lunes, 31 de julio de 2017

La historia osculta de la isla de Saltés (Huelva)


lamarea.com

La historia osculta de la isla de Saltés (Huelva)

 

 

Olivia Carballar

Una imagen de la isla de Saltés. RAFAEL MORENO
“Quién iba a escapar de un lugar rodeado de agua, repleto de esteros y caños de marismas, fangosos e intransitables hasta para los mariscadores y estando frescas frases de jefes de campos similares donde juraban y advertían sin cesar que por cada uno que se escapara se fusilaría a diez”, escribe el periodista Rafael Moreno en Perseguidos. Se refiere a la isla de Saltés, un paraje natural ubicado frente a Punta Umbría (Huelva) donde se hacinaron más de 3.000 presos. Hoy está declarado Lugar de Memoria por la Junta de Andalucía, pero hasta la fecha de publicación del libro, 2013, era un campo de concentración desconocido incluso en el movimiento memorialista. Las autoridades militares –explica Moreno– prepararon nuevos centros de internamiento para enviar a los soldados republicanos hechos prisioneros tras la caída de Cataluña en 1939.
“Los detenidos llegaban con la ropa de soldados puesta, era lo único que traían. Daba pena verlos. Allí eran dejados, en un lugar donde no había ni luz, ni agua ni comida. Los mismos habitantes de Saltés teníamos que ir a por agua a Torrearenilla”, rememora en la obra María Nevado González, que vivió la mayor parte de su infancia en aquella isla. “Estaban condenados al hambre y al frío, a la sed, la desesperanza, a la espera del aval, a la humillación y el desprecio. Afectados por toda clase de enfermedades (no se sabe cuántos pudieron morir), soportaban los ataques de piojos, chinches y todo tipo de insectos marismeños”, añade el periodista.
Solo en Huelva hubo tres campos de concentración de los 188 que se extendieron por todo el país, en los que miles de trabajadores esclavos construyeron grandes obras públicas de las que se beneficiaron empresas que hoy forman parte del Ibex35, como El Canal de los Presos, la mayor obra hidráulica de Sevilla. El Grupo de Trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía, de CGT-A, organiza periódicamente rutas a los campos de concentración de la provincia sevillana. El viaje comienza en El Colector, una construcción para el desagüe de los sanitarios de la zona sur de la ciudad. “Llevamos muchos años intentando que se señalice este espacio”, explica Cecilio Gordillo a las personas que han acudido.
La visita guiada continúa hacia Los Merinales, luego hacia El Arenoso (en el límite entre Dos Hermanas y Los Palacios) y la última parada es La Corchuela, en el término municipal de Dos Hermanas. “Este campo de concentración es de los pocos donde se fusila. Aquí ejecutan a dos que habían huido, uno de ellos ya estaba herido. Y obligan a todos los presos del campo a ver la escena para que aprendan lo que puede ocurrir si escapan”, prosigue Gordillo. Apenas quedan visibles las ruinas de hormigón de los barracones. En el de Las Arenas, en La Algaba, morían al mes entre 14 y 15 presos, cuenta en el documental Campos sin memoria la historiadora María Victoria Fernández Luceño.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario