“Aguirre quiere desaparecer la Normal, tal parece que eligió desaparecerla alumno por alumno”
Por: Redacción Revolución /
23 octubre, 2014
Comparte
Ernesto Cruz Flores
(23 de octubre, 2014).- Llegados a la
Normal, saludamos a los compañeros miembros del Comité Estudiantil
“Ricardo Flores Magón”, quienes son los que se encargan de coordinar las
actividades políticas; a los compañeros representantes de la Federación
de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), provenientes
de las otras 16 normales rurales que aún existen (y resisten) en el
país, quienes se habían trasladado hasta la zona para coordinar las
acciones a realizarse, y a familiares y vecinos solidarios de la zona de
Tixtla.
En ese momento se realizó una junta
informal en el auditorio, los presentes daban cuenta de su condición
social: huaraches llenos de barro, camisetas blancas que dejan al
descubierto la piel tostada bajo el sol, pantalones de mezclilla más
rotos que remendados, el pelo chino, crespo y negro azabache. Cualquiera
de ellos bien podría ser descendiente del general Vicente Guerrero.
Hablar con ellos, es como transportarse
al tiempo de la independencia, donde gente parecida (sus tatarabuelos,
seguramente), dijeron basta y se rebelaron contra el trato inhumano de
los encomenderos y hacendados gachupines.
Acabada la reunión nos tocó dormir en el
dormitorio de nuevo ingreso. Como algunos estudiantes habían desertado,
había algunos cuartos vacíos. Y como fuimos de los primeros en llegar,
nos tocó el lujo de tener unos colchones viejos, de esos donde los
resortes brotan entre la tela y se te incrustan en la espalda. Antes de
dormir nos ofrecieron la cena: una cucharada de frijoles y una taza de
café. Aceptamos gustosos.
A la mañana siguiente nos enteramos de
que habían abierto el comedor, exclusivamente por nosotros (los 6 de
Atenco), por lo cual nos enojamos mucho. No íbamos en viaje de placer.
Si las reglas de la Normal eran 2 comidas al día, las aceptábamos sin
rechistar.
Con disciplina casi militar, nos
despertamos a las 7 de la mañana a desayunar. Nos formamos afuera del
comedor mientras observábamos que no hay normalistas gordos. El desayuno
consistió en una cucharada de un intento de chilaquiles sin salsa que
se hace con las tortillas que sobran del día anterior, y un vaso de
café. Eso es todo. Y de ahí hasta la hora de la comida a las 3 de la
tarde, la cual consiste en una cucharada de frijoles, 3 tortillas y un
vaso de agua. Con razón nadie se puede dar el lujo de tener sobrepeso.
Un normalista nos comenta: “estábamos
bloqueando la carretera para exigir una audiencia con Aguirre; audiencia
que él mismo prometió y a la hora de la hora canceló.” Dicha reunión
era para aumentar los recursos a la Normal. En ese tiempo, diciembre de
2011, a la Normal le asignaban 10 pesos diarios por alumno para gastos
de alimentación. 10 pesos que tenían que dividir en desayuno y comida,
porque (por obvias razones) para cena no alcanza.
Y por exigir que a los futuros
profesores se les alimente igual o mejor que a los caballos de la
policía montada, los ministeriales de Aguirre asesinaron a 2 compañeros,
Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús. Hasta hoy,
esos asesinatos siguen impunes. Al igual que el asesinato, el 7 de enero
de este año, de Freddy Vázquez Crispín y Eugenio Tamari Huerta,
atropellados en Atoyac de Álvarez mientras realizaban un boteo. También
el de Daniel Solís Gallardo, Julio César Mondragón Fontes y Julio César
Nava Ramírez, asesinados el pasado 26 de septiembre en Iguala, Guerrero,
suman 7 normalistas asesinados en menos de 3 años.
Cuando fui a la Normal de Ayotzinapa,
sus estudiantes me dijeron que Aguirre (como los Figueroa, o los Ruiz
Massieu) quiere desaparecer la Normal por ser “semillero de
guerrilleros”. Tal parece que eligió desaparecerla alumno por alumno.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario