La vida en este planeta está sometida a la dualidad, que es la ley que
rige la materia. Dual significa DOS. En este mundo existen hombres y
mujeres, frío y calor, placer y dolor, compañía y soledad, premio y
castigo, amor y odio, justicia e injusticia, ricos y pobres, sanos y
enfermos, bien y mal, etc.
Los grandes maestros nos explican que la dualidad es el gran engaño de
la realidad física en la que vivimos y que para trascenderla tenemos que
conectarnos con nuestro aspecto superior al ego, que es el SER. Para el
ego, con la muerte todo se termina. Para el ser es un paso hacia más
evolución. Para el ego, las personas están separadas de sí mismo. Para
el ser, los demás son "sí mismo". Para el ego, el apego a las cosas y
personas son básicas para subsistir. El ser, en cambio, sabe que nada le
pertenece porque todo está en continuo cambio y movimiento.
El ser ES. Su cualidad es existir. Es la presencia que observa la marea
de la vida con ecuanimidad. Su existencia nace del vacío, por eso
cuando estamos en silencio y aquietamos la charla mental, aflora la paz
del ser y con esa paz podemos atravesar cualquier dificultad con la
certeza de saber que el alma no es afectable sino el ego, y el ego es
transitorio.
En este momento mientras estás leyendo, tomá consciencia de tu cara,
tus ojos y de la presencia que está "detrás" de tus ojos, observando
atentamente. Ese es el ser. Así de simple. El ser está en vos, sos vos,
es tu verdadera esencia. Aquella que no fue construída socialmente. El
ser no juzga, sólo atestigua silenciosamente la vida.
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