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Entrevista a Facundo Jones Huala: “Soy preso político de un nuevo Plan Cóndor”
Jones
Huala denunció que Lanata fue a provocar y que lo usó, en su entrevista
a Diego Rojas para Prensa Obrera. Las operaciones estatales y
mediáticas sobre Santiago Maldonado y los mapuche.
En Esquel, una pequeña ciudad al pie de las montañas del noroeste de Chubut, se encuentra preso Facundo Jones Huala a la espera de que la Justicia decida por el pedido de extradición realizado por el gobierno de Chile. Jones Huala es el lonko -es decir, el líder- de la comunidad Pu Lof Cushamen, que en marzo de 2015 recuperó y se instaló en unas tierras cuyos títulos de propiedad dice tener el grupo latifundista italiano Benetton, pero que los mapuche reclaman como suyas. Allí fue visto por última vez con vida Santiago Maldonado el 1 de agosto, luego de que un operativo represivo desalojara el corte de ruta en protesta por la detención de Jones Huala y de que Gendarmería ingresara en la comunidad a los tiros, momento en el que detuvo a Maldonado y se lo llevó para que -hasta hoy- no se supiera más de él. Prensa Obrera dialogó con el lonko Jones Huala sobre su situación. El día anterior había sido entrevistado por Jorge Lanata, que había sido parte del operativo estatal que pavimentó la represión de la gendarmería, ya que antes de la desaparición de Maldonado y en concordancia con hechos represivos sobre los mapuche previos al 1 de agosto, preparó un informe sobre una supuesta guerrilla mapuche. También sobre este encuentro abrevó la entrevista.
–¿Cuál es su situación de detención?
–Se trata de una detención política hecha por un acuerdo político entre los Estados de Argentina y Chile. Es un nuevo Plan Cóndor. Dos veces juzgado por la misma causa por presión de la Sociedad Rural. Se trata de un plan conjunto en base a acuerdos bilaterales. Es una reedición del Plan Cóndor o de la pacificación de la Auraucania del siglo XIX. Hay un intento de caratular mi detención como si correspondiera a un delito común, sin embargo, en lo mediático y en declaraciones y procedimientos políticos la plantean como propia de los estándares del terrorismo, podrían aplicar la ley chilena de antiterrorista, es a las claras una detención política. La prensa chilena de derecha vincula mi detención a la supuesta violencia mapuche. Incluso el fiscal chileno reconoció que se trata de una cuestión política, habla del conflicto político pero a la hora de la justicia quieren juzgarme como un delincuente común.
–¿Qué diferencia implica una y otra denominación en la decisión sobre su extradición?
–La justicia argentina no determina la existencia o no del delito que la justicia chilena investiga, sino que debe pronunciarse si corresponde la extradición. Ya fui liberado porque la acusación sobre mí se montó sobre la base de torturas a los testigos. Esto lo determinó el juez de Esquel, Otranto. Ahora otra vez piden mi extradición. Están juzgándome dos veces. Pero deben definir si se trata de una situación política y, en ese caso, negar la extradición. Y esto es así. Además, tengo la opción de pedir ser juzgado en la Argentina si quisiera. Pero la justicia local no decide sobre la acusación, sino sobre el orden de la acusación. Soy un preso político, es una causa política, no deben extraditarme. Este juicio está viciado de nulidad.
–¿Cómo cree que se resolverá la cuestión de su extradición o no?
–Creo que depende de la movilización política y social, del pueblo mapuche y de todos los grupos y organizaciones. Se trata de torcerle el brazo al poder. Se trata de un hecho político. Si logramos torcerle el brazo vamos a evitar que situaciones políticas sean juzgadas como crímenes comunes. Y vamos a vencer a esta ley de extradición.
–Usted fue entrevistado por Jorge Lanata, ¿cómo evalúa esa entrevista?
–Primero, rompieron un acuerdo. Yo había pedido que me entrevistara en vivo, pero no lo hizo, de todos modos respondió. Entonces accedí a la entrevista, pero acordé con la productora que charlaríamos antes unos minutos sobre cómo sería la entrevista ya que no era en vivo. Lo recibí, lo saludé y no sabía que ya estaba grabando, porque no era el acuerdo, pero decidí seguir, podría haberme levantado e ido, pero eso habría hecho que Lanata dijera que era un violento que no aceptaba una entrevista, cuando él sabía que no había respetado un acuerdo. Igual me quedé.
–¿Cómo se desarrolló el encuentro?
–Lanata vino a provocar. No fue un debate, me vino a bolacear, a tomar el pelo. Yo aproveché ese rato para plantear nuestra posición. En un momento me trató de “oligarca”.
–¿En qué sentido?
–Yo le explicaba que no éramos mapuche por elección, sino que era por un linaje, una cultura. “Ah, como la oligarquía, vos sos oligarca”, me dijo. Pero no se puede comparar una cultura con una clase social. Nuestra lucha es de pueblo, nacional y cultural. Hay lucha de clases y no es un insulto que nos digan clasistas, como me dijo Lanata. Yo no sabía si me estaba piropeando o qué. En un momento le dije: “Hace quince años yo te vi llamando a la rebelión, ¿por qué cambiaste?”. Y me respondió: “La situación era otra, ahora estamos bien”. Eso me dijo. “Vos porque tenés ese reloj”, le dije, “yo tengo las mismas alpargatas desde que entré al penal. Para vos es distinto, yo trabajaba en la construcción, eso es ser un obrero”.
–¿Cómo era su trato hacia usted?
–Lanata quería mostrarme como el violento o el subalterno. Me parece importante que se note cómo quiere mostrar esa imagen subalterna. Sigue pensando que los indios somos mano de obra. “Sos una persona inteligente, pero te falta leer mucho”, me dijo fuera de cámara. Después me dijo: “Quién te creés que sos, ¿Sartre?”. Qué forro.
–¿Qué piensa sobre la desaparición de Santiago Maldonado?
–Están negando una desaparición forzada. Lo más jodido es que nosotros, con todo el hostigamiento y la represión, nos preparamos para esto. Nos preparamos psicológicamente para la cárcel, hemos pasado un montón de situaciones, Pero cuando le pasa a una persona que vino en solidaridad, ajena al conflicto, te pega de otra manera. Si hubiera pasado con alguno de los miembros de la comunidad, nos hubiera pegado mucho, claro. Pero como no era un miembro de la comunidad, nos pega más. Lo importante es recalcar que era una persona consciente, que se quedó frente a la represión y que se lo llevaron. Dicen que era anarquista. Yo soy crítico del anarquismo, pero respeto esa identidad. El era un militante social que apoyó la causa del pueblo mapuche. Es importante rescatar eso.
–¿Hablaron con Lanata sobre el tema?
–Para él no hubo desaparición forzada. “Esto no es como la ESMA”, me dijo, “no es un plan sistemático”. Pero nadie dice eso. Yo le creo a mi gente que dice que vio cuando Gendarmería se lo llevó. Bullrich nos declaró “enemigos internos” desde el año pasado y Pablo Noceti estuvo dirigiendo el operativo. Fue una desaparición con responsabilidad del Estado.
–En su columna de Clarín del sábado, Lanata decía que ustedes querían volver al siglo XVIII, a la poligamia.
–(Ríe) La folklorización de nuestra cultura tiene el objetivo de quitar la explicación. Los mapuche tenemos un bagaje cultural y espiritual. Hoy es un tabú la poligamia. Pero no entre los mapuche no era sólo de un lado. Hombres y mujeres podían tener varias parejas. Es en los últimos años que la influencia católica hizo que todo esto sea tabú. En nuestra cultura existe desde siempre el divorcio. La homosexualidad no fue nunca condenada. Los viejitos cuentan que había homosexualidad y no se mataba a la gente por gay. Esos tabúes tienen que ver con occidente y su cultura.
–En los últimos días hubo actos que el gobierno señaló como responsabilidad de los mapuche. ¿Qué piensa sobre esto?
–Hay varias situaciones en que fue la policía, no nosotros. Otras protestas las reivindicamos, claro. Pero el gobierno dice que los actos violentos son de los mapuche para generar el repudio de la población. Una vez hubo un corte que nos atribuyeron pero no era nadie nuestro, muy violento. Por ahí fue la patota de los terratenientes, pero no nosotros. Son operaciones para embarrarnos.
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http://www.po.org.ar/prensaObrera/online/libertades-democraticas/entrevista-a-facundo-jones-huala-soy-preso-politico-de-un-nuevo-plan-condor
En Esquel, una pequeña ciudad al pie de las montañas del noroeste de Chubut, se encuentra preso Facundo Jones Huala a la espera de que la Justicia decida por el pedido de extradición realizado por el gobierno de Chile. Jones Huala es el lonko -es decir, el líder- de la comunidad Pu Lof Cushamen, que en marzo de 2015 recuperó y se instaló en unas tierras cuyos títulos de propiedad dice tener el grupo latifundista italiano Benetton, pero que los mapuche reclaman como suyas. Allí fue visto por última vez con vida Santiago Maldonado el 1 de agosto, luego de que un operativo represivo desalojara el corte de ruta en protesta por la detención de Jones Huala y de que Gendarmería ingresara en la comunidad a los tiros, momento en el que detuvo a Maldonado y se lo llevó para que -hasta hoy- no se supiera más de él. Prensa Obrera dialogó con el lonko Jones Huala sobre su situación. El día anterior había sido entrevistado por Jorge Lanata, que había sido parte del operativo estatal que pavimentó la represión de la gendarmería, ya que antes de la desaparición de Maldonado y en concordancia con hechos represivos sobre los mapuche previos al 1 de agosto, preparó un informe sobre una supuesta guerrilla mapuche. También sobre este encuentro abrevó la entrevista.
–¿Cuál es su situación de detención?
–Se trata de una detención política hecha por un acuerdo político entre los Estados de Argentina y Chile. Es un nuevo Plan Cóndor. Dos veces juzgado por la misma causa por presión de la Sociedad Rural. Se trata de un plan conjunto en base a acuerdos bilaterales. Es una reedición del Plan Cóndor o de la pacificación de la Auraucania del siglo XIX. Hay un intento de caratular mi detención como si correspondiera a un delito común, sin embargo, en lo mediático y en declaraciones y procedimientos políticos la plantean como propia de los estándares del terrorismo, podrían aplicar la ley chilena de antiterrorista, es a las claras una detención política. La prensa chilena de derecha vincula mi detención a la supuesta violencia mapuche. Incluso el fiscal chileno reconoció que se trata de una cuestión política, habla del conflicto político pero a la hora de la justicia quieren juzgarme como un delincuente común.
–¿Qué diferencia implica una y otra denominación en la decisión sobre su extradición?
–La justicia argentina no determina la existencia o no del delito que la justicia chilena investiga, sino que debe pronunciarse si corresponde la extradición. Ya fui liberado porque la acusación sobre mí se montó sobre la base de torturas a los testigos. Esto lo determinó el juez de Esquel, Otranto. Ahora otra vez piden mi extradición. Están juzgándome dos veces. Pero deben definir si se trata de una situación política y, en ese caso, negar la extradición. Y esto es así. Además, tengo la opción de pedir ser juzgado en la Argentina si quisiera. Pero la justicia local no decide sobre la acusación, sino sobre el orden de la acusación. Soy un preso político, es una causa política, no deben extraditarme. Este juicio está viciado de nulidad.
–¿Cómo cree que se resolverá la cuestión de su extradición o no?
–Creo que depende de la movilización política y social, del pueblo mapuche y de todos los grupos y organizaciones. Se trata de torcerle el brazo al poder. Se trata de un hecho político. Si logramos torcerle el brazo vamos a evitar que situaciones políticas sean juzgadas como crímenes comunes. Y vamos a vencer a esta ley de extradición.
–Usted fue entrevistado por Jorge Lanata, ¿cómo evalúa esa entrevista?
–Primero, rompieron un acuerdo. Yo había pedido que me entrevistara en vivo, pero no lo hizo, de todos modos respondió. Entonces accedí a la entrevista, pero acordé con la productora que charlaríamos antes unos minutos sobre cómo sería la entrevista ya que no era en vivo. Lo recibí, lo saludé y no sabía que ya estaba grabando, porque no era el acuerdo, pero decidí seguir, podría haberme levantado e ido, pero eso habría hecho que Lanata dijera que era un violento que no aceptaba una entrevista, cuando él sabía que no había respetado un acuerdo. Igual me quedé.
–¿Cómo se desarrolló el encuentro?
–Lanata vino a provocar. No fue un debate, me vino a bolacear, a tomar el pelo. Yo aproveché ese rato para plantear nuestra posición. En un momento me trató de “oligarca”.
–¿En qué sentido?
–Yo le explicaba que no éramos mapuche por elección, sino que era por un linaje, una cultura. “Ah, como la oligarquía, vos sos oligarca”, me dijo. Pero no se puede comparar una cultura con una clase social. Nuestra lucha es de pueblo, nacional y cultural. Hay lucha de clases y no es un insulto que nos digan clasistas, como me dijo Lanata. Yo no sabía si me estaba piropeando o qué. En un momento le dije: “Hace quince años yo te vi llamando a la rebelión, ¿por qué cambiaste?”. Y me respondió: “La situación era otra, ahora estamos bien”. Eso me dijo. “Vos porque tenés ese reloj”, le dije, “yo tengo las mismas alpargatas desde que entré al penal. Para vos es distinto, yo trabajaba en la construcción, eso es ser un obrero”.
–¿Cómo era su trato hacia usted?
–Lanata quería mostrarme como el violento o el subalterno. Me parece importante que se note cómo quiere mostrar esa imagen subalterna. Sigue pensando que los indios somos mano de obra. “Sos una persona inteligente, pero te falta leer mucho”, me dijo fuera de cámara. Después me dijo: “Quién te creés que sos, ¿Sartre?”. Qué forro.
–¿Qué piensa sobre la desaparición de Santiago Maldonado?
–Están negando una desaparición forzada. Lo más jodido es que nosotros, con todo el hostigamiento y la represión, nos preparamos para esto. Nos preparamos psicológicamente para la cárcel, hemos pasado un montón de situaciones, Pero cuando le pasa a una persona que vino en solidaridad, ajena al conflicto, te pega de otra manera. Si hubiera pasado con alguno de los miembros de la comunidad, nos hubiera pegado mucho, claro. Pero como no era un miembro de la comunidad, nos pega más. Lo importante es recalcar que era una persona consciente, que se quedó frente a la represión y que se lo llevaron. Dicen que era anarquista. Yo soy crítico del anarquismo, pero respeto esa identidad. El era un militante social que apoyó la causa del pueblo mapuche. Es importante rescatar eso.
–¿Hablaron con Lanata sobre el tema?
–Para él no hubo desaparición forzada. “Esto no es como la ESMA”, me dijo, “no es un plan sistemático”. Pero nadie dice eso. Yo le creo a mi gente que dice que vio cuando Gendarmería se lo llevó. Bullrich nos declaró “enemigos internos” desde el año pasado y Pablo Noceti estuvo dirigiendo el operativo. Fue una desaparición con responsabilidad del Estado.
–En su columna de Clarín del sábado, Lanata decía que ustedes querían volver al siglo XVIII, a la poligamia.
–(Ríe) La folklorización de nuestra cultura tiene el objetivo de quitar la explicación. Los mapuche tenemos un bagaje cultural y espiritual. Hoy es un tabú la poligamia. Pero no entre los mapuche no era sólo de un lado. Hombres y mujeres podían tener varias parejas. Es en los últimos años que la influencia católica hizo que todo esto sea tabú. En nuestra cultura existe desde siempre el divorcio. La homosexualidad no fue nunca condenada. Los viejitos cuentan que había homosexualidad y no se mataba a la gente por gay. Esos tabúes tienen que ver con occidente y su cultura.
–En los últimos días hubo actos que el gobierno señaló como responsabilidad de los mapuche. ¿Qué piensa sobre esto?
–Hay varias situaciones en que fue la policía, no nosotros. Otras protestas las reivindicamos, claro. Pero el gobierno dice que los actos violentos son de los mapuche para generar el repudio de la población. Una vez hubo un corte que nos atribuyeron pero no era nadie nuestro, muy violento. Por ahí fue la patota de los terratenientes, pero no nosotros. Son operaciones para embarrarnos.
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