domingo, 5 de octubre de 2014

Rusia, víctima involuntaria de ambiciones imperiales ajenas



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Angel Sandoval.


Rusia, víctima involuntaria de ambiciones imperiales ajenas

14:32 04/08/2014
Por María Baliábina

Las primeras salvas de la Primera Guerra Mundial sonaron hace 100 años pero su eco se sigue oyendo ahora. La guerra rehízo por completo el mapa de Europa, destruyó los imperios continentales y dio lugar a nuevas contradicciones. Ninguno de los promotores de la guerra contaba con que duraría varios años y tendría unas consecuencias tan devastadoras.
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Rusia atravesaba un período muy complicado de su historia: en pleno proceso de modernización y de tránsito de la sociedad agraria a la industrial. El ritmo del desarrollo económico y del rearme del Ejército era intenso pero insuficiente para entrar en una guerra duradera. El entonces primer ministro ruso, Piotr Stolipin, decía: “Necesitamos la paz: una guerra en los próximos años, sobre todo si es por una razón poco clara para el pueblo, será desastrosa para Rusia y para la dinastía. En cambio, cada año de paz fortalece no sólo el poder militar y naval de Rusia, sino también el financiero y el económico”.
© RIA Novosti.
Todos eran conscientes de que era un momento muy malo para que el país entrara en una guerra pero tampoco podía quedarse al margen, según señala el historiador ruso especializado en la Primera Guerra Mundial, Konstantín Pajaliuk: “En aquella situación la exitosa evolución de Rusia dependía, en primer lugar, de su condición de gran potencia. No podía dejar de entrar en aquella guerra que le fue impuesta. Rusia había hecho todo lo que estaba en su mano para prevenirla: el emperador ruso Nicolás II escribía cartas a su homólogo alemán Guillermo II, la diplomacia rusa intentó contener la crisis de los Balcanes y organizar un debate internacional al respecto”.
Pero resultó imposible invertir la marcha de los trágicos acontecimientos: Austria-Hungría declaró la guerra a Serbia. A consecuencia de ello, Rusia se vio enfrentada a una difícil elección: renunciar a sus intereses en los Balcanes o defenderlos.
Muchos temían un final calamitoso para el país pero, al mismo tiempo, era imposible mostrar debilidad, asegura la catedrática de la Universidad Federal de los Urales y doctora en ciencias históricas Olga Pórshneva: “Rusia no estaba tan interesada en la guerra como otros participantes. Pero defendía el principio de fidelidad a la alianza con Francia y apoyaba a Serbia. Además, a ojos de todo el mundo, si Rusia no entraba en el conflicto perdería su condición de la gran potencia mundial y se convertiría en un vasallo de Alemania”.
Al fin y al cabo, como resultado de la guerra Rusia perdió la condición de imperio. Lo mismo ocurrió a todos los imperios continentales. La Primera Guerra Mundial hizo una especie de resumen del siglo XIX con sus ideas de progreso y desarrollo pacífico. Sirvió de catalizador para las contradicciones internas y provocó revoluciones sociales en varios países. Es más, la guerra produjo cambios en la conciencia colectiva, dice Konstantín Pajaliuk: “Podemos hablar del nacimiento de un fenómeno característico exclusivamente para el siglo XX, la “masa” como producto de la destrucción de las estructuras sociales existentes y la aparición de amplios grupos marginalizados. Fueron estas masas las que se convirtieron en la base social de los movimientos totalitarios: nazis en Alemania, bolcheviques en Rusia. Si el proceso de la evolución natural de la sociedad no se hubiera visto interrumpido por la guerra, es muy poco probable que hubieran sido posibles estos regímenes totalitarios”.
© RIA Novosti.
El primer conflicto bélico a escala mundial terminó con la victoria de los países de la Triple Entente. Los vencedores convinieron, en el Tratado de Versalles, que Alemania debía aceptar toda la responsabilidad moral y material de haber causado la guerra, desarmarse, realizar importantes concesiones territoriales y pagar exorbitantes indemnizaciones económicas a los Estados victoriosos. Según Pórshneva, éstas fueron las principales causas de la creciente popularidad de las ideas del nacionalsocialismo: “En Alemania, como consecuencia de la humillación que representaban para los alemanes las condiciones del Tratado de Versalles, empezaron a crecer sentimientos revanchistas. En el período de entre guerras el país volvió a pretender imponer su hegemonía en Europa y en el mundo. El resultado fue el terrible cataclismo de la Segunda Guerra Mundial, una consecuencia también, aunque a largo plazo, de la Primera. Ésta última había determinado el desarrollo mundial en el siglo XX causando cambios en la psicología de los pueblos”.
Desde entonces estos cambios empujan a la humanidad hacia nuevas guerras. Estaba a punto de estallar un conflicto bélico a gran escala en torno a Siria. Pero en esta ocasión las autoridades de Rusia consiguieron una solución diplomática evitando confrontación. Ahora, el conflicto en Ucrania viene acompañado por múltiples provocaciones a Rusia. Pero este país ha sacado aprendido la lección de las guerras anteriores y no permitirá que lo involucren en un en un nuevo enfrentamiento innecesario.


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