lunes, 4 de noviembre de 2019

La OTAN respalda el ataque turco ‎en Siria‎, por Manlio Dinucci


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La OTAN respalda el ataque turco ‎en Siria‎, por Manlio Dinucci


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El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, junto al presidente turco Recep Tayyip ‎Erdogan y su ministro de Exteriores, Mevlut Cavusoglu, en el palacio presidencial de Ankara, el ‎‎11 de octubre de 2019. ‎
Alemania, Francia, Italia y otros países, que como miembros de la Unión Europea condenan ‎el ‎ataque de Turquía en Siria, están sin embargo del lado de Turquía como miembros de ‎la OTAN, ‎que renovó su apoyo a Ankara después de iniciada la operación militar turca. Ese apoyo ‎fue ‎expresado oficialmente, el 11 de octubre, por el secretario general de la OTAN, Jens ‎Stoltenberg, ‎durante un encuentro, en Ankara, con el presidente Erdogan y su ministro ‎de Exteriores ‎Cavusoglu [1].‎
‎«Turquía está en primera línea en esta región tan volátil. Ningún otro miembro de la OTAN ‎ha ‎sufrido más ataques terroristas que Turquía. Ningún otro está tan expuesto a la violencia y a ‎las ‎turbulencias provenientes del Medio Oriente», dijo Stoltenberg, reconociendo que Turquía ‎tiene ‎‎«preocupaciones legítimas sobre su propia seguridad». Luego de haber ‎aconsejado ‎diplomáticamente «actuar con moderación», Stoltenberg resaltó que Turquía es ‎‎«un poderoso ‎aliado miembro de la OTAN, importante para nuestra defensa colectiva» y que la ‎alianza atlántica ‎está «fuertemente comprometida a defender su seguridad». ‎
En ese sentido, subrayó Stoltenberg, la OTAN ha incrementado su presencia aérea y ‎naval ‎en Turquía y ha invertido más de 5 000 millones de dólares en bases y en infraestructura ‎militar. ‎Además de esto, la OTAN ha desplegado en Turquía un mando importante –que ‎Stoltenberg ‎no mencionó. Se trata del LandCom, a cargo de la coordinación de todas las fuerzas ‎terrestres ‎de la OTAN. ‎
Stoltenberg recalcó la importancia de los «sistemas de defensa mediante misiles» ‎desplegados ‎por la OTAN para «proteger la frontera sur de Turquía», sistemas que los ‎diferentes miembros ‎de la alianza atlántica prestan a ese paíis siguiendo un sistema de rotación. ‎En ese sentido, el ministro turco ‎de Exteriores agradeció especialmente a Italia, que ‎desde 2016 ha desplegado en la provincia ‎turca de Kahramanmaras, en la parte sureste del país, el ‎‎«sistema de defensa antiaérea» SAMP/T, fabricado en conjunto por Italia y Francia. ‎
Una unidad SAMP/T se compone de un vehículo de mando y control y de 6 vehículos ‎de ‎lanzamiento armados cada uno con 8 misiles. Desplegado al borde de la frontera con Siria, ‎ese ‎sistema es capaz de derribar cualquier aeronave en el espacio aéreo sirio. Su función, ‎por tanto, ‎no es precisamente defensiva. En julio pasado, la Cámara y el Senado [de Italia] –‎basándose en ‎las decisiones de las comisiones conjuntas de Relaciones Exteriores– deliberaron ‎para extender ‎hasta el 31 de diciembre la presencia de unidades italianas de misiles en Turquía. ‎Stoltenberg ‎anunció además que hay conversaciones entre Italia y Francia –que coproducen el ‎sistema de ‎misiles SAMP/T– y Turquía –que quiere comprarlo. ‎
Pero, teniendo en cuenta que el ministro italiano de Exteriores, Luigi Di Maio, acaba de ‎anunciar ‎un decreto que bloquea la exportación de armamento hacia Turquía, Italia tendría que ‎retirar ‎de inmediato sus SAMP-T desplegados en territorio turco y comprometerse a ‎no venderlos ‎a Turquía. ‎
Así prosigue la trágica farsa de la política, mientras que en Siria sigue corriendo ‎la sangre. ‎Quienes hoy expresan horror ante las nuevas masacres y reclaman el congelamiento de ‎la ‎exportación de armamento a Turquía son los mismos que miraban para otro lado cuando ‎el ‎propio New York Times publicaba [2] una minuciosa investigación sobre la red de la CIA a través de la cual ‎llegaban ‎a Turquía –incluso desde Croacia– enormes flujos de armas que iban a ser utilizadas en la ‎guerra ‎secreta contra Siria [3]. ‎
Después de haber destruido Yugoslavia y Libia, la OTAN trataba de hacerlo lo mismo ‎en Siria. ‎La fuerza terrestre era una miríada de grupos islamistas (que hasta poco antes ‎Washington ‎definía como terroristas) de Afganistán, Bosnia, Chechenia y Libia, entre otros ‎países. Esos ‎yihadistas llegaban a las provincias turcas de Adana y Hatay, fronterizas con Siria. En ‎esas ‎provincias turcas la CIA había abierto campos de entrenamiento militar y la dirección de ‎las ‎operaciones se garantizaba desde navíos de la OTAN fondeados en el puerto turco ‎de ‎Alejandreta (Iskenderun). ‎
Pero todo eso se mantiene en la sombra y el secretario general de la OTAN presenta a ‎Turquía ‎como el miembro de la alianza atlántica «más expuesto a la violencia y a las ‎turbulencias ‎provenientes del Medio Oriente». ‎
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio

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