Se cumplen 50 años del levantamiento obrero de Hong Kong
El 6 de mayo se cumplirán 50 años del levantamiento obrero de Hong Kong
que costó la vida a 51 insurrectos así como otros 800 heridos. A lo
largo de las luchas los obreros explotaron unas 8.000 bombas.
En 1967 Hong Kong era una colonia británica, sacudida por los ecos de la Revolución Cultural. La mayor parte de la fuerza de trabajo estaba en el paro y las condiciones de vida en los barrios eran espantosas. No tenían agua corriente ni inodoros. Los grandes capitalistas despedían a los trabajadores en masa sin ninguna clase de explicaciones.
Durante las huelgas de 1956 la policía ya había asesinado a tiros a 44 trabajadores en la calle.
Los levantamientos obreros empezaron el año anterior por el aumento del precio del transoporte público. En diciembre también hubo importantes huelgas en Macao, que luego continuaron en la colonia británica con los trabajadores de una fábrica de flores artificiales. Lo mismo que en el mayo francés del siguiente año, los estudiantes también tuvieron un protagonismo muy importante en las luchas.
El imperialismo siempre mantuvo en secreto esta lucha porque estuvo dirigida por el Partido Comunista de China y una de las reivindicaciones fue la reincorporación de la colonia a la República Popular. En Pekín varios diplomáticos británicos fueron agredidos y se produjeron graves incidentes en la frontera.
La represión fue salvaje. La colonia estaba dirigida por una reducida minoría británica, frente a la inmensa mayoría de chinos y otras nacionalidades, la mayor parte de los cuales eran considerados como “emigrantes indocumentados”, por lo que las huelgas se saldaban con despidos seguidos de deportaciones arbitrarias.
El gobierno colonial decretó la ley marcial. En la calle no se podían reunir más de tres personas. Lo mismo que en la España actual, los trabajadores podían ser internados durante seis meses en una cárcel sin ninguna clase de juicio.
Después de semanas de duras luchas callejeras, en octubre el gobierno británico se comprometió a reducir la jornada de trabajo, que era de ocho horas para los menores de edad y de 10 para los mayores. Poco a poco los coloniales se vieron obligados a ceder y el panorama de Hong Kong cambió definitivamente, no sólo en sus condiciones laborales, sino en los equipamientos urbanos, la sanidad y la educación.
En 1967 Hong Kong era una colonia británica, sacudida por los ecos de la Revolución Cultural. La mayor parte de la fuerza de trabajo estaba en el paro y las condiciones de vida en los barrios eran espantosas. No tenían agua corriente ni inodoros. Los grandes capitalistas despedían a los trabajadores en masa sin ninguna clase de explicaciones.
Durante las huelgas de 1956 la policía ya había asesinado a tiros a 44 trabajadores en la calle.
Los levantamientos obreros empezaron el año anterior por el aumento del precio del transoporte público. En diciembre también hubo importantes huelgas en Macao, que luego continuaron en la colonia británica con los trabajadores de una fábrica de flores artificiales. Lo mismo que en el mayo francés del siguiente año, los estudiantes también tuvieron un protagonismo muy importante en las luchas.
El imperialismo siempre mantuvo en secreto esta lucha porque estuvo dirigida por el Partido Comunista de China y una de las reivindicaciones fue la reincorporación de la colonia a la República Popular. En Pekín varios diplomáticos británicos fueron agredidos y se produjeron graves incidentes en la frontera.
La represión fue salvaje. La colonia estaba dirigida por una reducida minoría británica, frente a la inmensa mayoría de chinos y otras nacionalidades, la mayor parte de los cuales eran considerados como “emigrantes indocumentados”, por lo que las huelgas se saldaban con despidos seguidos de deportaciones arbitrarias.
El gobierno colonial decretó la ley marcial. En la calle no se podían reunir más de tres personas. Lo mismo que en la España actual, los trabajadores podían ser internados durante seis meses en una cárcel sin ninguna clase de juicio.
Después de semanas de duras luchas callejeras, en octubre el gobierno británico se comprometió a reducir la jornada de trabajo, que era de ocho horas para los menores de edad y de 10 para los mayores. Poco a poco los coloniales se vieron obligados a ceder y el panorama de Hong Kong cambió definitivamente, no sólo en sus condiciones laborales, sino en los equipamientos urbanos, la sanidad y la educación.
Un
grupo de manifestantes levanta ‘El libro rojo’ delante de la policía
colonial en Hong Kong durante los levantamientos obreros de 1967
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