rutina y no hay forma de tratar los daños. “En México no existe una formación institucional, una red de familias. Porque el sufrimiento ajeno nos molesta. No lo queremos ver”.

Y por otro lado, la transformación negativa del personaje, siempre con la crítica que hace al Estado y su manejo de la seguridad. “Se vuelve un enemigo de sí mismo y no puede lidiar con esa voz dentro que lo hace sentir cada vez peor. Trata de engañarse diciendo que eso no pasó. O trata de asumir la culpa como si fuera algo fatal”.

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